Aérea de la zona citada
Hace tiempo cayó en mis manos un Artículo de Rafael Castejón, gracias a la facilidad que nos da la Real Academia de Córdoba, de conocer trabajos de ilustres paisanos y no paisanos, que me ha parecido oportuno sacar a la luz, tecleándolo letra a letra totalmente y respetando sus fotografías con las que aderezaba el mismo.
He tratado de respetar el estilo de lo que hoy nos pueden parecer faltas de ortografía, o empleo extraño de las mayúsculas. Podemos ver las formas y los conocimientos que encierra, y sobre todo podemos pasear por esa Córdoba de las primeras décadas del siglo veinte, y recordar lugares hoy desaparecidos.
Luego, muchas de las afirmaciones o supuestos que en él se vierten hoy, posiblemente estén superadas, pero la esencia fundamental es válida. Disfrútenlo.
"MEDINA ZAHIRA
UNA CÓRDOBA DESAPARECIDA Y MISTERIOSA
Prologuemos
Saliendo de Córdoba por la Puerta de Sevilla, o recorriendo la ribera del Guadalquivir por su margen derecha abajo, se divisan, no lejanos al Cementerio de la Salud, unos restos de murallas y torreones, linderos de la Huerta de Maimón o de Marimón, y que durante bastantes siglos han constituido un problema y un misterio para los cordobeses y para lso historiadores de Córdoba.
Toda la construcción es de tapial, sin que se vea la obra de mampuesto ni cantería alguna sobre la superficie de la tierra. La muralla debía ser amplia y fortísima, y contienen el desnivel o escarpe que por ese lado presenta el terreno, cercana ya la ribera.
Por esa disposición, y aunque los restos de muralla sean hoy bien escasos, la disposición de la misma ha constituido como un amplia balconada sobre el río y el pago de huertas que se alinean a lo largo de la ribera, que da motivo a paisajes y horizontes entre los más bellos que se pueden disfrutar en los alrededores de Córdoba.
La existencia de estos trozos de murallón y torreones, decimos que ha sido un misterio, que persiste hoy todavía, para cuantos eruditos o indoctos, ha tratado de inquirir su fundamente e historia.
Sobre los mismos, puesto que no se te ha tenido una referencia autorizada o documental concluyente, ni aún remota siquiera, se ha fantaseado a más y mejor, y basta leer cualquier escritor o historiador cordobés sobre todo de los siglos XVIII y XIX, para ver cuanta historia vulgar, tradición o conseja tiene su asiento en esos carcomidos restos de murallas de la Huerta Maimón que el sol y agua van deshaciendo en polvo con que tejer el inmortal sudario de los siglos.
Nuestro escritores de estos últimos siglos, han querido que estos destrozados restos de murallas fueran los de la Córdoba primitiva, anterior a la invasión romana, la Córdoba ibera, sin tener para ello prueba histórica ni arqueológica alguna.
Nosotros mismos recordamos, en nuestras iniciaciones históricas y arqueológicas, oyendo a sesudos varones de la ciudad, que esta opinión ha sido la tenida más en boga, siguiendo aquellas opiniones escritas, y esos restos, de impenetrable mudez, han llegado a nuestros días anónimos y huérfanos, y alguna vez hemos pensado, desde cualquier colectividad más o menos arqueológica, verificar alguna excavación en esos cerros que coronan el Cementerio de la Salud, pensando que encontraríamos rediviva y resucitada una Córdoba ibérica con sus idolillos, sepulturas y falcatas que, cual nueva Numancia viniera a contarnos la historia ignorada y viviente de aquellos lejanos antepasados cordobeses.
Pero hemos visitado detenidamente los restos de murallas, en una hermosa e inolvidable tarde de fines de febrero de 1924, en compañía de los notables arqueólogos don José de la Torre y don José María Rey Díaz.
Restos actuales de la Puerta de Sevilla (la doble arcada, se a discernido por los arqueólogos, sirve, según la hipótesis más verosímil, para unión de la muralla don la torre albarrana que aparece desmochada, dejando paso al Arroyo del Moro
1. Puerta de Sevilla. 2. Avenida del Cementerio de la Salud, donde fue cortada la muralla. 3. Restos aparentes de muralla bien conservada en el trozo de la Huerta maimón. 4.Indicios de muralla. 5. Último trozo aparente de muralla al cruzar el camino junto a la Huerta Valladares. 6. Cañito de Marí-Ruiz. 7-Alberca árabe fotografiada. 8. Puente árabe fotografiado. 9. Hazas llenas de cascote. ¿Probable emplazamiento de Median Zahira según Velázquez.
Y ha sido opinión del primero, que ha tiempo viene intrigado por los murallones de la Huerta Maimón, que los mismos son murallones árabes de la decadencia, ya de fines del siglo X o del mismo siglo XI. Este distinguido arqueólogo y queridísimo amigo, ha recorrido los restos de murallas que de manera más o menos ostensible, pero indudable para la fina perspicacia de un investigador, continúan hacia poniente, en una extensión de un kilómetro y medio aproximados, hasta llegar a la Huerta de Valladares.
También me decía que por allí existen restos de un puente árabe, de gran pompa arquitectónica, y un gran albercón también de esa época todo ello reconocido por él, y el actual arquitecto municipal interino señor Hernández. Todo ello convidaba al estudio del interesante problema.
Y aunque sólo incipientes balbuceos se puedan proferir en el asunto, ya que tanto sesudo escritor ha fantaseado sobre el mismo, permítase a este novel en letras y aficionado en historias fantasear también sobre los misteriosos murallones de la Huerta del Maimón.
II
Viejas opiniones
Sánchez de Feria, en su "Palestra Sagrada", al hablar en un Apéndice al tomo cuarto titulado "Antigua descripción de Córdoba", dice lo siguiente:
"Digo, pues, que se deben distinguir dos Córdobas, Córdoba la antigua, y Córdoba la que fundó Marzelo. La primitiva y antiquísima Córdoba, cabeza de los pueblos túrdulos, y habitada por aquellas remotísimas gentes, que poblaron a España, y la que socorrió a Cartago contra Roma, estuvo situada a la parte occidental de la Córdoba existente sobre la orilla del Río en la parte Occidental del Muro presente, donde está la Huerta del Alcázar. Tomaba el muro antiguo por la Huerta de Marimón Río abaxo, cortando por la Alameda del Obispo hasta el Molino de Casillas. Esto era el muro antiguo meridional. Por el Cortijo, que llaman del Alcaide, y a el Caño de Mari-Ruiz cortaba el muro occidental, buscando los llanos de la Albaida; pero sin llegar a ella, y desde aquí subía la Muralla cerca de la falda de la Sierra por baxo de la Arrizafa, y detrás de la Huerta de la Reyna, comprehendiendo el Campo de la Merced, hasta dar en la Puerta del Rincón, que es el muro septentrional antiguo, y a trechos en todo él, se descubren sus cimientos de Almendrilla antiquísima. Desde la Puerta del Rincón estaba el Muro Oriental, en el mismo sitio, que hoy el Occidental por las Puertas del Osario, Gallegos, Almodóvar y Sevilla.
Esta era la famosísima, y antiquísima Córdoba, y en sus cercanías por la parte de Poniente tenía varios Pueblos, y Aldeas en lo que decimos Córdoba la Vieja, Cortijo del Castillo, Villa-Rubia, las Cuevas, Aguilarejo, y otros sitios más donde hoy se ven los rastros de sus Edificios, cimientos, calles y otros innegables fragmentos de estas Poblaciones, que fueron Cuteclara, Seguda, Tasi, Auisinianos, y otros.
Para esta Descripción, no quiero más pruebas que las que produce la atenta, seria, y diligente inspección, o reconocimiento del sitio, y ámbito, que comprehende el Muro delineado.
No hay ciertamente prueba más concluyente, ni más innegable, que los rastros, que inevitablemente dexan los edificios: estos fragmentos son un testimonio, que no pueden desmentir quantas cavilaciones quieran oponerse: es imposible disimular, ni los siglos pueden destrozar de tal modo una Ciudad, que esta no se dé a entender en sus cimientos, piedras, calles, empedrados, texas, ladrillos, y todo lo demás, que la misma vejéz no puedo ocultar.
Sobre este principio tan irrefragable solo apeteceré yo, que los Curiosos me acompañasen en el reconocimiento de todo el ámbito del sitio delineado, que en su extensión es de una grande Ciudad: el solo prueba quanto puede desearse, sin dexar duda al más escrupuloso.
Primeramente el Muro antiquísimo, fábrica de Fenicios, aun se mantiene en pié en la Huerta del Maimón, arrancando su cimiento con una leve flexión desde la punta de dicha huerta mas baxa casi sobre el río, y el Muro en que descarga la Huerta del Alcázar: este Muro (que he dicho está en pié en la Huerta del Maimón) descubre su cimiento todo aquel Pago de Huertas, hasta la de Valladares, que hoy goza mi hermano Fray Juan de Feria, Trinitario Calzado: y es digno de advertir, que todo él estaba sobre el Río, que entonces corría mucho más acá desde el que se dice el Molino de las Tripas.
Atrabiesa la Madre Vieja por el sitio, donde están aquellas Hazas, y Huertas, y todo aquel donde están la Alameda, Jardines, y Arboleda del Señor Obispo. de modo, que el lugar que hoy tiene esta deliciosa, y nobilísima Hacienda, que decimos Alameda del Obispo, es la madre antigua del Río, como lo es también parte de las huertas, que están en frente por donde baxa el Muro.
En este sitio de la Alameda, su Palacio, y parte de las Huertas dichas no se descubren cimientos, ni rastro alguno de edificios, sino que su suelo es de tierra limosa, y arenosa, como Madre antigua del Río, que caminaba por allí pegado casi a la Ciudad antigua.
Todos estos sitios de la Huertas están llenos de texas, jarros, ladrillos, cimientos, piedras labradas, pozos, edificios subterráneos, cañerías y otros mil géneros de rastros.
En la Huerta de Marimón, y las que sigue con las hazas, que están por cima de ellas, es esto muy notable, y jamás se ha profundizado algo, que no se encontrasen algo de estos cimientos, y piedras de edificios, que yo he visto.
En la de Valladares, es esto mucho más notable y en las Hazas por cima se han descubierto ya debaxo de tierra unas piezas, o salas antiquísimas.
Sobre este sitio caen varios como nacimientos de agua, que son aqueductos perdidos.
En los Llanos, que hay desde la Huerta de Valladares hasta Casillas, que son tierras del Obispo, y la Huerta de la Arrizafilla, y demás junto: en estos llanos, digo son innumerables los descubrimientos de piedras labradas, que estos años hizo la curiosidad laboriosa de don Gregorio Pérez Pavía Presbítero, Beneficiado de Montoro, Mayordomo, y Thesorero del Iltmo. Sr. Obispo Don Martin de Barcia.
Este cavallero ha hecho cabar en varios sitios por aquel espacio con motivo de obras, que por su dirección se han hecho en la Alameda, su plantío, cerca, y construcción del Palacio, y se ha sacado una inmensa multitud de piedras labradas muy grandes, y aún queda sembrado de ellas todo el terreno a poco trecho de profundidad.
Camina los rastros después cerca del Molino de Casillas, por el Cortijo del Alcayde hasta la Hacienda, que dicen del Higuerón, con tanta abundancia de fragmentos, y cimientos, que pareciera increíble si no se huviera examinado, siendo también notable, que a estos sitios baxan muchas Ataxéas, y Cañerías perdidas por la parte de la Sierra, que son claramente las aguas de la antigua Ciudad y de este modo girando azia la Albayda, y torciendo después azia los Olivos que llaman Borrachos, se encierran en este ámbito muchas tierras de labor, Huertas y otras Posesiones, ocupado todo su terreno de texas, ladrillos, pozos, piedras labradas y otros mil rastros de la Población.
Más acá en la Huerta de los Cipreses, la de la Marquesa, la de los Castros, todas ellas están sembradas de estos fragmentos, y sus cercas son innumerables piedras labradas antiquísimas, que manifiestan haver estado poblado aquel sito.
Poco más baxo en el camino, que vá a Almodóvar se descubrió este año un gran edificio arruinado con unas piedras muy grandes labradas.
Las Hazas inmediatas a la Salud están descubriendo cada día multitud innumerable de estas texas, y otros rastros.
En el Naranjal, que llaman de Almagro están muy notables los cimientos antiguos, y otros rastros, y acercándose a Córdoba en las Eras de la Salud, cuyo terreno se ha levantado menos, se descubren cada día muchos pozos de las casas de cuya clase es el de la hermita, y en la Haza de la Huerta del Rey he visto este año uno recién hallado, y con muchos fragmentos de edificios sepultados.
Pero lo principal es lo que descubren los arroyos: estos con la excabación, que en su madre van formando las aguas, descubren en sus paredes innumerables texas, cañerías, ladrillos, piedras labradas, cimientos, y otros residuos de la población: con especialidad el Arroyo de la Salud, que ha profundizado su madre mucho, es un espectáculos curiosísimo: es tanta la abundancia de fragmentos, de edificios, ataxeas y otros, que causan admiración.
Subiendo, pues desde la Huertas de los Castros por baxo de la Albayda en aquellos Caminos, y Hazas, son innumerables los rastros de la vejez: ha pocos meses vi descubierto un pozo de casas en medio de una Haza de estas más arriba.
Por baxo de la Huerta de la Reyna se ven muchos cimientos del Muro antiguo, y todo aquel parage con muchos rastros de edificios.
Esto mismo es más notable en el barrio de los Texares, y el de la Merced.
He sido prolixo en esta descripción, porque ella es tan eficaz argumento, que hace evidencia la existencia de Córdoba en este sitio, y como el pensamiento es nuevo, poco advertido de los nuestros, y que causará novedad, he querido hacer esta individuación, para que quede en la memoria de los hombres.
Sin que se debe omitir el expresar más, lo que obviamente hemos dicho (esto es) los antiquísimos rastros de aqueductos, que baxan de la sierra a este sitio: son a la verdad tantos, tan copiosos, y tan raros, que no dexan duda alguna regaban una ciudad como Córdoba: notándose, que ninguno de ellos dirige su curso a Córdoba la existente: desde las Haciendas, que dicen del Caño de Mari-Ruiz en la punta Occidental de la antigua Ciudad hay muchas Huertas, y Fontanares con aguas conducidas de la parte de la Sierra, que hoy sirven a estos predios: muchas hay perdidas, cuyos acueductos se descubren a cada paso.
Otras hay, que en todos los llanos, que hay por aquella parte, las aguas atascadas, y perdidas, forman en sus quiebras varias lagunas, que están patentes a todos los que hicieren el reconocimiento, desde la Córdoba presente, hasta una legua de distancia por la parte Occidental, de que hablamos, y el Camino, que vá a Córdoba la Vieja.
Por todas estas razones juntas se hará ver como innegable, que esta fue la población primitiva de Córdoba, la que habitaron los primeros Pobladores de España e inmediatos a Túbal, la que sin memoria de hombres siempre aparece famosa, ilustre, y magnifica, cuando comienza a nombrarse: La que habitaron tantas naciones, hasta que las dominó Roma, y al fin la que comenzó a ser el objeto de mayor estimación al Pueblo Romano desde que al año 548 de Roma el Grande Scipión sujetó a la Bética y, aunque en el de 549 se le revelaron los Reyes Indibilis y Mandonio, Príncipes en esta Provincia, volvieron a dominarla los Romanos con muerte del primero, quedando Córdoba como centro de la Provincia, destinado habitación de los Pretores.
Esta antigua Córdoba es la verdadera Córdoba la Vieja, y no la que con este nombre se denomina hoy. De este rastro tan oculto para los más nació la equivocación de los que afirmaron su primitivo asiento en la Dehesa de aquel nombre, que no está lexos de la Córdoba Vieja, y sol o dista de su punta occidental como una milla, de modo, que los Conquistadores de Córdoba sabían, que por aquella parte del Poniente havía estado Córdoba, y a todo aquel paraje llamaron Córdoba la Vieja. Desde la Conquista se hallan escrituras que nombran a Córdoba la Vieja, pero no debemos creer ser esta la Dehesa así nombrada, sino toda aquella tierra por baxo de Córdoba. Con el tiempo se fue repartiendo, y dividendo el terreno en varias suertes, y heredades, dándole a cada una sus nombres, efecto de la división: quedó unido aquel largo espacio de tierra de la Dehesa del Rey, y esta se alzó con el nombre y con él permanece. Es preciso creer que la donación, que cita el Dr. Bravo, y dice contra Corduban la Vieja, no habla de la Dehesa hoy conocida con este nombre, sino de toda la tierra al poniente de Córdoba, que es propiamente la Vieja: porque estas tierras eran Viña y Huertas en la misma falda de la Sierra por baxo de la Arrizafa. Confirmase esto con una escritura de los Donadíos, en que el Santo Rey tomó para sí todas las tierras del ruedo de Córdoba por la Arrizafa, y "toda Córdoba la Vieja cercada hasta la Albaida", que es la tierra del Alcaide linde de la Alameda, en lo que se evidencia, que Córdoba la Vieja era la que hemos señalado, y no la que permanece con este nombre.
Esta antiquísima ciudad, en que se hallan tantos rastros de su inmemorial grandeza, ya destrozada a impulsos de la violencia de lso siglos, y como otra Troya, se ara, siembra, y está poblada de heredades, tenía su puente en la punta más oriental de ella sobre el Río Betis en aquella parte, que están los molinos perdidos por cima de la Alameda poco más abaxo donde entra en el Río el Arroyo del Moro, y allí mismo desde la punta de la muralla casi en el camino de la Huerta del Marimón, y esquina de la vá a la Alameda se ve el cimiento del fortísimo Puente antiguo, y por allí arrimaba más el Río a la Ciudad, y en cuyo sitio, y sobre estas ruinas edificaron los Molinos, hoy destrozados".
No quiero seguir copiando estas curiosas y prolijas opiniones, porque para nuestro intento es suficiente los trascrito.
Esta opinión, verdaderamente importante y fundamentada para los conocimientos contemporáneos, es la que todos nuestros escritores del pasado XIX han recogido y argumentado como artículo de fe, sin más averiguaciones.
Recordamos a este propósito, que entre la colección de originales que la Academia guarda, debidos a la pluma del fecundo escritor Don Rafael de Vida, existe uno que relata esa curiosa tradición, inventada seguramente en el pasado siglo, que, recogiendo aquellas opiniones que vemos notoriamente expuestas en la obra de Sánchez de feria, quiere que la etimología de Córdoba, sea 'Cor, tubal', corazón de Tubal.
Si tan graciosos dislates han podido vivir, ¿porqué no seguir fantaseando?.
III
Lo que hoy queda
En el plano de Córdoba formado a expensas de ayuntamiento en el año d e1884, están señaladas unas "ruinas de muralla vieja" junto al camino que limita la susodicha Huerta Maimón.
Esto es lo que más visiblemente queda hoy. Pero estos restos son grandemente interesantes.
Son restos de una muralla alta y potente, con torreones cuadrados a intérvalos regulares, de la que en algunos sitios, bien escasos por cierto, queda seguramente hasta cerca del coronamiento.
A esta muralla y sus torreones existen adosadas dependencias rurales de la dicha Huerta, que hace difícil obtener buenas fotografías.
Murallón derrumbado a la entrada de la Huerta Maimón. En segundo término se ve el camino que sube sobre la muralla.
En sus comienzos la muralla va circundando el camino que en otro tiempo se llamó "Camino alto de la Alameda" y también de "Casillas", y aún en algunos trozos sobre la misma muralla monta el camino.
El empuje de las tierras de la meseta ha volcado algunas veces la muralla. Prueba de ello, patente a nuestros ojos, es la fotografía número 2, tomada desde la entrada a la Huerta Maimón, desde la cual se descubre casi todo el camino a partir del cementerio de la Salud, con los restos del lienzo volcado, y la línea, en suma, que dicha muralla determinaba, que es la misma del camino.
Los vestigios de dicha muralla se persiguen hacia Córdoba, por los accidentes del terreno, y restos indudables de la construcción bordeando la depresión de las hazas de la Salud. Debía cortar diagonalmente la avenida frontera al cementerio, por cuanto al alumbrar hace dos años la atargea del pilar que allí se ha reformado, se cortó la muralla, a leve profundidad, con datos de sus dimensiones que recogió el diligente director de nuestro Museo Arqueológico señor Navascués.
Pero, ¿qué relación tenía esta muralla con la de la ciudad actual? ¿Llegaba a unirse con ella? Por los vestigios descubiertos en la dicha somera excavación parece que se dirige un poco por cima de la Puerta de Sevilla, todavía más arriba de esa doble arcada en que la línea de herradura ha motivado opiniones y discusiones arqueológicas de gran valor para la historia del arte en España.
Pero desconocemos en suma, si había relación de continuidad, o de simple contigüidad, entre la muralla que consideramos, y las de la Puerta de Sevilla y sus inmediaciones. Problema que podrá desentrañarse algún día.
Sigamos la línea de la muralla, desde los restos aparentes y podríamos decir bien conservados de la Huerta de Maimón hacia abajo, paralelos al río.
Los restos bien pronto dejan de ser aparentes para un ojo inexperto. Pero el arqueólogo, o simplemente el fiel observador, sigue el rastro sin perder huella.
Un asomo de la construcción terriza, unos sillares en aparejo de soga y tizón que se ven llegar a un olivar, los guijarrillos sueltos del mortero, la hierba que se mustia sobre la línea del firma, somero, y sobre todo la línea de la depresión del terreno, que en el talud hacia la ribera está contenido por esta muralla, son jalones que van marcando el paso de ella, por tan interesantes lugares.
Verdaderamente asombra que las sonadas hazas de la Salud, tan pooc conocidas de los cordobeses por estar apartadas de caminos y paseos fáciles, sean tan alegres, tan abiertas, tan a propósito de construir una ciudad en ellas.
Constituyen una amplia colina, aún más hermosa y llana que la colina sobre la cual se asienta Córdoba, que para el ojo y el anhelo de un reformador son verdaderamente el más hermoso solar que se pudiera soñar para construir una Córdoba nueva. (Es curioso señalar el hecho de que, en la noche de San Juan, acuden a estas hazas llenas de cascotes, gentes del pueblo con velas de color verde, a usanza mora para cavar en busca de imaginarios tesoros.)
La línea de la muralla se sigue bien, paralela a la linde del río, hasta la Huerta de Valladares. Corta el camino que allí baja hacia la Alameda del Obispo, y después se pierde. Ya no quedan rastros. Ya no descubre más, hoy día, el ojo más experto.
Toda la demás descripción de Sánchez de Feria, que muy idealmente recorría el perímetro amurallado de esa misteriosa Córdoba, otra Troya donde hoy se ara y se siembra, no ha dejado la menor traza.
Además, las hazas aledañas, de ahí en adelante, ya no presentan aquelas riqueza de cascote, teja rota y restos múltiples de construcción de que están materialmente llenas las anteriores.
El rastro se ha perdido. la muralla que seguíamos desde un kilómetro y medio aproximadamente, no aparece hoy por parte alguna.
Veneros de la Huerta Valladares aflorando al pie de murallón de almendrilla.
También será preciso esperar que nuevas investigaciones, casi siempre casualidad, digan por donde seguía tal recinto amurallado, si es que alguna vez siguió, y no quedó en los linderos esbozados.
¿Se trataba de una construcción que quedó sin terminar? ¿Es qué arando y sembrando las tierras se han destruido los vestigios del extenso perímetro que describe o adivina Sánchez de Feria?
Si se sigue la línea ideal de la muralla, tal como la describe ese autor, la línea del río abajo, ya no se ve más muralla, pero se descubren otras cosas no menos interesantes.
Detalles de notar son en la extensión que consideramos, limitada al sur por esa muralla en ruinas, además de la riqueza del terreno en detritus constructivos, la abundancia de conducciones de agua.
Sánchez de feria ya lo señala de manera ostensible, Habla hasta de lagunas que forman los acueductos rotos y aflorados.
Donde hoy es más patente esa riqueza de aguas es en las huertas que constituyen ese pago que se alinea al pie de la muralla, entre esta y el río.
Todas ellas están surtidas de manantiales que vienen por viejas conducciones, o que afloran al pie mismo de la muralla, como si fueran veneros perdidos que salen al sitio más declive. Es muy notable a este particular el venero de la Huerta Valladares, del cual adjunto fotografía.
También se descubrió, al hacer las obras de cimentación de la S.E.C.E.M., una espléndida conducción, de piedra, cegada, que abastecería estos lugares.
Llegamos al Cañito de María Ruiz. Es una hermosa huerta, bordada por bonitas alamedas y abundantísima en aguas, llevadas por largas conducciones.
Y allí, en la misma casa de la Huerta, se ve un viejo torreón no sabemos si de piedra o tapial, que sirve de núcleo constructivo a dicha casa. Y frente a él, un albercón grande, espléndido, embadurnado de aquel cemento rojo que solo los árabes ponían en su construcciones hidráulicas.
Poco antes de llegar a esa Huerta, en una suave colina que está a unos quinientos metros de ella, existe otra bonita alberca, inservible y seca, que tiene detalles de la más graciosa construcción arábiga. El muro sur de este albercón está construido sobre arquitos de medio punto que, entrelazándose, originan unas esbeltas ojivas túmidas, muy elegantes, a cuya liviana sombra podrían encontrar abrigo de los rayos solares del mediodía unos posibles peces de este viejísimo estanque, u otros posibles bañistas de la no menos vieja Córdoba musulmana.
Hay algo más en los alrededores de la dicha Huerta de Mari-Ruiz, tan interesante para el arqueólogo. Un puente de piedra, de clásico aparejo árabe, que cruza ese arroyo de Cantarranas que limita la finca, y cuyo eje está orientado hacia el noroeste. Puestos sobre el puente, y tendiendo la mirada adelante, se ven blanquear, al pie de la sierra, en línea recta, las ruinas de Medina Azahara.
¿Conducía allí el camino que cruzaba por este puente? ¿Qué relaciones había entre estos parajes y Median Azahara?
El ilustre arquitecto municipal don Félix Hernández, sé que ha estudiado este puente, lo ha fotografiado y medido, y entre otras dimensiones, halló la de catorce metros de anchura en el zampeado, lo que demuestra que se trataba de una vía ancha e importante.
No hemos visto más cosas. Si las hay estarán sepultadas
En definitiva hemos visto. Una ruinosa línea de muralla desde el frente del cementerio de la Salud, río abajo, hasta poco más allá de la Huerta Valladares, por cima de la Alameda del Obispo. Y más allá, siguiendo esta línea, un albercón, otra graciosa alberca, un puente ruinoso...
Sobre estos detalles sueltos, dejemos que la imaginación construya a su antojo, y reedifique y repueble esa Córdoba desaparecida y misteriosa.
IV
Buscando solución al enigma
Desechemos por hipotética e infundada la opinión de una Córdoba, no ya fenicia como querían los antiguos, sino ibera siquiera, como diríamos hoy. No ha y para ello fundamento de ningún orden.
Todos los restos que hemos descrito, muralla de la Huerta Maimón hasta la Huerta Valladares, y restos del Cañito de María Ruiz, como albercón, alberca, restos de torreón y puente, todo esto es claramente árabe. No lo decimos nosotros. Lo sostienen arqueólogos profesionales.
Nuestro amigo y compañero de Academia señor la Torre, opina que esas murallas misteriosas, hechas de tapial, sin acaso fundamento de sillar en sus cimientos, pero sin que el mismo sobresalga de la superficie del terreno, opina, repito, que son murallas árabes de la decadencia del siglo XI posiblemente.
Frente meridional de la alberca árabe en tierras del Cañito de María Ruiz.
En cuanto a los demás restos, su filiación árabe, el más modesto cordobés, que tantos maravillosos ejemplos tiene a la vista de tal arquitectura, no dudaría un momento en descubrirla.
Además, hacia ese Cañito de Mari-Ruiz ya se ha señalado por doctos investigadores que podría radicar la buscada y hasta hoy perdida Medina Zahira, lo potente morada del potente Almanzor, desafío del pueblo cordobés y flor de un día.
Don Ricardo Velázquez, en su obra sobre "Medina Az-Zhra y Alamiriya", publicada por la Junta de Ampliación de Estudios el año 1912, señala, en el plano liminar, como posible emplazamiento de Medina Zahira, ese lugar del Cañito aproximadamente. No conocemos mayores datos del mismo.
Nuestros arqueólogos locales, y creo que puedo señalar, sin temor a ser rectificado, la opinión de los señores La Torre y Hernández, también abundan en aquella creencia.
Median Zahira, en suma, aparte otras elucubraciones, sin fundamento alguno, pudo estar donde hoy el Cañito de María Ruiz. Todos esos restos allí subsistentes, vendrán a confirmar esa sospecha que necesita, así hay que reconocerlo, más firmes fundamentos para convertirse en realidad.
Pero, ¿y esa muralla que nace en las mismas puertas de Córdoba, y se sigue hasta bien cerca de aquel sitio, y podría seguir hasta aquel mismo lugar? Esta es la incógnita.
Mi opinión es que, esa muralla es la misma de Medina Zahira.
Sé que contra ella existen argumentos, pero allá van razones.
Medina Zahira, residencia del poderoso regente Almanzor, que se hizo proclamar rey, "melic carim", no era solo un palacio, más o menos grande, como nuestra concepción actual de la construcción se lo imagina.
Medina Zahira era toda una ciudad, como lo fue Medina Az Zahra que tuvo una población de unos veinte mil habitantes.
Oigamos los textos, más o menos originales.
Don Pascual Gayangos, en sus notas a la traducción de Al Makari dice:
"Ningún resto ha quedado del castillo y ciudad de Azzahira, que Almanzor construyó a imitación de Azzahara. El Edrisi no hace mención de ella porque en la época en que escribía este geógrafo ya no existía... el único historiador que da algunos detalles es En Noguairi. Por él se sabe que esta ciudad era también llamada Balis -Vélez- (según Ramírez de Arellano, probable corrupción de Bellas o Valles) y que estaba tan cerca de Córdoba, que habiendo ocurrido a mediodía la rebelión de El Mahdi y el destronamiento de Hixen, era allí conocida el mismo día".
El "Bayan Almogreb" dice que Almanzor eligió como emplazamiento un sitio que adquirió llamado Azzahira, notable por sus espléndidos palacios, en un punto avanzado sobre el río de Córdoba, y que comenzó la edificación el año 368 (978 de J.C.), para lo que hizo venir artistas y obreros y llevar máquinas considerables, decorando su palacio con un lujo deslumbrador. Instaló en él las administraciones y tesoros; estableció graneros dentro de su recinto y molinos en la llanura, y dió en arriendo las tierras próximas a sus ministros, secretarios, oficiales y chambelanes, los que levantaron palacios y casas considerables. Abrió también mercados para las numerosas caravanas, y el pueblo se presuró a establecerse en este sitio, cerca del jefe del poder, y los arrabales se unieron con los de Córdoba.
Dozy relata la fundación y destrucción de Median Azzahira siguiendo a En Noguairi principalmente.
"Medina Azzahira, dice Don Rivardo Velázquez en su mencionada obra, era no solo un plaaci, sino una ciudad, compuesta de pabellones, palacios y casas de campo, y sus arrabales llegaban hasta los de Córdoba.
Lo más concreto respecto de la situación de Medina Azzahira, continúa, es que estaba a orilla del Guadalquivir y no lejos de Córdoba, pues sus arrabales llegaban hasta los de esta ciudad y cerca también de Medina Az Zahra. En cuanto a la distancia a Córdoba, hay completo desacuerdo entre los escritores, lo mismo de Medina Azzahira que de Medina AzZahra, lo que indudablemente está motivado por lo errores que los copistas han ido cometiendo".
Dice El Katrás que en 992 una inundación entró de improviso en Córdoba, destruyó los bazares, y subió hasta Zahira le residencia magnifica del ministro.
(En la copia que tengo, existe el siguiente texto manuscrito en la misma)
Ángulo de la alberca en detalle
Por su parte, hé aquí lo que dice En Noguairi, el que da más detalladas noticias, en la traducción de Gaspar Remiro:
"Y cuando se le presentó la muerte (a Almanzor) recomendó que todo aquel polvo recogido fuese arrojado sobre su cadáver, al ser depositado en el lugar de su enterramiento, que fue Medina Az Zahira próxima a Córdoba".
Y más adelante, en al rebelión de Mohamed el Mahdi:
"Entre tanto la gente de medina Az Zahira ignoraba toda la verdad del suceso (la conquista del Alcázar de Córdoba por Mohamed) y sospechaba que se trataba de un asunto que fácilmente podía sofocar el jefe de la Almedina, hasta que supieron con toda certeza, que Mohamed había penetrado en el Alcázar y llegaron a creer que en aquella misma noche serían acometidos en Az Zahira" (Hay que tener presente que Mohamed sita a sus partidarios para la conquista del Alcázar "una hora antes de la puesta del sol").
Sigue diciendo En Noguairi:
"Hixen escribió el documento de su dimisión y de la proclamación de Mohámed, que pasó aquella noche en el Alcázar. Los de Bellas, que era Medina Az Zahira no se movieron ni uno solo, aunque constituian un numeroso contingente... Se levantó Mohámed en la mañana del miércoles, nombró canciller."
"Envió Mohámed a su primo Ben En Moguira con una tropa del pueblo, para atacar a los de Bellas; pero estos le rechazaron y pusieron en vergonzosa fuga hasta el interior de Córdoba. Más aumentó la tropa de los de Mohámed y rechazaron a aquellos hasta Bellas, en la cual penetró el canciller y fue saqueada. En esto los visires y eslavos pidieron la seguridad de sus vidas, y Mohámed accedió a su petición. Marcharon a él y aunque les reprendió duramente, luego les concedió su perdón."
"Ben Ex Xaris vino con el canciller para trasladar los valores, provisiones y armas que hubiese en Bellas cuando ya había sido arrebatado de todo ello en cantidad incalculable; pues en la noche del miércoles fueron saqueados muchos aduares que poseían los Amiries, como así también de los visires que estaban próximos a Bellas. Fue tal el saqueo de Medina Az Zahira que desaparecieron hasta las puertas y maderas, y con esto se trasladó el canciller a Córdoba. Pasados que fueron cuatro días, mandó Mohámed que fuera prohibido el saqueo practicado por la multitud, y se quedó sólo para trasportar lo que quiso. Y se dijo que lo que le llegó y todavía de Medina Az Zahira en tres días, importó la suma de 1.500.000 piezas de oro, y 2.100.000 de plata, y aún fueron encontradas después de eso algunas orzas que contenían 200.000 piezas de oro. Por fin Medina Az Zahira fue incendiada a diez días que restaban de Chumada II (19 de enero de 1009).
¿No se vé bien a las claras por este relato la contigüidad de Medina Az Zahira con Córdoba?
Además de esa compenetración en que vivian ambos núcleos de población, que permite a los de Bellas estar enterados de que Mohámed ha dado un golpe contra el Alcázar, habiendo sido el suceso al anochecer, están las referencias de todos o la mayoría de los cronistas, que dicen textualmente que los arrabales de Medina Azahira llegaban, o se unían con los de Córdoba.
Y para dar fuerza a todo esto, viene la opinión de Simonet, el sabio profesor de Granada, quien en su leyenda histórica sobre "Almanzor" fundamenta,
apoyado en textos originales, que Zahira estaba al Occidente de Córdoba en las Eras de la Salud, cuya opinión sañudamente combatida por alguno de nuestros historiadores locales (Rz. Arellano)viene ahora confirmada por toda clase de datos.
Reconstituyamos los hechos, según nuestra opinión:
Almanzor, para dar muestra de su poderío, como finalidad política, y también siguiendo la costumbre de todo magnate árabe, se hace construir en 978 una magnifica residencia de campo a donde se traslada con su corte, la magnífica Medina Az Zahira, que se puede colocar con gran seguridad en las tierras actuales del Cañito de María Ruiz.
Puente árabe del Cañito de María Ruiz
A su alrededor, reparte tierras entre sus cortesanos y pronto surge una ciudad de casas y palacios, cuyos arrabales llegan hasta los de Córdoba. Esta ciudad -Bellas, propiamente dicha- ocupa toda esa alta mesa de las Eras de la Salud, de magnifica situación que llega hasta Córdoba.
Esta ciudad es amurallada. Por el lado sur se pueden ver hoy las ruinas. El resto, si existió, ha desaparecido del todo.
En 988 Almanzor construye un segundo puente sobre el Guadalquivir, en el que gasta 150.000 dinares, emplazado por donde hoy el Molino de la Tripas. Debo recordar que, al reconocer las murallas de la Huerta Maimón con mi amigo el señor La Torre, en el trozo de ellas recién caído, y cuyos lienzos desmenuzados, he fotografiado, cree reconocer este competente arqueólogo las señales de, dos torreones casi juntos, que podrían ser una puerta en esa muralla cuya conjetura la apoya un dato más débil aín que consiste en la observación sobre ese lienzo volcado, de un corte en bisel, que podría ser el apoyo de un dovelaje de un gran arco, perteneciente a esa puerta. Pues bien, esta sospechada Puerta cae casi frente al puente que Almanzor construyó y que también desapareció ha mucho tiempo.
Y hemos reconstruido Meidna Az Zahira. Ya hemos repoblado Bellas, la ciudad de adulación y esplendor que nació a su sombra y llegó hasta Córdoba.
De esta manera, el propio palacio de Azzahira quedaría fuera del recinto amurallado de la ciudad de Bellas ¿Por qué no? El palacio tendrái su recinto propio e independiente como lo tienen el de medina Az Zahra, como se ve e n el mismo Alcázar de Córdoba, con su doble y tal vez triple recinto amurallado.
No olvidemos que, a pesar de todos los cantos de los poetas orientales, eran estos tiempos medioevales, tiempos de sangre y fuerza, en que los tronos se guardaban tras poderosos bastiones amurallados.
Pero todo fue inútil. Sucumbió Zahira a la devastación y al incendio. Y por si eso era poco, no mucho tiempo después, las revueltas berberiscas, sobre todo cuando en los años 1011 a 1018 próximamente Córdoba está sitiada durante cerca de dos años por las hordas africanas, asolan y destruyen todos los alrededores de la ciudad. Si algo quedaba de Zahira, entonces fue acabado de arrasar.
Es entonces cuando Medina Az Zahra sufre también los horrores del saqueo y el incendio. Todos los núcleos de población cercanos a Córdoba son arrasados, dicen la mayoría de los cronistas.
La misma capital vé de cuando en cuando siniestras luminarias en su propio recinto. En esos incendios se evaporaba para siempre la gloria que sobre Córdoba acumularon los califas Omeyas, de inmortal memoria.
Y de Zahira, de Bellas sólo quedó un suelo de cascote, que cual nueva Troya se ara y se siembre, y un viejo murallón arruinado que el sol y el viento van deshaciendo en polvo con que tejer el inmortal sudario de los siglos.
VI
Al rumor de unos sones orientales...
En la espléndida Zahira, muestra vana del poderío de los hombres, Almanzor reunió el lujo, la opulencia, el poder y los tesoros de su época.
Una corte de poetas aduladores y asalariados cantaba sin cesar las magnificencias de Almanzor, de quien recibían ricos presentes por sus bajas cortesanías.
Más de cuarenta parásitos vivían cantando las glorias de Almanzor, y a la cabeza de ellos Said, traído de Bagdad, era el adulador más cumplido. Así cantaba las maravillas de Zahira.
"...esa fuente que corre sobre mármoles tersos y resplandecientes y que derramándose en el prado lo fecunda y hace florecer. Tú la mandaste brotar, y se levantó lanzando copioso raudal. En derredor plantaste alineada una arboleda frondosa y florida, que ostenta hojas de plata cuando sus frutos son de oro..."
En cierta ocasión, este poeta favorito hizo una petición a Almanzor.
"-¿Qué deseas?
-Que entre mi esclavo Cafur.
-Pues, bien que entre si le place. -contestó Almanzor.
Cafur era un negro gigantesco que penetró en la estancia con un trage hecho de cuadros de colores, y remendado como el de un mendigo.
-¡Pobre hombre! -exclamó Almanzor- ¿por qué le pones esos andrajos?
-Son las bolsas de dinero que me has regalado, señor. -contestó Said- con las cuales he podido vestir a un hombre de la estatura de mi esclavo.
Sonrío Almanzor la adulación y ordenó que se le entregaran nuevos presentes.
Otros poetas cantaban así el esplendor de Zahira:
"Aventaja el palacio en excelsitud al Jawarnac y al Sedir, y su magnificencia es tal que comparándola con la del mismo Iwan nada de hallaría digno de celebrarse."
"Obra de arquitectura tan maravillosa no hubiesen acertado a ejecutarla aquellos antiguos persas tan peritos en levantar fábricas gigantescas cuanto en la traza y ornato."
"Largos siglos pasaron sobre romanos y griegos, y no fundaron para sus monarcas edificio semejante a este ni siquiera que pueda comparársele."
Detalle del aparejo del puente
"Leones de metal muerden los llamadores de sus puertas y al sonar, parece que sus bocas repiten estas palabras: Alah acbar."
"Los mármoles que pavimentan este Alcázar parecen alfombras de polvo sutilísimo, perfumado con alcanfor."
En Az Zahira hubo escenas contadas por los narradores, que recuerdan el más delicioso ambiente, propio de un Versalles de la Edad Media.
En cierta ocasión (Dozy, Historias de los musulmanes de España, tomo III) bebía Almanzor con el visir Abul Moguira ben Hazam en uno de los soberbios jardines de Zahira, porque, a pesar del respeto que mostraba a la religión, bebió toda su vida, excepto los dos años que precedieron a su muerte.
Era una de esas hermosas tardes que sólo se ven en los privilegiados países del Mediodía.
Una bella cantadora, a quien Almanzor amaba, pero que había concebido una violenta pasión por el huesped del ministro, entonó estos versos:
"Huye el día, y ya la luna muestra la mitad de su disco. El sol, que se oculta, semeja una mejilla, y las tinieblas que avanzan, el vello que la cubre; el cristal de las copas, agua helada, y el vino, fuego líquido. Mis miradas me han hecho cometer pecados inexcusables. Ay gentes de mi familia. Amo a un hombre que no está al alcance de mi amor, aunque se halla cerca de mí. ¡Ah, sí tuvieses la convicción de que tu amor es sincero, de buen grado arriesgaría mi vida con tal de poseerte! Un hombre generoso, cuando quiere alcanzar su fin, no teme ningún peligro".
Abul Moguira comprendió demasiado bien la intención de estos versos, y cometió la imprudencia de responder enseguida con estos otros:
"¡El medio, el medio de aproximarse a esa belleza, rodeado de un vallado de espadas y de lanzas!¡Ah, si tuviese la convicción de que tu amor es sincero, de buen grado arriesgaría mi vida con tal de poseerte! Un hombre generoso, cuando quiere alcanzar su fin, no teme ningún peligro."
Almanzor no aguantó más. Rugiendo de cólera, desenvainó la espada, y dirigiéndose a la cantadora, exclamó con voz de trueno:
"-Dime la verdad, ¿es al visir a quien se dirige tu canto?
"Una mentira podría salvarme, respondió la valiente joven, pero no mentiré. Sí, su mirada me ha traspasado el corazón; el amor me ha obligado a decirlo; me ha hecho decir lo que quería ocultar. Puedes castigarme, señor; pero ¡eres tan bueno, te complaces en perdonar cuando se confiesan los yerros!".
Y hablando así, se deshizo en lágrimas.
Almanzor ya casi la había perdonado. Pero entonces su cólera recayó sobre Abul Moguira, y le abrumó con un torrente de reproches.
El visir le escuchó sin decir palabra, y cuando acabó de hablar Almanzor, exclamó:
"-Señor, convengo en que he cometido una gran falta; pero ¿qué podía hacer? Cada uno es esclavo de su destino; nadie escoge el suyo, todos lo sufren, y el mío ha querido que amara a la que no debo amar."
Almanzor guardó unos instantes de silendio.
"-Pues bien, -dijo al fin- os perdono a los dos. Abul Moguira ¡La que amas es tuya, y soy yo quien te la da!"
La vida grandiosa de Almanzor se retrata, como en un espejo, en la vida de su creación, la propia Zahira.
Las mejores descripciones que han quedado de Zahira, y las únicas, son los cantos de los poetas.
"Los Leones que reposan majestuosamente en esta regia morada, cantaba un anónimo que recoge Al Makkar¡, dejan resonar, en vez de rugi¬dos, el murmullo del agua que se derrama de sus bocas."
"Sus cuerpos parecen cubiertos de oro y en sus bocas se liquida el cristal...,"
"Ved como del pico de cada ave corre el agua límpida a manera de un caño de plata".
"Aunque mudas ellas aves debéis considerarlas elocuentes, pues el agua que vierten modula gorjeos, sones y silbos."
Otro decía de las puertas:
"Las umbrales de estas puertas son de oro purísimo y todas sus hojas se ven adornadas con preciosas labores a cincel."
"Los clavos de oro que sujetan la chapa resaltan graciosos, como los pechos de la huríes...,"
"Al tornar la vista a los peregrinos dibujos de los techos... no puedo mirar sin admiración esas golondrinas de oro... con tal habilidad han acertado los artistas... que representan hasta la sombra del animal que huye..."
De esas descripciones se deduce (Ramírez de Arellano, Historia de Córdoba, Tomo III ) que el palacio de Zahira tenía un gran patio central, rodeado de galerías con arces y columnas, sobre las cuates se alzaba otro cuerpo de edificio con ventanas y ajimeses. Las puertas de este patio que comunicaban con las habitaciones las guardaban leones de bronce. (¿Nacerían en Zahira los leones de la Alhambra?). Las hojas de las puertas las cubrían planchas de cobre cincelado, que los poetas llaman oro bruñido, y las paredes de los aposentos estaban decoradas con estrellas de plata sobre fondo azul. Los techos, pintados y esculpidos representaban paisajes con fuentes, flores, aves y escenas de cacerías.
En el centro de este patio había un gran estanque, y en su centro un elegante pabellón con fuente y surtidor. En el pabellón una enramada de naranjos simulada en plata con frutos de oro, y en él, unas aves que derramaban agua por el pico. También haba leones de surtidores en otras fuentes.
Pero el mismo Almanzor presagiaba que esta espléndida creación, y el porvenir mismo de su familia no serían de mucha duración.
Cuéntase que con lágrimas en los ojos, exclamó cierto día. iAy de ti, Zahira mía si al menos supiese yo por manos de que traidor has de ser devastada...!
Y como uno de los cortesanos tratara de desvanecer aquellos tristes augurios, replicó:
Tan cierto que veo ya la gala de Zahíra derribada en tierra, su rastro borrado, caídos y destrozados sus edificios. saqueados sus tesoros, y tos patios asolados por el fuego de la devastación."
A los siete años de su muerte, su predicción se había cumplido.
Al Maccari hace el curioso relato siguiente, tomado de un escritor de la época:
"Fué destruida Zahira, y pasó como el día de ayer. que ya feneció: faltaron de ella los estrados reales y los mimbares y apoderóse el robo de todo su ajuar, tesoros y armas. Su altivo poder vino a parar en vileza, no quedó para ella esperanza de restauración. sino que fue completamente arruinada, tornándose en días de tristeza sus tiempos de alegría y serenidad. Cuéntase que cierto varón de las edades pasadas se detuvo ante ella, y contemplando su fábrica excelsa a maravilla, y sus edificios altivos y suntuosos, le dirigió este apóstrofe: "Oh, casa maldita, en la que hay algo de todas las casas. También Alah llevará algo de ti a todas ellas.." Y en verdad, apenas pasaron algunos días de la plegaria de aquel varón piadoso, cuando fueron robados los tesoros y alhajas y todo destruido y saqueado, de suerte que no hubo casa en el Andalus en que no entrase aluna cosa de su despojo, en más o menos cantidad, As¡ quiso Alah que se cumpliese la invocación de aquel santo varón, que habrá sido glorificado por su Señor. Dénse pues alabanzas a aquel cuyo poderío jamás acaba y cuyo reinado nunca tendrá fin. No hay más Dios que El".
Rafael Castejón
Nota: una curiosidad no existe capítulo V, lo que puede suponer que o bien es un salto en la numeración, o una carencia que no viene en el original.
Publicado en el BRAC 8, 153-174 año 1924.