Fachada noroeste de la cortijada Orive Bajo
Ayer tocó expedición por el arroyo de Pedroches, antes de recibir la incorporación de Barrionuevo, ya alimentado también por el Villares, y La Ventilla. La búsqueda era un pozo de la cortijada de Orive Bajo, Uribe en otros textos. Nunca es mi intención enmendar ninguna plana, ni mucho menos, pero a este cortijo le llaman en todos sitios Cortijo de Valero.
Explanada de la entrada
En un plano de 1872, que amablemente me facilitó Manolo Trujillo, de la Plataforma A Desalambrar, sitúan la cortijada de Valero en la margen derecha del arroyo Pedroches, entre éste y el Arroyo de Santo Domingo, y el que nos ocupa está en la margen izquierda del arroyo de Pedroches, en altura, dominándolo desde arriba.
Entrada principal y arco ojival al fondo
Cuando se varía el toponímico, por la razón que sea, y en estos tiempos de tan enorme acceso a la información y sobre todo con la posibilidad de colocación de ésta, en lugares que pueden ser consultados con notable facilidad, se acentúan los errores, y se perpetúan. Reitero lo dicho de no enmendar la plana, máxime teniendo en cuenta que quien esto suscribe, es un lego absoluto en la materia topográfica, toponimia y topo todo.
Otro ángulo de la cortijada
Lo que ocurre es que si tenemos acceso a una información de 1872, en este caso, y aun considerando que el topógrafo que la firma pudiese también equivocarse, estimo que sería necesario determinar que lo lógico es que aceptemos la información más antigua. Dicho esto, solamente para situar el toponímico de la cortijada desde mi punto de vista, y esperando que se pueda aceptar, o alegar lo que sea en contra, continuamos con la expedición.
Puerta este
Emilio Fernández y Abén Aljama, son dos intrépidos investigadores de la geología y muchas más disciplinas de nuestro entorno, y yo tengo la suerte de contarme entre sus amigos, y de que me avisen para poder disfrutar de estos paseos investigadores. Cuando uno es pequeño lo tienen que llevar a los sitios los mayores y cuando es mayor lo tienen que llevar los más fuertes. Tengo además la suerte de que se adaptan a mis posibilidades para que la ruta me sea más llevadera, cuestión que agradezco considerablemente.
Fachada noroeste de la cortijada de Orive Bajo
Ayer tocó visita a los terrenos de Orive Bajo, en otros textos Uribe Bajo, pero Orive en el fondo. Vehículo automóvil, hasta la casilla de peones camineros del Km. 5 (más o menos) de la antigua N-432, y bajada al arroyo de Pedroches, por la pista que se acondicionó para la construcción de la autovía de la ciudad, la primera que se hizo, despreciando la solución V, que al final, será la que se construya cuando... (eso no lo sabemos) dejen de robar a manos llenas, y la clase política sepa que el dinero del pueblo es finito, y está para mejorar la vida de éste que es quien la pone y la quita.
Arco ojival en el patio
Como para la construcción de esa tramo de vía de la N-IV , desde los Cansinos a los Visos, se utilizó el material de la cantera de Santo Domingo. Para evitar el rodeo por el Brillante, se buscó la solución de hacer una pista que saliera a la N-432 a la altura de la citada casilla de Peones Camineros, y así acortar el camino hasta el tajo de la autovía en construcción. Se pusieron unos enormes tubos en el cruce con el arroyo de Pedroches, que éste se encargo de destrozar en una de sus riadas, y se habilitó la citada ruta para circular los camiones con la piedra.
Ruina interior
Ese cruce del arroyo lo es de caminos también; el que continúa hacia abajo, hacia Trinidad, hasta el Puente de Hierro; el que va a la citada cantera y valle del arroyo de Santo Domingo, el que por la margen derecha del arroyo de Pedroches nos encamina hasta el precioso valle del cortijo de Barrionuevo; y el que por la margen izquierda del mismo arroyo, nos lleva, desde los terrenos de los Mártires -que es donde estamos, lugar de la famosa fuente de Los Mártires, que sirvió al imperio romano para abastecer también a la ciudad desde allí (unos de los ramales de Aqua Domitiana Augusta), y que no encontré cuando la busqué, a pesar de cuando pequeño haber sacado agua de ella, en su llano de peroles-, hasta en entronque con el arroyo de Barrionuevo, y sus enormes eucaliptos.
Lo que estimamos un silo
Pudiera ser el citado Camino Vecinal 43. "El que partiendo del que precede en la fábrica de fundición del arroyo de las Piedras y atravesando la vía férrea de Belméz se dirige por terrenos de la hacienda de Mirabuenos, hazas de particulares y los de la huerta de Don Marcos a la azuda del arroyo de Pedroches, desde cuyo punto prosigue por tierras de las huertas de la Trinidad, los Mártires, Orive el bajo, cueva de las Cabras, los Villares y lagares de Barrionuevo y de Jesús, terminando en el santuario de Santo Domingo."
El tornillo de madera
"El que precede en la fábrica de fundición del arroyo de la Piedras", cuyo cauce está ocupado por una empresa de ascensores, perreras, cuadras, talleres, etc., y el que a pesar de haber denunciado la ocupación ilegal del cauce hidráulico entubado, a la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba, mira ésta para otro lado, mientras se consolida su expolio por los usurpadores. Que a lo peor da derecho a la nuda propiedad cuando pasen los años.
Brocal del pozo
Debo pedir perdón por ramificar tanto la descripción de lo que nos ocupa, la expedición investigadora de una cavidad en la cortijada pero, es que es tan grande y penosa, la sensación que uno tiene de vivir en un país de delincuentes de todo tipo, que impunemente hacen de su capa un sayo, y la autoridad no ejerce, mientras los políticos elegidos piensan en el sexo de los ángeles.
Abén iniciando la bajada bajo la atenta mirada de Emilio
Y nunca mejor dicho refiriéndonos a los que ahora dirigen los destinos de esta ciudad, aunque los anteriores en el pecado también llevan la penitencia, ya que estamos con alegorías celestiales. Que no da uno un paso sin poder evitar pisar a más de uno, y la pena es que el pisotón es metafórico cuando el deseo interno sería que fuese físico con bota de clavos. Malditos sean.
Interior del pozo
Pues desde los terrenos de los Mártires, hasta el Orive Bajo, antes de Cueva de las Cabras en la Meseta Blanca -otro lío con el toponímico- que catastralmente es terreno de los Pradillos, llegamos, cruzando el arroyo de Pedroches que estaba permisivo, a la cortijada, después de una considerable cuesta que forzaba a Emilio, preocupado por mí, a mirarme repetidas veces después de haber elegido la subida más cómoda.
Abén comprobando las cuerdas
La sensación cuando se llega a un lugar abandonado de ese calibre es, por una lado de pena y otro de alegría, pena por imaginar el lugar en su apogeo -sin entrar en la situación posiblemente de esclavización de sus arrendadores o trabajadores antes el supuesto poder semifeudal del dueño- con el molino a pleno rendimiento, y de alegría por imaginar los atardeceres en la explanada de la entrada principal y los agradables veranos de sus umbrías.
Detalle del interior
Una colección de áloe vera silvestre, delimitaban el talud, por debajo del muro de contención que nos hizo pensar en su construcción por las ciclópeas piedras que lo componían. Un arco ojival, presidía el patio en el lugar donde se sitúa lo que consideramos el silo del material, y otro de otro estilo. En el centro, sin brocal, el pozo o cavidad a examinar. Una hermosa orza, yacía destrozada en el suelo del lugar que, seguro algún energúmeno de los que visitan los lugares más para destrozar que para admirar, se había entretenido en ello y había sido el titular del daño innecesario. Emilio dijo haberla visto entera meses atrás en un rincón del recinto.
Lo que llamamos zócalo en el interior
El pozo llamaba la atención y estimamos que podía ser un aljibe para el agua de lluvia, aunque el interior parecía sospechar que estaba excavado también. Ritual sagrado de Abén de preparación del material espeleológico, anclajes adecuados de las cuerdas, arnés, etc. Ayuda inestimable de Emilio y estorbo de quien suscribe más preocupado de inmortalizar los momentos.
Una vez estuvo todo preparado inició el descenso Abén, pero nada más poner el pie en uno de los laterales del pozo, se desprendió parte de lo que quedaba del brocal, quedando las piedras del mismo, en una situación que hizo desistir de la bajada por la peligrosidad de más desprendimientos. Vuelta a la superficie. Y suspensión de la bajada definitivamente.
Una cortijada con un molino que se supone sería de aceite, porque en el lugar no había campos de cereal ni siquiera cercanos. Una enorme piedra de molino para moler y los escombros nos impedían conocer más alrededor de la misma. En el suelo un tornillo de madera de rosca rápida y gruesa, como los de las prensas y otro trozo en la habitación interior o lo que queda de ella. En la pared una especie de fuente inversa porque llevaba el agua del exterior a la habitación interior por una conducción empotrada en la pared.
Una enorme viga de carga en el suelo y otra todavía en su lugar de origen. En la habitación interior otro pozo colmatado de escombros, pero con una tapa hermética que nos hizo suponer sería un silo. En suma, un lugar abandonado con una cavidad que descorazonó a Abén, primero por no haberla podido visitar, y poder sumarla a la lista de cavidades de Córdoba, y por otro felicitarnos por la prudente decisión de la suspensión de la bajada ante la más mínima sospecha de falta de seguridad.
Vista aérea general
Luego, mientras Abén investigaba los alrededores, por el llamado Barranco de Madre e Hija, buscando unos datos, Emilio y yo visitamos el eucaliptal de la desembocadura del arroyo Barrionuevo, y comprobamos como habían desaparecido todos los comederos de piedra que allí había. Años atrás -le conté a Emilio la anécdota- visitamos el lugar camino de Barrionuevo con una pareja de amigos recién casados, prácticamente en luna de miel, y tuvimos que cruzarlo con más o menos dificultad o torpeza, pues traía bastante caudal, y escuchamos decir a la enamorada esposa:
-Jóse, cariño, tú has sido de todos, el que mejor has pasado el arroyo.
Desde entonces, y volviendo a los topónimos, conocemos particularmente el lugar por: "el que mejor lo pasó Jóse"
Cortijada desde el aire
Una construcción en la orilla derecha del arroyo y pozo en la izquierda, además de unos bebederos metálicos, eran los únicos testigos. Caminamos vereda arriba en dirección a los Pradillos, buscando un pequeño salto en el arroyo, pero desistimos por el horario laboral de Emilio, los jubilados no tenemos desgraciada o afortunadamente ese problema. Vuelta sobre nuestros pasos y entonces vimos una piedra de moler en el propio arroyo, tratas de imaginarte como llegó hasta allí y no lo comprendes. Sería rodando, como un aro.
Plano topográfico del siglo XIX
En esta ocasión hicimos la vuelta por el margen izquierdo, ya que la ida la hicimos por el lado derecho, por no haber encontrado la entrada disimulada por la vegetación. Unos parajes bucólicos cercanos a la ciudad que la mayoría de los ciudadanos ignoran y, posiblemente, sea mejor, pues teniendo en cuenta que son usados por personas que se estiman enamorados del campo y aún existen destrozos, cuando el nivel estadístico aumente aumentaría exponencialmente el deterioro también. No hay mal que por bien no venga.
Plano Catastral de 1951
Una hermosa mañana de finales de enero que, si bien no fue satisfactoria espeleológicamente, si por el contrario, nos sirvió para discutir los toponímicos e imaginarnos épocas pasadas. Incluso en el afán de descubrir algo, Emilio y yo discutimos sobre una formación rocosa que estimamos podía ser parte del antiguo acueducto, cosa que desestimamos. Cuando llegamos a la pista, Abén nos esperaba anotando datos en su libreta de campo.
Polígono 81, parcela 51, 772.149 m2 Orive Bajo
Vuelta al coche, no sin antes una pequeña exploración en los arrasados terrenos de la urbanización tipo ciudad USA, que preside el hortero mausoleo, imitación "puerta de Alcalá" de color gris tumba. Color que posiblemente hace honor a los cientos de encinas y alcornoques talados del lugar. Buscábamos una entrada a una gruta similar a la de las cuevas romanas de cercana existencia, pero no la vimos.
Fotografías del autor y Google.
Planos facilitados por Manuel Trujillo de la Plataforma A Desalambrar.