Como he expresado en algún sitio en más de una ocasión, cuando se escarba en nuestra ciudad, en cualquier sitio, siempre sale una historia, que si tenemos suerte podemos enlazar con nuestra memoria, o en su defecto si no la conocemos, podemos disponer de ella inéditamente. Somos afortunados los cordobeses por disponer de tanto patrimonio, otra cosa es su cuido, de tantas civilizaciones distintas.
Al hilo de la entrada del Molino de la Albolafia, hay una serie de grabados y textos, que nos hablan de la Casa del Baño, o Torre de Arcas. En ella nos sitúan la misma además de como su nombre indica (ambos se refieren al agua), a la casa del funcionario de la Inquisición (en algunos sitios dicen del portero), o la vivienda del Alcaide de la Cárcel. Un grabado de los románticos, nos presenta un tenebroso Alcázar, majestuoso, eso sí, con sus tres torres supervivientes, Homenaje, Leones, e Inquisición. Con el Triunfo de San Rafael, la Casa del Baño y un esbelto acueducto que llega a ella, y bastante vegetación.
Mi memoria, con perjuicio de errar (como es natural), me trae recuerdo de huertas en la zona Aún no estaba construida la Avenida del Alcázar, que se inauguró , junto con los fastos monumentales de los años cincuenta, años en los que esta ciudad despegó en obras municipales de muchos monumentos y otras civiles, entre las que podemos citar los jardines del Alcázar, Avenida del Corregidor, Puente Nuevo, Avenida de Vallellano, Huerta del rey, Avenida del Dr. Fleming (Carretera nueva), y esta del Alcázar, Huerta del Rey, etc. etc..
Albolafia, detrás la Casa del Baño, a la derecha el muro del seminario .
Una curiosidad, encima de la Albolafia se ven unos postes de lineas de teléfonos.
Eran tiempos de los Festivales de España en el llano del Alcázar, que algo antes eran utilizados por los cientos de seminaristas, con los que la España del nacionalcatolicismo, llenaba los seminarios, para jugar al fútbol. Con las sotanas remangadas, imitaban a Puchades (alguno se ponía el pañuelo a la cabeza), o a cualquiera de los fenómenos de la época. Con el cuidado de que la borla de color azul o blanca, creo recordar según el nivel de estudios, no se cayera con el ejercicio futbolístico.
Nos vamos a situar en lo que yo llamo Cuesta de la Cárcel y que se llama ahora Teresa Jornet, desde los Mártires hasta la avenida del Alcázar. Frente, en la muralla, en la orilla del río, había una casa que según textos se construyó en el siglo XVIII, y cuyo uso se señala en el segundo párrafo de esta entrada, y que en mi casa se la conocía como la casa de la Huerta de Antoñita. Debajo, adosadas a la muralla estaban las tiendas de los sin techo, una lona inclinada era todo lo que tenían. Claro cuando venía una riada eran los primeros que desaparecían. Existe por ahí una fotografía en la que se ven la aguas juntos a las improvisadas tiendas.
Hay que tener en cuenta que toda la zona formaba parte de huertas dentro de la propia muralla. El lugar se rellenó después en altura por la Avenida del Alcázar, y también se rellenó el paseo del río, quedando las murallas un poco mochas, con menos altura que la que necesitaban en su momento para ejercer su función defensiva. Este paseo ya lo arregló el Corregidor en su día para esparcimiento de los ciudadanos, e incluso tocaba la música desde la muralla, y era además el Camino de la Alameda del Obispo.
Esta casa la vemos en grabados antiguos (en el que mejor se ve es en el de Guesdon de 1850), en los que podemos situar el Triunfo de San Rafael de la explanada de la cárcel, que se instaló en 1743, por orden de D. Pedro Salazar y Góngora, obispo de Córdoba y allí estuvo hasta 1952, fecha en la que se trasladó a la glorieta de Conde de Guadalhorce, delante de la estación del FF.CC. La vemos también en fotografías de finales de los cuarenta y principio de los cincuenta, evidentemente ya desvirtuada de su configuración original, pero con su inamovible torre de la muralla dentro.
Como curiosidad la citada torre, estaba encajada dentro de la casa, después con el derribo de la vivienda, ésta se quedó aislada, accesible y se usó durante tiempo, nocturnamente, por reuniones de perseguidos homosexuales por la dictadura (no nos extrañemos de la homofobia de países musulmanes o eslavos, porque la dictadura les aplicaba la famosa Ley de Vagos y Maleantes, que si bien se redactó en la República su uso fue horroroso con el régimen fascista), y la prostitución del Charco de la Pava (Vista Alegre) desplazada por las nuevas construcciones de la Avenida de Fleming. Hoy sigue estando igual, aislada, pero no se puede acceder a ella, que consta de una sola sala.
Cuando hace unos años, pocos, se reformó la Ronda de Isasa, rebajando su cota, para encajar el Puente Romano y la Puerta del mismo, salieron los restos de esa enorme casa, muros y el empedrado de alguno de sus patios, además de otra serie de construcciones, que podemos ver en alguna de las fotografías. También el antiguo muro, que debería discurrir por el centro de la avenida, pero no la muralla romana de la ciudad a la que está adosado el Seminario.
Torre de la Inquisición, en el centro del río vemos la torre del enorme cucharon que
llevaba la grava a la rampa de la orilla izquierda para la construcción del muro.
Hay un trabajo muy interesante, sobre los baños de la ciudad, publicado en el Suplemento Al-Mulk de Estudios Califales, nº 2, año 1961/62, del Boletín de la Real Academia de Córdoba, por el académico Miguel Muñoz Vázquez, de Villanueva de Córdoba, (1908-finales del s.XX), un maestro. Citando a Pedro Díaz de Ribas y otros autores, trata sobre la Torre del Baño que es la que nos ocupa, y nos describe lo siguiente:
"Nos dice Pedro Díaz de Rivas en sus "Antigüedades y Excelencias de Córdoba" (1) "que saliendo por la puerta del puente y caminando río abajo se ofrece primeramente el insigne edificio de la Albolafia que labraron los moros para encaminar el agua que se toma del río con prensa y después por el muro abajo era conducida en un canal cuyas reliquias se descubren hasta la torre del Baño, después vemos la torre del baño la cual quizás eligieron los reyes moros para bañarse en las aguas del Guadalquivir".
El muro de que nos habla Rivas, es el que circunda a la ciudad por su parte Sur, paralelo al río. De la existencia de la Albolafia, quedan muchos escritos documentados de finales del XIII que hablan de ella de la que en otra ocasión haremos su historia; también se la reproduce en el sello de la ciudad que se usó en aquel siglo, y hacia el ario de 1400, en otro sello en papel, en el que queda bien marcada su figura.
Igualmente la Torre del Baño se menciona en escritos del siglo XIV y en otro fechado en esta ciudad a 13 agosto de 1432 en el que se menciona la torre de las Arces o del Baño, donde tenían los alcaides del Alcázar armas para la defensa del Alcázar y Puente (2).
Que utilizasen como baño, los servidores del alcázar Califal, la torre de los Arcas, es muy posible puesto que en los días del caluroso estío cordobés es más preciado tomar el baño al aire libre y con las templadas aguas del Guadalquivir que cobijados bajo los Baños del Alcázar, que son umbríos y con aguas demasiado fríos.
La torre del Baño estaba embutida en una casa que se levantó a su alrededor, frente al mencionado Alcázar a primeros del siglo XVIII, posiblemente para vivienda de alguno de los oficiales del tribunal de la Inquisición, después, sirvió para el alcaide de la Cárcel a que fue destinado aquel edificio.
En nuestros días ha sido descubierta la mencionada Torre y demolida la casa que la envolvía. Parece que la Torre del Baño, como la Albolafia, van a ser restauradas ; es acertadísima la idea de conservar estos edificios para el acervo monumental de Córdoba. "
(1) Pedro Díaz de Rivas, Btca. Obispado de Córdoba, Est. r9 C. 31
(2) Archivo del Cabildo Catedral de Córdoba C. D. n° 64.
Y esta es una curiosidad más de nuestra ciudad, que la tenemos al lado y que no reparamos en ella.
Fotos de autor, AMC, Ladis, y la Red.
Bibliografía citada de Miguel Muñoz Vázquez y otros autores.
4 comentarios :
Buenos días, amigos. Desconocía la Casa de Baños. Es posible que cuando se dio a conocer al público en general yo hubiese cogido la maleta de la emigración. De baños recuerdo Torrepelote. También los chapuzones que nos pegábamos después de entrenar a los arenales. Decían que era bueno para hacer piernas. Paco, eres muy generoso llamando gracioso al del bote de pintura. Cuando veo esta u otras firmas como: fulanito quiere a menganita o a menganito etc. digo: los nombres de los burros aparecen por las paredes. Lo del pañuelo en la cabeza podía ser un esnobismo, o no. Darle de cabeza al balón y coincidir con el correillo, era chifarrada segura. Lo del incipiente jardín está muy bien visto, pero demasiada hierva había, si tenemos en cuenta que el rio era una cloaca. Seguro que te acordarás de cómo bajaba de alpechín y los productos químicos asociados, lo que no se es como estamos vivos. Un abrazo.
P/S: Si tuviese que hacer una Tesis Doctoral sobre Córdoba, seguro que empezaría consultando tus artículos. Puede sonar a coba, pero no lo es.
En primer lugar muchas gracias. Así se llamaba la torre y por ende la casa, lo de Arca le viene también de agua. La verdad es que el río salvo lo del alpechín en el fondo la contaminación no era de mucha química como pueda serlo ahora, normalmente de residuos orgánicos humanos. Una simple batería de Cadmio contamina mucho más que una cloaca. La verdad es que me quedo con ganas de llamarlo de otra manera pero en fin. Mi padre fue futbolista y siempre lo llevaba, a lo mejor debería haber puesto a Pichichi, con el pañuelo de cuatro nudos tipo albañil. Y muchas gracias nuevamente por lo de la tesis. Un abrazo.
Excelente información, Paco, como siempre. No conocía la existencia de esa casa, siempre he creído que la torre del Arca formaba parte de la muralla. Las fotografías son estupendas, porque añaden más claridad aún a la propia del texto. Yo no recuerdo haber jugado al fútbol en el Alcázar, seguramente porque allí sólo irían los seminaristas mayores. Nosotros lo hacíamos en el patio que aún se conserva y que estaba delante de la huerta, hoy desaparecida, creo que al convertir el viejo edificio del seminario en sede del obispado y un hotel de cinco estrellas para los sacerdotes mayores (para preparar la muerte más o menos al estilo de Cristo, su jefe. Los seminaristas llevábamos unas bandas, llamadas becas, con borlas blanca, azules o rojas, dependiendo de si estábamos en el seminario menor (los cinco primeros años), filosofía (los tres siguientes) o teología (los últimos cuatro). Un abrazo
Gracias Rafael. Pues si en esos llanos jugaban y no recordaba el significado correcto de los colores de las borlas. Lo que sí recuerdo eran cuando los sacaban a paseo y las filas eran bastante considerables. No es en tu época ni la mía desde luego, pero ese patio llegaba hasta la muralla del río como puede verse en las fotos, pero no la actual que fue un recrecimiento de la otra. Por ello la destrucción del molino y el camino de la Alameda del Obispo. Yo recuerdo cuando aún no estaba la avenida del Alcázar hecha y eran las huertas (la de Isasa si estaba hasta la cuesta de la Cárcel). Luego cuando la hicieron y conjuntamente con el puente nuevo el tráfico que pasaba por el único puente que hemos tenido en la ciudad en dos mil años, ya circulaba por allí, pero no con tanta intensidad como ahora. Mis padres iban a tomar el fresco a los dos bancos del soneto de Góngora y yo contaba los camiones (jugando) sin problema, el rato que estábamos allí, por lo que pasaban esporádicamente. Luego seguías las luces por la cuesta de los Visos cuando era zizagueante no recta como ahora, y no había nada delante que te impidiera verlos hasta arriba. Muchas gracias un saludo.
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