Fachada principal de la Huerta de los Arcos
Cuando dijimos de subir a la Huerta de los Arcos, sentí una enorme curiosidad, muchas veces vista en las fotografías románticas de Señán González, pero nunca disfrutada in situ. Lo más cerca cuando trabajaba en al empresa de autobuses de cobrador y me tocaba la línea Carril de la Huerta de los Arcos, o cuando pasaba por los aledaños camino de las Ermitas.
Hice la subida andando con Pancho, en ocasiones parecía el Angliru, por eso se las trae, Ángel la hizo en el coche, y a nosotros nos mereció la pena porque pudimos ver la cantera romana y las diosas que la guardan. En algunas fotografías la llaman la fuente. A media que vas subiendo disfrutas del hermoso paisaje aterrazado -dice Carbonell; el último del mioceno- de la huerta. El agua es abundante, tiene hasta su propia mina, y el paisaje que se domina es verdaderamente maravilloso. Los bancales de naranjos y otros frutales acompañan todo el camino. Es la herencia de los árabes.
Córdoba aparece majestuosamente desparramada por el apetecible valle para muchas civilizaciones, surcada por el Río Grande de Andalucía, y limitada por el horizonte fértil de la campiña. Desde la torre de Bujalance, la sierra de Jaén y de Martos, el cono de Alcaudete, las Subbéticas, el Picacho de Cabra, e incluso la serranía de Estepa de una sola panorámica, incluyendo la cercanas poblaciones de Montilla, Montemayor, La Carlota , etc. Solo cerrando un poco los ojos se puede adivinar la belleza de un amanecer o un atardecer allí, teniendo en cuenta que por la masa de la sierra el atardecer es más temprano.
Un palacete neomudéjar con un templete a su entrada con arcos, que es el que da el nombre a la propiedad. Fue una referencia de Córdoba a finales del XIX y principios del XX, y aún conserva, por aquello de quien tuvo retuvo, ese sabor romántico. El mirador. Un tú y yo novelesco. Las albercas. Otras edificaciones de la época completan el conjunto de la finca. Ha sido propiedad hasta 1911 de los Marqueses de la Vega de Armijo, que también tenían casa-palacio en la calle Tomás Conde del barrio de la Judería.
Luego su propiedad se difumina entre varios propietarios, y en la actualidad la ocupa la vasca Fundación Belrespiro, que parece se la cede a la Fundación Cordobesa para la Integración Laboral de los/as Discapacitados (Funlabor) una asociación benéfica cordobesa, para la integración laboral de las personas con discapacidad.
Fue visitado por los ilustres de la época. Como es lógico los borbones, padre e hijo, los Alfonsos XII y XIII, Ignacio Zuloaga vivió un tiempo, páginas de la obra La Gloria de Don Ramiro, del argentino Enrique Larreta se escribieron allí, a la sombra de sus palmeras y naranjos. El Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena dio conciertos, también la paz del entorno contribuyó, a que se acabara allí la obra Los Naranjos de la Mezquita de Salvador González Anaya. En fechas en las que escaseaban la oferta hotelera (sólo existía como importante el Suizo), hospedó a los visitantes importantes.
Era muy conocido su extenso salón principal decorado al modo oriental, sus jardines y como no, su producción naranjera que se vendía en los mercados de la ciudad. Existe una opinión autorizada, concretamente de mi admirado amigo Salcedo Hierro, de que el cuadro de Romero de Torres, "Muchachas en la balconada", retrataba unas jóvenes cordobesas en una balaustrada de la Huerta de los Arcos, es posible y nada más lejos dudarlo, pero he tratado de ubicar alguna parecida a la del cuadro y me ha sido imposible. Claro a lo largo de los años puede haberse cambiado el entorno. La casa no la tiene y la del mirador es metálica.
Tiene la propiedad hasta una cueva la llamada el Eremitorio del Monje. Como la describe ese formidable grupo de espeleología cordobés, el G40: "De escaso recorrido la podríamos describir de manera escueta como dos entradas situadas en un pequeño farallón rocoso que delimita una plataforma travertínica. Ambas entradas dan acceso a sendas salas que se comunican por un pasillo." Forma parte del laberinto de cuevas de los eremitorios cordobeses de toda la falda de la sierra, de la Arruzafa a la Albaida.
Carbonell Trillo-Figueroa la cita en un catálogo del 1917. Podemos ver la entrada en una fotografía de 1926, con un eremita en la puerta. Un maniquí recreando el eremita de la misma. Hubo un tiempo que se generó una especie de peregrinación hasta allí, y la gente depositaba monedas, que eran destinadas a la caridad.
Se tallaron en ella asientos y creo que hasta una especie de lecho. Le llama la atención al G40 que todas las referencias en la cueva están fechadas posterior a 1912, como si no hubiera estado permitida la visita hasta que los Sres. de Armijo dejaron la propiedad. De todas formas fue referencia obligada en las visitas turísticas de años posteriores, parece que las postales y los artículos periodísticos, sobre las excelencias del lugar la hicieron acreedora a ello, aunque el lugar se vende en el arca, como el buen paño.
Isabel Burón nos ha facilitado una fotografía del comedor de la casa de una fotografía de una revista cordobesa de los años 30 del siglo XX.
Una imagen de uno de los dos comedores de la casa, que fue publicada en una revista de Córdoba de los años 30 del siglo XX, y que nos ha facilitado Isabel Burón gentilmente. Nos habla de los frisos de azulejos de estilo granadino, las molduras y en el aparador una fotografía del padre de Regina. Dice también que ese mueble tuvo encima un platero de pared en madera de limoncillo que ella conserva.
Para hacernos una idea del boato de sus recepciones, una gacetilla del Diario de Córdoba de 1877.
"Un Almuerzo.- (Diario Córdoba, 5 de abril de 1877)
Aún agradablemente impresionados por la brillante fiesta ofrecida ayer al Rey y la Princesa da Asturias por los señores Marqueses de la Vega de Armijo, no podemos dejar da dedicarle algunas líneas, si bien estas nada dirán proporcionado á la importancia de la fiesta, y también teniendo en cuenta que con más espacio entraremos en detalles que el tiempo no nos permite hoy desentrañar.
Postal de Señán
Un rincón de la Huerta, el mirador
Fachada (Foto de Luis R. Alonso)
Tanto antes como después del almuerzo, como durante él, que fue espléndido, y del que también nos ocuparemos detalladamente, todo fue expansión y alegría para todos. Oímos frases á las reales personas muy lisonjeras para los ilustres Marquesas, que creemos olvidarán estos difícilmente, por más que fueran muy justas y merecidas. "
Paseo de las macetas
Fotos del autor y de la red.
Bibliografía de Wikanda y G40.
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ResponderEliminarPaco ¿La puede visitar cualquiera (o sea, yo)?
ResponderEliminarLansky no es público, pero estimo que si se solicita permiso no creo que lo nieguen. Es una apreciación personal desde luego pero creo que no me equivoco. Saludos y gracias.
ResponderEliminarIsabel Burón dijo:Magnifica descripción. ..he conocido muy bien la huerta entre los años 60 y 90....los merenderos y grutas..esas albercas. .una de 5m de profundidad..jsrdined adornados con bancadas recubiertas de conchas...veneros que corren por sus laderas...la casa principal con axulejos un fuente al mas puro estilo arabe...hasta los aparadores del comedor tenian puertas con forma de arco y celosia...con historias de leyenda que contaban sus guardeses...y esa vista..que permite ver Sierra nevada. A principios de los 80 se interesaron por la finca unos árabes..e hicieron oferta..pero la dueña y especialmente su administrador no aceptaron. Además del valor histórico. .a mi me trae lis mejores recuerdos de los veranos que allí disfruté.o:
ResponderEliminarDesde la ventana de mi casa la puedo ver, y ese arbolote grande (creo que es un abeto) de tu tercera foto, me da la referencia para encontrarla.
ResponderEliminarRecuerdo que durante mucho tiempo me preguntaba dónde estaría la Huerta de los Arcos, y un día subí a la buhardilla, cogí los prismáticos que tengo para observar la sierra, y me topé con ella. ¿Serás tonto? me dije, la tienes delante de tus narices y no te has dado ni cuenta.
A ver si un día preparamos una escapada y nos asomamos, Paco.
Gracias, y un abrazo.
Cuando se sabe donde están las cosas que fácil es mirar, te lo digo por el Rodadero. Claro para los que tenéis finca de recreo en la ladera de la sierra, a un corto tiro de piedra de ella, es más fácil que para los que vivimos en barrios proletarios de bloques y asfalto. Un día quedamos. Un abrazo.
ResponderEliminarJe, je, "¡finca de recreo!"... claro, y con jacuzzi en el sótano.
ResponderEliminarEres un fenómeno, amigo.
Es un lugar mágico y aunque difícilmente visitable, probablemente parte de esa magia radique en mantenerse alejada de posibles proyectos empresariales. De momento se conserva muy bien gracias a los actuales guardeses, el buen uso de la Fundación de los niños y la ausencia de las rutas turísticas.
ResponderEliminarSí David creo que ese será el motivo de mantenerse, porque la fincas de recreo de solera que había por lo alrededores sucumbieron a la picota especulativa. Yo no he entrado dentro, tengo una amiga que si, desde la puerta he subido andando y visto los bancales y luego el jardín. Y doy fe de lo de los guardeses, no sé si vivirá Rafael, que ya era bastante mayor hace unos años. Muchas gracias.
ResponderEliminarPaco Rafael ya se jubiló. Si algún día quieres visitar la finca me avisas.
EliminarTe cojo la palabra David, Un día te llamo y quedamos, cuando pasen estos calores lógicos de agosto. Tuve en cartera hablar un día con la gerente pero no lo hice.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola! Me fascina la historia de este sitio. Mis abuelos y mis bisabuelos cuidaban de la casa sobre los 50 y 60. Mi padre lo recuerda muy bien... Me encantaría poder conocer la Huerta.
ResponderEliminarMgm123 muchas gracias por el aporte, yo te diría que te llegues, con ese bagaje de la presencia de tu familia en esos años que citas, seguro te dejan entrar y visitar la huerta. Un saludo
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