La Carretera Nueva (foto Ricardo)
Cuando vi la fotografía de Ricardo que encabeza esta entrada se me vinieron a la cabeza multitud de recuerdos. Para los niños de la Judería salir a la Carretera Nueva, era salir al campo. Una calle abajo, hacia el sur, teníamos el puente romano y el río. Por el oeste el campo: el Charco de la Pava, despertar de la adolescencia al sexo comercial; Vistaalegre; la “hoyá”; el cine Avenida; un poco al noroeste, la Puerta Almodóvar; entre el cine Avenida y la Puerta, la Huerta del Rey, y agua mucha agua que corría Huerta del Rey abajo, arrimada a las puertas falsas de muchas casas de la calle Judíos y Tomás Conde, que ahora circula por la barbacana de la actual calle Cariuan. Luego, ese gran charco de agua se unía para correr por delante de la casa de Juan Barazona hacia el río, donde de vez en cuando se escuchaban desde la cancela exóticos ruidos como; un rugido tímido de león (aún era joven y lo criaba la niña), un loro, papagayos, creo que un búho real, y algún mono. En ese lugar hicieron un puente para que pasara el arroyo la Carretera Nueva, que era de relleno y estaba en alto.
El Campo Santo de los Mártires ya lo había rellenado el monarca cristiano, creo que Alfonso XI, tapando los Baños Árabes Califales, con casi cuatro metros de tierra, y creando así el Campillo del Rey, por eso el nombre de la Huerta de al lado. Luego destaparon los Baños en el 1903, los volvieron a tapar, y los volvieron a destapar en los sesenta, y tuvimos muladar bastante tiempo, afortunadamente el último destape fue en condiciones y es lo que tenemos ahora. Ahí mismo, delante del Garaje Alcázar el “madrileño” un amiguete de correrías, se corto con un cristal al meterse en la charca que formaba el agua de la alcubilla de la Puerta de Almodóvar, camino de la otra Puerta, la de Sevilla, y de otra más la de Los Sacos. El cristal de una botella, le cortó hasta las sandalias de goma, aquellas que te dejaban las ventanitas de suciedad al llegar a casa y quitártelas. Le amarramos varios pañuelos (el que lo tenía) y corriendo para su casa, y de allí a la Casa de Socorro de la calle Góngora, eran las urgencias de la ciudad, y si era menos grave al Manolón de la Farmacia de la Catedral, que también curaba emergencias.
El cine de verano Avenida; películas como: la Tonta del Bote, las de Kit Carson (este héroe del oeste americano en blanco y negro, que saltaba desde la planta alta del salón al caballo, alguno de nosotros quiso imitarlo al subirse a la bicicleta y no le deseo a nadie el dolor de la entrepierna si entre ella y el sillín se interponían otros órganos que están separados del cuerpo para su refrigeración), en varias jornadas; el perro Rintintín; la Mula Francis; Stan Laurel y Oliver Hardy, cuando el llorón de Stan decía con su acento característico:
–Oliver, tengo mucha hambre, llevamos tres días sin comer; ayer, hoy y mañana.
Luego la modernidad, supresión del cine y creación del Mercado, que antes había sido suprimido de la calles de la Judería. Colegio convertido en Restaurante (Almudaina), bloques altísimos que cedieron por el agua del arroyo, y tuvieron que ponerles inyecciones de cemento, muchas inyecciones, para rellenar con hormigón el socavón del agua. Y un Convento que pasó a edificio oficial.
Si miramos la fotografía, al fondo de la Carretera Nueva se ve el Casino Militar el de la Avda. de la República Argentina, claro aún no estaba el “Palas”, el hotel Córdoba Palace con su moro y todo. A la derecha campo, la Huerta del Rey encharcada, y la Cruz Roja, a la izquierda al fondo, tímidas casas de la Ciudad Jardín y el Charco de la Pava, y más a la izquierda la esquina de la casa de Juan Barazona, en el borde del arroyo. Y en el centro dos marmolillos que eran los pretiles del puentecillo del arroyo.
Francisco Solano Márquez, admirado maestro de periodistas, que dirigió ese esperanzado, que fue, diario La Voz, a su vez es escritor cronista de la ciudad, entre muchos, tiene un libro fechado en 1985, que se llama “Memorias de Córdoba”, en el que entrevista a ocho personajes de la ciudad, a la vez que deja una preciosa semblanza de esos años y de Córdoba. En una de ellas, Francisco Solano, le hace una pregunta al periodista gráfico Ricardo, en un apartado referido a los visitantes ilustres a los que éste fotografió, sobre Sir Alexander Fleming en su visita a la ciudad en 1949, y éste le dice:
Sir Alexander Fleming, premio Nóbel
“La visita de Fleming a Córdoba -evoca ahora, treinta y cinco años después (la cita es de 1985, ahora hacen 63 años)-, fue de una emoción indescriptible. Recuerdo a la gente sencilla besándole las manos en la Puerta del Puente...; pero él no le daba importancia; los levantaba y los abrazaba. Luego visitó el monasterio de San Jerónimo; le acompañaban muchos médicos cordobeses, entre los que recuerdo a don Enrique Luque y a don Rafael Blanco León.
-A raíz de aquella visita le dedicaron a Fleming una calle en Córdoba.
“La visita de Fleming a Córdoba en 1949 fue de una emoción indescriptible. Recuerdo a la gente sencilla besándole las manos.
-Me voy a tirar un pequeño farol. Le dije yo a don Alfonso Cruz Conde cuando estaban iniciando aquella calle:¿Por qué no le ponen ustedes a esa calle Doctor Fleming?. Y se le puso.”
Sir Alexander Fleming protagonizó una humana anécdota con Gabriel, el guardacoches de la Mezquita, en la calle Cardenal Herrero, delante del Arca del Agua.
La Avenida del Dr. Fleming actualmente
Sir Alexander Fleming protagonizó una humana anécdota con Gabriel, el guardacoches de la Mezquita, en la calle Cardenal Herrero, delante del Arca del Agua.
Y desde entonces nuestra Carretera Nueva, la de las gentes de ese barrio, se llama Avenida del Dr. Fleming.
Fotografías de Google y Ricardo.
Bibliografía de "Memorias de Córdoba" de Francisco Solano Márquez, 1985.
Dibujo de Francisco Solano Márquez, de Ángel López Obrero.
Dibujo de Francisco Solano Márquez, de Ángel López Obrero.