Una vista de la Casa de los Navajas en Torremolinos
Un par de días en la zona de Bajondillo no vienen mal, aunque sean de tortilla deportiva, ensaladilla, y fiambrera -ahora tupper-. Para aclarar, aunque creo que no es necesario, Banjondillo es una zona de Torremolinos y una de sus playas. En ella está el palacete de D. Antonio Navajas, que creo, sin lugar a dudas es la joya de la corona del Ayuntamiento de Torremolinos. Antonio Navajas, de Churriana, se instaló en unos terrenos llamados de San Isidro, en lo que ahora es el aeropuerto de Málaga, que entonces eran propiedad, como no podría ser de otra manera, del Marqués de Larios, y en ellos se inició en el cultivo de la caña de azúcar. Mucho dinero tuvo que ganar con el cultivo, que decidió construirse una “casita” en lo que entonces era un lugar baldío de los acantilados de la costa de Torremolinos. Mi amigo Miguel Cano, ya fallecido, anarquista de pro, compañero de trabajo de muchos años, condenado a muerte en la guerra civil, e indultado por un montón de años en un campo de concentración, era natural de ese pueblo y me contaba lo que era el mismo antes de la guerra, un pequeño pueblo de pescadores, que ni por ensueño entonces pensarían en lo que se iba a convertir con el boom del turismo de este país.
La entrada principal
En los años de la construcción del palacete, 1925/1926, el estilo neomudéjar, floreciente desde el siglo XIX, era lo que predominaba. Similares fueron las construcciones malagueñas de; la Plaza de Toros, antiguo Correos, el rectorado de la Universidad y el Mercado de Salamanca, entre otras. En 1991 fue declarado de Interés Artístico por la Consejería de de Cultura de la Junta de Andalucía, Decreto que englobó un amplio paquete de lugares y edificios andaluces. Su interior está decorado a similitud de la Alhambra de Granada. Los zócalos del exterior proceden de Toledo y Talavera. Tiene dos plantas, la baja de servicios, con un gran hall y el despacho del propietario, y la alta con un dormitorio, terrazas y dos torres que, en su momento, serían la delicia de los propietarios, por la amplia visión del litoral, que por el este permite ver las costas, en días claros, hasta de Almuñecar.
Cerámica talaverana y toledana de la decoración exterior
La visión del litoral no existe hoy en día, pues el palacio de los Navajas está, como puede verse en alguna foto, enquistado entre horrorosos edificios, que lo agobian por todos lados, frutos de la especulación urbanística del franquismo y de la democracia. Seguro que ninguno de los edificios, de ésta y otras zonas costeras, cumplen con la Ley de Costas. Tres generaciones de los Navajas se han criado en este palacete. En el año 2000 pasó a formar parte del patrimonio municipal, en virtud de un convenio urbanístico que le permitió a los nietos de Navajas, construir en dos parcelas colindantes.
Una torre lateral
En principio se pensó dedicarlo a museo y a residencia de huéspedes ilustres, seguro que pensando en los petroleros jeques del golfo Pérsico, no en otros, por aquello de la gran cantidad de escaleras que tiene. La rehabilitación es lenta. Este año hemos observado como los tejados están reparados y algo es algo. Hay que reconocer que, como están las cosas, aún pueden pasar otros doce años con los titulares que lo habitan, y que son una gran familia de gatos. Pero por lo menos ha quedado en pie y la piqueta no ha hecho mella en él, aunque la del tiempo que también es piqueta, puede hacerle la puñeta.
El horror urbanístico visto desde el apartamento
ADDENDA
Mi amigo Manuel Pérez me ha remitido un reportaje fotográfico de la casa una vez reformada en octubre de 2014, al que agradezco su deferencia y que incorporo a esta entrada.
Bibliografía de la Red.
Qué interesante Paco, espero hayas pasado unos días relajados en la playa que ahora vienen del diez. El edificio es precioso, del mismo estilo neo-mudéjar que la antigua Facultad de Veterinaria de Córdoba, hoy día Rectorado de la misma. Bien es cierto que la especulación urbanística ha destrozado todo el litoral andaluz en este caso, apenas quedando rincones sin edificar.
ResponderEliminarLucas muchas gracias. Es estilo es el que se llevaba en ese tiempo, la Facultad de Veterinaria andaba por ahí por los veinte del siglo idem. Yo soy más de encina y alcornoque que de playa, es decir de secano puro y duro, pero no viene mal salir de la rutina aunque sea día y medio. El otro día, no se dónde, leí que estabas celebrando un aniversario de felicidad, no te dije nada pero me alegré, así que ya lo sabes. Un abrazo.
ResponderEliminarVaya, Paco: me alegro de tu devaneo torremolinero. Tal y como están las cosas, hay que oxigenarse cuando se pueda, que no sabemos hasta cuando se va a poder. En el año mil novecientos sesenta y cinco -ya llovió- estuve yo por primera vez en Torremolinos, en un viaje de fin de estudios de la Universidad Laboral. Esa casa, que me llamó la atención, estaba todavía prácticamente sola y es verdad que era una preciosidad. Entonces no había aún ni un solo edificio en la propia playa y el pueblo era todavía un lugar apacible, aunque ya frecuentado por extranjeros. La playa del Bajondillo era inmensa. Estuvimos dos días en Torremolinos y yo recuerdo que era una verdadera delicia -yo sí soy playero, aunque también de encina y alcornoque- tumbarse en la arena a la caída de la tarde, con la playa prácticamente vacía. Tu entrada me ha traído un montónde recuerdos de aquellos dos días y de los ocho que anduvimos por Andalucía (entonces no había pasta para más)
ResponderEliminarRafael
ResponderEliminarGracias en primer lugar. Pues entonces has visto la zona como vergel. Mi amigo Cano es que nació allí y sus comentarios eran que en Bajondillo no había ni pesca, pues el barrio de pescadores estaba en el otro lado, en el oeste. Desde el saliente, que divide las dos playas, hasta cerca del campo de golf hace la playa de Bajondillo enorme. De playas grandes recuerdo desde la Antilla a Isla Cristina, que recorrí en los sesenta y poco en bicicleta -Todo sin edificios, solo el barrio de pescadores del Antilla-, y la de Zahara de los Atunes hasta Barbate, enormes ambas.
Ya has visto que el viaje ha sido en plan fiambrera, tortilla ferroviaria y filetes empanados.
Un abrazo.
Paco que alegrìa haberte tenido por mi pueblo, ver esta entrada con ese edificio emblemàtico que este municipio no ha sabido sacarle provecho, por lo menos lo han restaurado y espero que sigan mantenièndolo, aunque su entorno es una pena urbanìstica. Paco te confieso, que hemos estado en NY no con fiambrera y filetes empanados porque no nos dejaban pasar comida, pero si con hot dog y muchas bagels, lo importante es conocer el comer en casa....jajajaa
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
fus
Fus siempre que voy pienso en la posibilidad de poder saludarte personalmente, pero el año pasado estabas en Valencia y este en NY, NY. Ya habrá ocasión porque estamos a un paseo en coche desde Córdoba (sin darles a los sres. de la de Peaje 4,65)Un abrazo.
ResponderEliminarPues nada en la pròxima ocaciòn nos conocemos y charlamos un rato, serà genial.
ResponderEliminarun abrazo
Paco
De acuerdo Fus, te pondré un correo cuando vaya a ir. Será un honor conocer al blogero que mas concurrencia tiene en su blog.
ResponderEliminarUn abrazp