martes, 1 de mayo de 2012

CALLEJA DE LA TORRE DE SAN ANDRÉS


Vista de la torre de San Andrés desde la fachada norte 

Hay una calleja en San Andrés muy pintoresca, que en principio rodea la fachada de la torre y luego la del ábside primitivo, para después de unas cuantas vueltas (cinco) salir, después de pasar una placita con una fuente, a la calle de Almonas, hoy Gutiérrez de los Ríos (ver vídeo). Esta calle como podemos ver en el plano de Casañal de 1851, no tenía salida. Ahora tiene nueve casas, seis en los impares y tres en los pares.

Detalle del escudo de la torre en su fachada norte

Tendríamos que introducirnos en la historia de la iglesia, puede que de las más antiguas de la ciudad, para explicar sus derroteros. Sólo decir que en las iglesias cristianas, normalmente, su altar mira al este o a Jerusalén y su rosetón y puerta principal al oeste. Ésta iglesia, por el contrario, mira al norte su puerta principal y el altar al sur. Esto puede verse en la vista aérea donde se ve claramente el crecimiento de un ala del crucero hacia el norte, quedando el ábside primitivo al este.

Perspectiva de la torre desde la calleja, fachada este.

Esta cuestión la explica la razón de que en un momento hubo que agrandar la iglesia, y como no podía hacerse hacia el oeste (dónde está la primitiva fachada principal y el rosetón) porque hubiera habido que derribar casas, se optó para el ensanche por la zona del cementerio. Entonces decidieron aprovechar el crucero y prolongarlo hacia el norte, por esa razón está al contrario que la mayoría de las iglesias fernandinas.

Parte del antiguo ábside y placita con ciprés, fachada este

D. Teodomiro Ramírez de Arellano en su libro Paseos por Córdoba, en el paseo referido al Barrio de San Andrés, cuenta dos historias, y transcribo la que él estima como más creíble, porque pudo ser fruto de una mente humana, sin entrar en cuestiones de ultratumba, mucho menos aceptables. Es la historia del asesinato del sastre García por su pesado, borracho y ordinario, amigo Luis.

Ábside, ventanas

“Historia del Maestro Sastre conocido por García

Entre la multitud de tradiciones cordobesas, con que tanto se han entretenido los curiosos, figuran dos de esta iglesia, las cuales referiremos a nuestros lectores, prescindiendo de lo inverosímil de su relato.

Una ventana y un farol

Como a mediados del siglo XVII vivía en una de las casas de la calle de San Pablo un maestro sastre conocido por García, el que estaba ya cansado de las majaderías de un tal Luis, amigo suyo, muy dado a la embriaguez. Diariamente iba a su tienda, aburriendo a los parroquianos con las palabras descorteses que le inspiraba su lamentable estado.

Ábside y torre, caras sur y este

Un día llegó, y el García lo despidió diciéndole que no lo quería en su casa mientras estuviese embriagado. Calló el otro y, yéndose a los Cuchilleros, hoy la parte alta de la calle de San Fernando, compró un cuchillo y se volvió a casa del sastre, quien, al volver a reprenderlo, recibió una puñalada tan atroz que lo dejó muerto en el acto. 

Arquito en la placita de la fuente.

La proximidad al Ayuntamiento hizo que al momento llegara la noticia y salieran los alguaciles o corchetes en persecución de Luis, quien apretó su carrera y, viendo abierta la parroquia de San Andrés, se entró en sagrado, librándose de la acción de la justicia.

Fuente pública (Cualquier viernes será privatizada)

La familia del sastre quiso se le hiciera su funeral y, siendo pequeña su casa, depositaron el cadáver en la misma iglesia en que se encontraba el asesino. Llegó la noche. El sacristán invitó a Luis a irse a sus cuartos; mas él, no fiándose, contestó estar bien allí, donde quedó a vista de su víctima. Ya solos, la imaginación inspirada por la conciencia le hizo ver que el cadáver se levantaba y se dirigía hacia el lugar por él ocupado. Mudó de sitio, mas fue en vano; corrió por la iglesia, y siempre se veía perseguido por el muerto, que le demandaba venganza de su crimen. 

Salida o entrada a la calle Almonas (hoy Gutiérrez de los Ríos)

Ya fatigado y sin saber qué rumbo tomar, se encontró abierta la escalera de la torre, entonces un campanario de no mucha elevación, y subió a ver si allí se encontraba libre del que tanto lo perseguía. Su imaginación no desechaba tan fatídica idea, y bien pronto pareciole que aquél subía precipitadamente en su busca. En la torre no había escape y sería inmolado por la justa ira de su víctima.

Rótulo en la salida a Gutiérrez de los Ríos

En tan triste situación, echa a la calle una de las cuerdas de las campanas, deslizándose por ella para ponerse en salvo; mas cuando aún le faltaban tres o cuatro varas para llegar al suelo, se rompió aquélla, y cayendo se fracturó una pierna, quedando fuera de sagrado y sin movimiento. Llegó a poco la ronda y, reconociendo el bulto, hallose con el delincuente a quien tanto había perseguido, llevándolo a seguida a la cárcel.

Luis reflexionó al día siguiente sobre su alucinamiento, y acudió a la autoridad eclesiástica para que lo defendiese por estar aún en la jurisdicción de la iglesia cuando fue preso. El corregidor se opuso, y como lo tenía en su poder, antes que el asunto se resolviese lo hizo ahorcar para que desde el otro mundo esperase el fallo de la competencia.”


Verdad o no verdad, lo cierto es que nos alimentamos de leyendas ¿o acaso no las forma sin darnos cuenta nuestra memoria, jugándonos una mala pasada almacenándose en ella cosas, y dando viso de realidad después a lo que es un recuerdo posiblemente adulterado? El mismo episodio vivido por dos o más personas, no lo recuerdan lo mismo éstas. Cosas de la memoria.


 

Fotografías y vídeo del autor y Google
Bibliografía de T. Ramírez de Arellano

2 comentarios:

  1. Muy bonitas las fotos. Siempre me ha gustado pasear por esa calleja de la torre de San Andrés. La leyenda no la había escuchado nunca. Enhorabuena Paco.

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  2. Muchas gracias Andrés. Lo cierto es que es muy bonita y vivir allí es hacerlo en el centro de la ciudad y sin coches. Un abrazo.

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