De insólita se puede expresar la presentación en el Cementerio de la Salud. Es una original presentación y sobre todo arriesgada. Los compañeros de la Editorial el Páramo arriesgan en tiempos complicados y el deseo de todos es que la aventura les salga lo mejor posible. Este cementerio fue de lo mejor que nos dejó el francés, la modernidad, modernidad que ya se encargaría el felón de Fernando VII de cercenar. Cementerio que empezó a funcionar en 1811, adosado a la antigua ermita de la virgen de la Salud de1665.
En una placita del citado cementerio burgués, formada por las parcelas de S. Agustín, S.José, S. Mariano y S. Antonio. En las cercanías del panteón de los Pedro López, con la silueta inconfundible de la última morada del Marqués de Cabriñana, panteón de 1896 con las alegorías de la fe y la esperanza en su portada, en la parcela de San Juan. Un horizonte de frondosos verticales cipreses, con un cielo de destacados nubarrones negros, que deja entrever en ocasiones un sol que se va, y que molesta por el contraluz. El sonido de un violín, cuyas notas cortan el silencio antes de comenzar la presentación con una clásica melodía, da un sentido muy especial al ambiente. Es un cementerio, pero lo mismo pudiera ser un jardín.
Las fotos de rigor. Las poses reglamentarias de cada reportero gráfico, pues cada uno quiere hacer su fotografía. Las entrevistas de los becarios que están labrándose su futuro. Otros escritores, como Francisco Solano Márquez, Matilde Cabello, amigos, familiares, paisanos, de lo que llaman la gran familia de la Editorial Páramo le acompañan. Toma la palabra Manuel González Mestre, editor, que glosa la personalidad del autor con citas de los clásicos griegos.
Y ruega a los medios que no se olviden de la Editorial cuando mencionen la presentación, que la editorial necesita de todos. Le sigue Joaquín Pérez Azaústre que comenta como había señalado una película de Natalie Wood que Alejandro no había visto, “Propiedad Condenada”, con un joven Robert Redford, y se desliza por el argumento de la misma buscando similitudes con la novela presentada. Y glosa la personalidad de Alejandro López en múltiples facetas.
Luego el autor manifiesta su agradecimiento a todos, dice que poco puede decir cuando parece que los que le antecedieron los habían dicho casi todo. Habla de fenómenos paranormales, del famoso túnel con luz al final y de que a un familiar que estaba muriendo se le apareció una virgen determinada. Estas cosas se creen o no se creen, pero es curioso que a una persona se le aparezca una divinidad de una determinada religión, con la cantidad de ellas que hay, y sobre todo de una determinada advocación.
Ahí lo esotérico se queda a la altura del escalón, es una cuestión de culturas y subconsciente. Otra cosa es el comentario de que lo llamó un “mago” y le dijo lo que estaba haciendo en ese momento, bueno telepatía, otra cuestión, trucos… pero para mí es más creíble que las apariciones marianas de la iglesia católica. Manifestó que cuando escribe versos no le gusta leerlos porque los estropea, por eso ahora que pretende leer unos párrafos de su libro lo advierte. Lee unos párrafos de su libro.
(Párrafos de la pág. 263 que leyó el autor:)
“Al detenerme, la música cesó. La soledad del recinto era inquietante y absorbía mi ánimo, lo resquebrajaba. Apenas se oía el lamento de los árboles mordidos por una brisa monocorde y el lejano y blanco gemir de una lechuza que la llovizna y el frío atemperaban convirtiéndolo en un murmullo mineral, un jadeo alimentado por el frío de las piedras y los desolados nichos de hormigón, donde crecía la flor del desamparo.
Después de un par de minutos, cuando al fin el viento sopló arrastrando la llovizna y en el cielo se abrieron grietas luminosas (la luna a esa hora estaba hinchada como un sapo), volví a oír de nuevo el gemido del violín. Ahora, además, sonaba con más fuerza, lo cual favoreció que me orientase y me encaminase, al fin, sin titubeos hacia el pequeño rincón del que brotaba aquel murmullo de notas cristalinas, paradójicamente dulces y espectrales.
Avancé hacia el lado sur del cementerio. El agua caída durante el larguísimo aguacero había inundado de charcos aquella zona y tenía que saltar y cruzar como podía para no ensuciarme. Había barro en todas partes y era una proeza avanzar junto a las lápidas sin mojarme siquiera los bajos del pantalón.
A medida que me aproximaba hacía el lugar (la zona moderna del viejo camposanto) la música del violín se oía más nítida, hasta que un perezoso gemido de mi padre me hizo enfocar la linterna hacia una hilera de nichos muy nuevos, recién hechos días atrás. Y a mitad de la hilera, en el más bajo, estaba él. Se hallaba muerto de frío y tiritaba, mientras tocaba temblando su violín y lanzaba quejidos sin fuerza, casi agónicos. La patética imagen desordenó mi alma.”
Nuevamente dio las gracias el editor, y fin del acto. Ahora que los lectores se encarguen del boca a boca, que es garantía del éxito, por mucho que el marketing ayude.
Texto del folleto:
“Alejandro López Andrada, Villanueva del Duque (Córdoba), 1957. Estudió Ciencias de la Educación, Comenzó a escribir muy joven, habiendo recibi-do premios como Nacional San Juan de la Cruz, Rafael Alberti, José Hierro, Ciudad de Badajoz, el Andalucía de la Crítica, Ciudad de Salamanca o Fray Luis de León. En 2010 fue galardonado con el Premio Ricardo Molina, por su obra "Las voces derrotadas " (Hiperión)
En narrativa ha publicado ocho novelas "La dehesa Iluminada" (1990), "La mirada sepia" (1994), "La bóveda de cuarzo" (1996), 'Bruma" (1998), "El césped de la luna" (2001), "Los hijos de la mina" (2003), "El libro de las aguas" (Algaida. 2007), que ha sido adaptada al cine por el director Antonio Giménez-Rico, y "Un dibujo en el viento (El Páramo, 2010); una recopilación de estampas literarias, "La Luz del Verdinal" (El Páramo, 2008), también, tres ensayos narrativos: 'El viento derruido" (Oberón, 2004), "Los años de la niebla" (Oberón, 2005) y "El óxido del cielo" (El Páramo, 2009).
SINOPSIS
Una actriz universal, Natalle Wood, y la vida de un joven y enamorado adolescente que sólo es capaz de recordar el futuro. Un lugar perdido en la memoria, Minas de Diógenes, Un hecho que cambiará su modo de ver el mundo.
Una historia coral, llena de personajes asombrosos que nos envuelven en una atmósfera mágica, con un escenario cuyo atrezo lo forman la naturaleza, el paisaje y el mundo rural; territorio donde el escritor se desenvuelve con maestría.
Una novela de amor, erotismo, misterio y perdón en perfecto contrapunto con la soledad del mundo virtual y la búsqueda de la propia identidad. El resultado es una obra contundente, cargada de estilo, originalidad y personalidad; guiada por una de las plumas más premiadas de las letras españolas.
FRAGMENTOS
Lo que ha de ocurrir ya existe en mi memoria.
Tenía el aire atractivo y distante de una diva.
Cuando yo vine aquí, el día primero que llegué a este edificio umbrío que aún habito, percibí en sus rincones una atmósfera distinta a la que había percibido....
No sabría explicarlo con exactitud, pero sí es verdad que en la casa de un sepulturero flota algo, un halo irreal, un no sé qué brumoso que no suele existir en cualquier otra vivienda.
Le nacían las palabras del fondo de los ajos.
En su voz percibí el acero de un reproche.”
Fotografías vídeo y audio del autor del blog
Textos del folleto del libro.
Una original presentaciòn de un original libro. El tìtulo ya lo es por si solo. Enhorabuena.
ResponderEliminarun abrazo
paco
Esta editorial es una apuesta más de la empresa y son unos verdaderos creativos.
ResponderEliminarUn abrazo Fus.
El violinista es el amigo León Pokryvailo, de la Orquesta de Córdoba.
ResponderEliminarGracias Rafael, ya está modificado el pie de foto. "Al césar lo que es del césar..."
ResponderEliminarUn abrazo.