Trabajando sobre el alcantarillado
Era invierno, el día amaneció gris y frío. Las instalaciones del ferrocarril estaban desmantelándose. En unas naves cercanas al paso a nivel existían unos depósitos de combustible que contenían restos en notable cantidad. La empresa que hacía el derribo en lugar de extraerlos y depositarlos en el organismo adecuado, los vertió dónde le resultó más cómodo y barato, en el alcantarillado de la Avenida Principal. Ese alcantarillado sigue un recorrido hasta el final de la Avenida citada y luego por una calle perpendicular buscaba el camino hacia el colector general y el río.
Cuando los servicios municipales tuvieron constancia del desaguisado, ya era tarde, muchos cientos de litros de combustible bajaban por el colector. La primera medida fue introducir agua a presión con cisternas desde los registros de la Avenida inicial, a la altura de unos jardines para intentar lavar el colector. Muchos camiones de agua se vertieron en el mismo. El Ayuntamiento, como pudiera parecernos lógica, recibió la crítica de los automovilistas que decían que, como era posible que se pusieran a mediodía a limpiar el alcantarillado, para generar problemas con el tráfico.
Todo el alcantarillado se convirtió en un gran socavón
A primera hora de la tarde el nivel de gases en la red de alcantarillado era alarmante. Los responsables lo primero que pensaron fue en un accidente que había ocurrido hacía poco tiempo, en 1992, en Guadalajara, México, con un vertido incontrolado de combustible procedente de la planta de Petróleos Mexicanos, PEMEX que además había explosionado, volando las tapas del alcantarillado a gran altura, además de los múltiples incendios que se sucedieron en los barrios de la metrópoli. Eso provocó 190 muertos y 470 heridos, 6.500 damnificados, destrucción de 1.547 edificaciones. Daños en 100 escuelas y 600 vehículos. Entre 13 y 14 kilómetros de calles destruidas. No era el caso por ser diferente el combustible vertido, y su diferente poder de explosión, pero ese fantasma estaba ahí y no se podía evitar. Las diferentes fotografías dan fe de la magnitud de lo sucedido.
En todo momento el Alcalde estuvo al corriente de la situación, se configuró un mini gabinete de crisis, y una de las propuestas del responsable de Seguridad fue que, si en unas horas no bajaba el nivel de los gases, propondría la evacuación de las viviendas afectadas del barrio por el que pasaba el colector, en los aledaños de la Avenida. Los técnicos consideraban que lo prudente sería esperar a comprobar esos niveles, y ver si las medidas tomadas daban unas medidas a la baja, y sobre todo confiar en la capacidad de los profesionales de seguridad municipales, que seguían trabajando en la solución del problema. Esa misma comunicación también se tuvo con otras instituciones de la ciudad, en previsión de tener que tomar otras medidas. Afortunadamente teníamos a nuestro favor que era un combustible tipo Gas-oil, y el poder de explosión de los gases del mismo era menor. En cuanto a la contaminación solo era el olor del producto, molesto, pero que dado su bajo nivel no era tóxico.
Estado de una calle
En un piso de la Avenida, cuarta o quinta planta, que se visitó a instancias del propietario, era considerable, sin embargo, el olor a combustible que había en el cuarto de pila. Se conoce que el sifón no cumplía su misión reglamentaria, pero lo que si era cierto es que el gas estaba en los conductos. Este ciudadano pidió opinión y el responsable le dijo, para su tranquilidad, que sus padres vivían unas calles más abajo, y estaban en su casa, pero que no se podía alarmar a la población, puesto que el problema que se podría crear podría ser mayor. Pero entendía que, ya que él tenía una recién nacida en su casa y dado que el olor era elevado en su piso, se fuera a otro sitio de la población con la pequeña, si tenía donde pasar esa noche. Así pensó hacerlo. Le pasamos una llamada del Alcalde, para que se tranquilizara, hablaron y le dijo el regidor que estábamos en la resolución del problema.
Brigada de colaboradores buscando supervivientes
Un equipo de técnicos del Parque de Bomberos, junto con los responsables del Área de Seguridad municipal, estuvieron comprobando los niveles de gas en todos los registro del colector. Cuando se destapaba un registro se veían en sus paredes tapizadas por la mayor colección de cucarachas de todos tipos, medidas y colores. Los bomberos al bajar a ellas a medir los niveles con los gasímetros, tenían que apartarlas a cientos de las propias escalerillas. Así transcurrió toda la noche. Ya en la madrugada, después de medir la cabecera, en un registro medio y al final del colector, los niveles fueron considerados por los técnicos sin importancia. Los responsables de esa larga noche, técnicos y políticos, se dieron las manos y consideraron la alarma terminada. Los ciudadanos tuvieron, salvo los que conocían el problema -se de buena tinta que lo pasaron fatal-, una noche como otra cualquiera de ese invierno, tranquila.
En las administraciones suceden muchas cosas que no es adecuado comunicarlas a la ciudadanía, salvo que no tengan resolución, porque la confusión que se puede crear es mayor que el supuesto peligro. Una cuestión parecida ocurrió en otra ciudad cercana cuando se cambió de suministro de gas, había un momento, según los técnicos de Protección Civil, que podían producirse explosiones en algunas bolsas. Se tomó la decisión, por la Comisión de Seguridad de accionar la “palanca” del cambio, una vez que el operativo de solución a los posibles problemas estuvo preparado y alerta. Se accionó la “palanca” y afortunadamente todo sucedió con el mejor de los pronósticos, el otro porcentaje, el de catástrofe que siempre está presente, no ocurrió. Tomando las medidas adecuadas, teniendo previsto lo que puede ocurrir, no es adecuado crear una alarma innecesaria a la población. Puede parecer ilógico, pero la toma de las decisiones urgentes se debe valorar así.
Fotografías del accidente de Guadalajara (México)
Otras de la red.
Fotografías del accidente de Guadalajara (México)
Otras de la red.
6 comentarios :
Muy bueno tu artículo,estupendo.
Normálmente el sistema de alcanta
rillado es muy sensible a gases,que
pueden explosionar,los propios de la descomposición de materia orgánica,los escapes de los conductos de la compañía de gas que
pueden ir a parar al alcantarillado
y los más peligrosos,los vertidos
ilegales tanto de la limpieza de de
pósitos de carburantes o lo peor
vertidos incontrolados de combustibles fósiles.En todo caso
los protocolos de seguridad,creo,
son buenos.Son muchas veces,las que
veo pasar personal midiendo el nivel de gases en las alcantari
llas.
Pero soy de la opinión que la gente debe saber lo máximo posible
de todas las cosas,el nivel de cultura en España es alto,para po
der comprender las cosas.El ciuda
dano debe estar siempre bien infor
mado.
Saludos.
Una cosa es el derecho a saber y otra crear alarma. Para tomar las decisiones existen unos responsables que deben tener la cabeza fría, un adecuado asesoramiento técnico, y procurar resolver causando el mínimo revuelo. Se ponen en marcha los protocolos y se siguen hasta la encrucijada de tomar un camino u otro, y entonces se decide. Es muy complicado por el exceso de responsabilidad, en este caso, se da la circunstancia de que, uno de los que tenían que tomarla o proponerla, tenía a sus padres en el meollo de la cuestión, lo que supone un asunto más duro aún.
Un abrazo Carlos.
Por las condiciones de mi trabajo me vi en más de una ocasión en situaciones parecidas a las que cuentas, aunque en una escala ciertamente más reducida. Y tienes razón, por mucha cultura que haya, la mayoría solemos reaccionar no demasiado bien ante cualquiera alarma (de ahí, por ejemplo, las prácticas de evacuación de un edificio a causa de un incendio) Ahora bien, el que tiene que tomar la decisión se la está jugando pero bien. Porque, cierto, casi nunca el caso llega a mayores, pero, amigo, si llega... si esas conduciones de agua hubieran explotado y hubiera ocurrido la catástrofe... entonces, ni Dios te libra de la quema.
Interesante artículo, casi que se aprende más aquí de Historia Local que en la propia Universidad, pero ese es otro tema.
Rafael, aunque la escala sea reducida, lo único que varía es la magnitud, no la responsabilidad ni la importancia de la decisión. Y aunque no esté comprobado científicamente, el plateado de las cienes se nota después en los disgustos. Y está lo que le dije a Ben, dos personas muy tuyas en medio del fregado, no te puedes sustraer a ello, y confías en que las cosas no vayan a mayores por la capacidad de las personas que trabajan en ello, pero el fantasma no se va hasta que no pasa el asunto.
Lucas está la teoría y la práctica, y de la segunda se aprende más que de la primera, aunque la segunda tiene un poquito de más riesgo.
Un saludo y gracias.
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