Alberca califal siglo X
Continuando por la Avenida de los Aguijones, y cuando ésta hace un giro de noventa grados para subir por la del Arroyo del Moro, precisamente ahí, en el rincón, cercada por una reja metálica, menos mal, está la alberca califal en un perfecto estado para tener once siglos. O bien desde la Avenida de la Vía Augusta a la derecha, antes de pasar el viaducto torcido (lo está), se pasa un pequeño jardín con una zona de juegos infantiles y llegamos a ella desde el sur.
La pena de siempre, el mantenimiento de las cosas, que a pesar de todo no podemos quejarnos mucho, gracias a la reja, pero los alrededores dejan mucho que desear. La cultura del alcohol y el desecho indiscriminado a pesar de tener papeleras, de todo lo sobrante. Si llegas por la mañana cuando aún no ha pasado el personal de Sadeco, te encuentras los restos de la noche anterior.
¿Tanto trabajo costaría a las nuevas generaciones respetar el pasado, para que las venideras puedan disfrutar de él también? Creo que es una cuestión de simple consideración con nuestro pasado, con nuestra cultura, y nuestro patrimonio. Y a pesar de todo sigo creyendo que es posible, y que afortunadamente no es toda la juventud.
Allí está una alberca datada en el siglo X, islámica como no podía ser otra cosa en esa fecha, de planta cuadrada y con una doble escalinata para bajar o subir de ella. La característica media caña en la unión de sus muros con el suelo, a fin de permitir una perfecta limpieza. Lo que ahora diríamos que es para no dejar rinconeras.
Los muros que la circundan están enlucidos, con una capa de mortero de cal, pintado en almagra, y la fábrica de los sillares de calcarenita, esa piedra tan de la zona. Parece que en un segundo instante de su cronología, en un momento postcalifal, fue transformada, ignoramos porqué, anulando el primitivo desagüe y se abrió otro en el lado sur de la misma, que es el que existe.
Da que pensar, los que hemos conocido ese lugar, cuando en los veranos íbamos a bañarnos, afortunados los chicos, a la piscina de mujeres de “Los Mudos”, que estaba ubicada en las cercanías de Noreña, lo que encerraba el subsuelo de esa zona de arrabal, extramuros de la medina. Prácticamente otra ciudad, que se despobló para, once siglos después volver a poblarse. El recorrido se hacía andando, toda la Avenida de Medina Azahara, por el paseo central, entonces la avenida estaba dotada de dos carriles y un paseo peatonal central.
Restos humanos
Luego al pasar por la calle Los Omeyas, se veía a la derecha la pared del estadio América y al fondo la estación de Cercadilla, después los pisos de Cañete, y se pasaba por el paso a nivel para no subir el viaducto de la Electro. Una vez cruzadas las vías, dejabas atrás las obras de la residencia del Seguro de Enfermedad, para continuar el camino hasta la huerta de los Mudos. Una alberca en altura, de una profundidad de poco más de un metro, entre arboleda frondosa, con un agua bastante fría. Posiblemente lo mismo ocurriría con la alberca que nos ocupa en la época califal.
Fotografías del autor y Google.
Bibliografía del panel y de la memoria
15 comentarios :
El sitio que indicas,era territorio
natural de los chicos del barrio María Luisa.Ese lugar de la alber
ca,si mal no recuerdo ya se veía en
tonces,con alguna pequeña constru
cción de piedras grandes,pero vamos
son recuerdos vagos de más de 60 años.Sería para escribir un libro de ese lugar,con las "hazañas",de los prendas que éramos los niños de
entonces.
Como botón de muestra,una de nues
tras mayores victorías era hacer
un pequeño agujero en la valla que
rodeaba la piscina de los mudos,for
mada de ramas y zarzales impenetra
bles,para ver a las señoras bañar
se,la adrenalina era grande,al
igual que la malaleche que se gas
taban los mudos,porque eran famosas
las "hostias",con perdón,que se gas
taban si sorprendían a alguien mi
rando furtívamente a las señoras
de su piscina,claro que esa norma
no iba para ellos,los muy "cabro
nes",otra vez perdón,con fama de
morbosos y guarros.
A mi no me "trincaro" nunca,pero
si llegué a oir sus gritos y sus
"cagosendios...",sintiendo sus
palos cerca golpear los zarzales.
No entro en describir,lo que veía
mos en la piscina,pero nada que
ver con las chicas de hoy día
en cualquier piscina.
Quise decir de más de 50 años,no soy tan mayor,jajaja
Paco, las nuevas generaciones no tienen la culpa de echar sus detritus orgánicos o inorgánicos en lugares como estos. La culpa es del propio sistema: ya nadie se interesa por las humanidades; ya nadie estudia en la universidad Historia, Arte, Filosofía, Literatura,... A nadie le importa ya lo que nos puedan aportar los Sabios o lo que nos dejaron nuestros antepasados. Ahora solo valen las tecnologías, los números, la economía de hacer dinero rápido y mucho. Ya nadie se para a pensar, a ver, a disfrutar de su entorno, a analizarlo... Mucho menos, a mantenerlo. Habrá jóvenes que piensen que, siguiendo lo que les enseñan, en ese lugar que ocupa la alberca, se puede construir un bloque de pisos caros que pueden dar muuuuuucho dinero.
Así que: leche y habas.
Tremendo. Tremendo. No me refiero al presente post, sino al blog completo. Llevo toda la santa mañana hurgando en el mismo. Trasladas historias que he vivido durante todo el tiempo que viví en la judería (en mensaje anterior te informé que fue en el 4 de la Calleja de la Hoguera) y hoy, repasando tus entradas antiguas, estoy obligado a decirte que mi padre (Pepín, después, aficionado a la fotografía) trabajó con Antonio Moyano en el establecimiento "Arfe", que el hijo de D. Antonio, Antoñín, me dio clases particulares, que Teresina me quiso mucho (me fastidió que se casara), que guardo fotos entrañables del interior de aquél establecimiento, que estuve en la inauguración del restaurante "Los Patios", que en tu entrada "Historias de la judería" mencionas "Alejandro; una tienda de verduras..." La tienda de Alejandro era una breve droguería-pasamanería donde yo, por orden de mi madre, compraba el detergente "Betis", aquél que incluía en su envase la transparente pinza (alfiler) para tender la ropa...
La tienda de verduras que mencionas era la "tienda de Pepe", José Aranda (dispongo de fotografías de él) y te olvidas de mencionar el estanco. Justo al lado, Manolo el confitero hacía los mejores merengues. ¿Recuerdas su vespa azul?
Existían personajes de "talla". Te refresco la memoria, sé que te agradará:
- El zapatero remendón, "Antoñito", en Blanco Belmonte, a quien, seguramente, llevaste a reparar algún zapato "Gorila"... ¿Recuerdas quién vendía aquellos zapatos en la calle Manríquez? Después fue pescadería.
- Manolo "el negri", camarero de "Pepe el de la Judería".
- Paco el ciego, vendedor de cupones, más mala leche tenía.
Ciertamente, mandado, acudí casi a diario a Ana "La lechera" ¿Recuerdas el olor de su establecimiento?
- Mari Santos, empleada de don Antonio, en su otra tienda que, después, se quedó Rafalito Alcaide.
- Antonio Varo y el olor a cola de su establecimiento. Allí nos proveía de aquellas carteras de piel a modo de maletín que, a diario, hacíamos llegar hasta los Maristas, no sin antes comprar un polo de fresa en el kiosco de Fiodela, ante la puerta de Santa Ana, junto a Carbonell.
¡Ufff...! En mi página,
www.callejadelahoguera.com dispones de un apartado "Háblame en privado" a través del cual puedes contactar conmigo. También dispones de un acceso, "Álbum familiar" que te facilitará algunas fotografías, si las necesitas, aunque está incompleto, se precisa de un buen número de horas para completarlo... existen varias fotografías antiguas tomadas en el restaurante "Los Patios"... etc.
En fin, amigo, apuesto un dedo a que pudiera ser que jugásemos juntos en alguna ocasión, ciertamente me cosieron dos veces la ceja, después de partírmelas, jugando en el patio de los naranjos.
Un abrazo.
En primer lugar perdón a todos por contestar a destiempo pero hemos estado fuera unos días. Dicho esto, me alegro de haber avivado tus recuerdos Carlos, no sabía yo que bajabais tan al sur del Barrio María Luisa, yo lo más cerca que he estado de esa alberca califal, en el supuesto que estuviera como tal, era cuando me llevaba mi tía Carmela -que estaba de criada con una familia en la Victoria, y de rondón llevaba a su sobrino carnal, y me daba la impresión le importaba menos yo, que los hijos de su “señorito” y en cierto modo era normal, a esos niños los había criado-, a la piscina de los mudos, pero no tenía que mirar desde fuera porque por la edad estaba dentro. De los mudos me acuerdo difusamente. Luego conocí a una hermana que se caso con un compañero de Aucorsa, Leovigildo, una mujer muy guapa y atractiva. No hacía falta la explicación de los de los cincuenta porque era lógico.
No tengo nada que añadir a lo que dices José Manuel porque lo comparto plenamente, no es ni más ni menos que los que se aprende en la sociedad actual, pero te da coraje que no hagan eso en su casa, en el salón, porque seguro que la madre los apaña.
Un saludo.
José Alfonso. Qué alegría me das que hayas compartido todos esos lugares y como dices hayamos compartido, a lo mejor algún momento. La verdad es que no se por dónde empezar. En primer lugar muchas gracias por tus palabras dedicadas a mí modesto blog de recuerdos y difusión de los rincones de nuestra tierra, tomo nota del tuyo y procuraré visitarlo más, pero como para muestra sirve un botón :“La prensa, cada día más facha (incluido el diario Público), me tiene decepcionado.”te reproduzco un párrafo y te digo que me gusta, pero lo primero es contestar, ya que no me gusta que se quede ninguna colaboración sin respuesta.
Creo José Alfonso que por los comentarios mi generación es algo más antigua a la tuya. Te aclaro, mi familia vive en Cardenal Herrero 32, desde la fecha de mi nacimiento 1947, mi abuelo Rafael Carreras y mi madre desde mucho antes, También vivimos en Medina y Corella. Yo estuve en una amiga en la calle Badanillas, y luego en San Eulogio, Antoñín es de mi edad año arriba año abajo, lo mismo que sus primos Manolín o Rafalin de la taberna. Por eso todas las personas son de época posterior, sin que por eso me sean desconocidas.
Es posible que si viera a tu padre me acordara, si trabajó en el establecimiento de D. Antonio. Yo estuve, como te he dicho en ese colegio. De Teresina –me imagino que lo del casamiento sería mal de amores- me acuerdo y de su hermano, y como no de la madre de ambos. Se da la circunstancia que estuve en el hotel y al poco tiempo me enteré del fallecimiento de la mujer de D. Antonio. Tienes que tener en cuenta que mis amistades estaban entonces en la casa del Callejón, por edad y posición, esos niños estaban en otro nivel social.
Los personajes que mencionas claro que están en mi memoria; Manolo el confitero y toda su familia, el estanco que la Sra. tenía un puesto de periódicos por el centro, y vivía encima de Alejandro, que la última vez que lo vi estaba vendiendo cupones. Mi primo Paco todavía vive por allí en Conde y Luque, la casa de vecinos frente de la Federación de Peñas –esta casa era de mi primo Cándido Gallego-. El zapatero de Blanco Belmonte, creo recordar que le decían el Nono, derivado de Antonio, la zapatería era del bizco en la esquina de Medina y Corella por Manríquez, y Cándido el Carnicero, y la lechera, y Amparo la de los Huevos, y D. Arturo, al lado del estanco –ya te contaré en privado-. Y el piconero de la calle Romero. O los habituales de los Califas, el Arango, el Finito, etc. etc. o el dueño Minguitos. Más arriba el cura Padilla, Juan el Feo, que era pintor, y como no el olor característico de Varo, la barbería…
Es como trasladarse muchos años atrás pero que parece que son ayer. Me ha llamado la atención una fotografía de un Sr. que rifaba, con un peque en brazos, que era muy conocido de mi madre. Decirte que las fotografías que necesites puedes usarlas sin ningún problema. Muchas gracias por tu comentario.
¡Ja, ja, ja, sí, es curioso, yo soy nacido en el 61, llevas razón, pero también estuve en la miga que mencionas, qué curioso, atravesando el zaguán, el patio de solería cuasi roja, a la derecha el "aula" donde aquellas dos hermanas, ¿recuerdas? nos enseñaban a hacer la "o"...! ¡Que curiosa coincidencia. De ahí pase al colegio de Miguel Castillejo que llevaba su hermana, que se encontraba al final del callejón que arranca desde Velázquez Bosco, cercano a Blanco Belmonte. De ahí a los Maristas, como ya dije. Cierto: Antoñín era "el nono" y algo más abajo, en el puesto del desafortunado Castro, siempre en el suelo debido a su epilepsia, cada dos por tres vendado debido a los golpes que se daba.
Guardo algunas fotografías en las que aparece Antonio Moyano (D. Antonio) y otras en las que yo, de comunión, soy abrazado por Dª Teresa, junto a la fuente en su patio, el de la tienda, que como bien sabrás era su propio domicilio, el piso de arriba al que se accedía por la escalera situada a la derecha del negocio conforme se accedía al mismo. El final de aquella escalera me daba miedo, de niño. No sé si alguna vez entraste, pero el pajarito disecado dentro de la urna de cristal y el enorme crucifijo sobre el desmochado aparador, me aterrorizaban.
¡Je, cuántos recuerdos!¡Ya ves, hemos sido vecinos muy cercanos...!
Te remitiré cosillas, dame un tiempo.
P.S.
El lotero, cierto, que aparece en la fotografía acudía como padrino en el bautizo de mi hermano Rafael, en el Sagrario de la Mezquita.
La Miga, de la calle Badanillas. ¡Je, je, je, qué curioso!
Un abrazo.
No puedo evitarlo, acabo de leer tu respuesta y sonrío de nuevo.
Arango, je, je, je...
Imposible olvidarlo: Acudió a la celebración del bautizo de otro hermano mío, Pablo, en nuestra casa de la Hoguera, y en determinado momento, debido al "montilla", repetía hasta la saciedad un cante que éramos incapaces de sustraerle:
"...y que se m'importará a mí que un pájaro en l' alamea se pase d'un arbo a otro..."
Mira si me quedó grabada la letra.
Nosotros nos mudamos de allí en 1968 y se cerró la barbería unos años antes, en el 32 de Cardenal Herrero. La Amiga de Badanillas. Las señoritas Carmela y María, la primera era familia de Paquita la practicanta, que vivía en la plazuela de Abades, creo que el apellido era Jaraba. No puedo remediar acordarme siempre que paso por la puerta, allí íbamos con la sillita de enea. Me imagino que la calle a la que te refieres, de tu colegio, es la que ahora se llama Samuel de los Santos Gener, en una casa que era del Cabildo, calle con casa de “tapao” incluida, peluquería, Museo y puerta falsa del Convento de la Encarnación. A Castro le hemos cambiado tebeos y novelas todos, y siempre estaba vendado de los golpes, ignoro si vive aún. Si tienes esas fotografías de D. Antonio me gustaría verlas y si es posible tenerlas. Don Antonio con D. Agustín García Solano fueron el alma mater de la verbena de la Mezquita. Los niños del colegio adornaban el frontal de la Virgen de los Faroles con flores de papel de seda. Claro que me acuerdo de la escalera, y te diré más en esa cancela el niño de D. Antonio –por accidente- le pilló un dedo a un niño que vivía en la torre, la primera falange que se le quedo aplastado para siempre, aquello fue muy sonado entre la chiquillería. Correcto lo del lotero, que siempre estaba por la Judería. Y Arango lo veía pasar por mi casa, más joven por supuesto, pero ya mayor, con esa melena, ahora diríamos tipo Sandokan, por la mañana hecho polvo de toda una noche alegrando a los “señoritos” la fiesta. Y a Finito y su mujer. Eran unos esclavos de la burguesía, unos bufones en aquel tiempo al servicio de la limosna de los poderosos. Afortunadamente hoy en día se ha dignificado la profesión. Yo tengo un hijo que es profesor de guitarra flamenca en el Conservatorio, Gabriel Muñoz, y te lo digo con conocimiento de causa. No sé si tendrás fotografías de Arango o tu padre, pero me interesarían para preparar algo de él. Mucha gracias por avivar recuerdos.
"...y que se m'importará a mí que un pájaro en l' alamea se pase d'un arbo a otro..." ¡Qué interesante!
La próxima vez que pasé por allí cerca me pararé a ver esa alberca tan antigua. Haciendo una ruta con la bici de montaña hace poco un amigo me enseñó otra alberca, no sé si califal, pero parece también de época musulmana, es muy bonita, no sé como se llama la zona por donde está, pero es cerquita del puente del arroyo Cantarranas, me parece que dicha alberca se ve incluso desde la autovía que viene del puente Abbas Ben Firnas, dirección Córdoba mirando a la derecha. Un saludo y enhorabuena por la entrada.
Lo que dices Andrés, podría ser el Cañito de María Ruiz, allí existe un puente Califal de notable importancia que sufrió un considerable expolio Puente califal en el caminos de las Almunias.
Saludos.
Paco,mirando la fotografía de los americanos,me viene el recuerdo de que esa alberca ya estaba al aire libre en los años 50,entre zarzales
y era lugar donde jugábamos los niños de María Luisa,además allí desaparecía el arroyo el Moro,por
causa del muro que representaba las vías,toda esa parte era húmeda,
por lo que había zarzas.
Además de incordiar a los mudos,
había otros juegos,como eran subir
por el terraplén del viaducto y
bajarlo corriendo,con el peligro
que eso representaba.Pero el juego
más divertido era ponerse en el paso a nivel lo más cercano posible
y esperar a los trenes para disfru
tar del chorro de vapor del émbolo,a la altura de las ruedas y que llegaba caliente,en aquellas
espantosas y enormes máquinas de vapor.También era un placer sentir
el vacío,que dejaba a su paso los
primeros talgos de los 50,con su
enorme velocidad,para aquellos
tiempos.La media de edad de los
que nos aproximábamos para sentir
todo aquello,era de unos 7-8 años.
Desde luego unos padres,de hoy día
que vieran eso hacer a sus hijos,
les darían un "patatú"
Hay que reconocer que los trenes normales de vapor no pasarían muy corriendo pero los talgos… y efectivamente el arroyo me parece que se entubó a partir de la Avenida Parque. Luego cuando derribaron el viaducto se exigió que se montara allí un paso elevado que se usaba lo justo pues abrieron en la valla una entrada para no subir. A un amigo de mi barrio le ocurrió en el viaducto un accidente con la moto que chocó con un camión con la caja de herramientas y estuvo a la muerte. Vivía en la torre de la Mezquita. Cuando íbamos en bicicleta para la dirección de Almodóvar, el adoquinado de la carretera hasta llegar a la venta de San Francisco era un suplicio. O el edificio del silo, que ha sido el más alto de la ciudad, allí trabajo un cuñado mío. Ya todo ha desaparecido casi sin darnos cuenta. Me imagino los juegos, la inconsciencia de esa edad y seguro que la incitación de alguno “más listo”.
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