Una vista de las cloacas y los registros de limpieza.
Hace unos días tuvimos la oportunidad de visitar, otra vez, los restos de la cloaca romana de la calle Antonio Maura, que debían de llamarse de Secretario Carretero, que es la calle por donde se accede. Antes de nada quiero decir que no voy a entrar en cuestiones de cómo se han integrado los restos, si el porcentaje de la recuperación -que pueden solamente discutir los expertos-, es o no el adecuado y si la gestión ha sido la correcta. A nosotros como ciudadanos de a pie sólo nos queda disfrutar de lo que se nos ofrece.
Yacimiento cuando se derribó el edificio
Otra vista del solar.
El yacimiento lo conocí cuando se descubrió, a la hora del derribo del edificio, estuvo mucho tiempo en estudio y a la vista de todos, era una amalgama de restos, de piedras inclinadas que era lo que más destacaba, así como los registros. Luego, una vez se terminó el edifico, con motivo de una visita que le hice a un gran amigo que allí vive, y que nos lo enseño, en la soledad del aparcamiento, sin más visitantes que nosotros, también lo disfrutamos. En esa ocasión no llevaba la cámara, que forma parte de mi ajuar diario, y no quedó constancia digital, así como tampoco existió la explicación profesional y sólo los datos que pude recabar después.
Cloaca seccionada, en la pared, con el detalle de la colmatación.
Otra sección en otro nivel.
Esta última vez, la visita la hicimos con otras personas, en grupo, guiada, formando parte de una de las Rutas Arqueológicas organizada por el programa “Arqueología somos todos”, que ya he citado y loado en otras entradas. Lo verdaderamente cierto es que es admirable lo que se ve, lo poco o mucho que se haya salvado, o decidido salvar. En suma lo presente. Sobre todo llama la atención la construcción de las cloacas, los registros para su limpieza, la inclinación óptima para buscar por gravedad la salida adecuada, etc. Estas colaboraban con la salida de aguas del edificio público del anfiteatro seguramente.
Yacimiento en la actualidad
En dos paredes de dos niveles distintos –creo recordar- se visualiza el corte en sección de ellas. En total son tres las cloacas. La calle que las cubría era de una dimensión considerable, unos quince metros con los soportales, que sería la que llevaba y traía a los cordobeses al lugar de ocio desde la ciudad. En el corte en sección se ve el arrastre de restos que la colmató y seguro que sin personal del “sadecum” de aquellos tiempos, así se quedó. Restos de la calzada de calle están a otro nivel.
Vista de las tres cloacas y parte de un registro.
Se observa en el conjunto como, en época posterior, posiblemente islámica por el tipo de construcción, al construir un pozo dieron con una de las cloacas y siguieron construyéndolo. No existe diferencia con lo que ocurre ahora, afortunadamente en menor medida por el control que existe. Antes, años atrás, con nocturnidad, premeditación y alevosía, vamos con una gran parte de los agravantes del Código Penal, se expoliaba y se destruía sin miramiento.
Dos de los registros de limpieza.
Debemos lamentar que la conservación no sea del todo lo que quisiéramos, y ahora hablo por boca de amigos expertos y por la lectura de trabajos que tienen publicados, aunque a su vez debemos alegrarnos de no haber perdido la totalidad, y sobre todo, que se pueda disfrutar aunque cómo del agua de un grifo que gotea, por no tener, los inmuebles que contienen los restos, el personal del que debía dotarles la administración para la visita sea posible y se pueda ofertar su visita, aunque solo fuese un par de días a la semana.
Otra vista del conjunto.
A lo mejor esto que digo es aquello del consuelo de tontos, pero lo digo de buena fe. Por otro lado faltan asociaciones ciudadanas que, fiscalicen desde la profesionalidad, las distintas actuaciones y denuncien lo denunciable, si ello es preciso. En este momento me estoy acordando de la dormida, casi desaparecida Quibla, que entró sin dosificar y claro... Asociaciones ajenas a las administraciones, y más que asociaciones a lo peor lo que falta es voluntad, y espíritu participativo en la ciudadanía.
Detalle de un registro.
Esta ciudad ha estado siempre presta a recibir a todos los pueblos que han llegado a ella, unos han dejado más y otros menos. Nuestro subsuelo, nuestro rico subsuelo, de Córdoba, siempre nos ofrece algo de interés. De cualquiera de sus ocupantes y culturas, tartesia, turdetana, romana, visigoda, islámica, cristiana… unos más y otros menos en función del nivel de su cultura y los años de ocupación, que han sido variados a lo largo de la historia, ha quedado algo –menos el último que ahora nos domina y luego citaré que se está llevando todo-.
Vista desde otro lado.
Empezando por los pueblo primitivos, loa tartesios estuvieron en el siglo VIII a.C.; luego en el 206 a.C. llegaron los que hoy tratamos –no sé si antes estuvieron los cartagineses, que creo que no aunque llegaron a Carmona-, los romanos que estuvieron hasta el 411 d.C. –más o menos-; luego los vándalos –familia de los que rompen los semáforos, pisan los jardines, dejan que sus animales de compañía hagan sus necesidades en las aceras sin limpiarlas después, y los que hacen botellón sin limpiar la suciedad generada-;
Otra vista.
y los visigodos, esos que se mataban por un quítame ese rey, que me pongo yo; después, en el 711, los árabes, y luego, en 1236 los cristianos, y ya en el siglo XXI, no sabemos cuánto durará la ocupación de este pueblo que nos domina actualmente, pueblo sin territorio definido, sin cultura, que son los “mercados bancarios” y como acabaremos. Estos, seguro, no dejan restos pues acaban con todo, eso sí, nos impregnarán con la cultura del pelotazo –ya lo hemos estado-, del enriquecimiento rápido a costa de lo que sea, el envilecimiento, y la avaricia desmedida.
El pozo citado en el texto.
El pozo desde el otro lado.
Fotografías del autor y dos de Puente Mayor (la 2ª y·3ª).
Bibliografía: muy poca, casi ninguna.
8 comentarios :
Muy interesante la entrada Paco, y la verdad es que me reconforta ver que aquello no está tan diezmado, proque soy otro de los que humildemente reconocen su ignorancia técnica, y si se ha hecho bien o no.
Lo único que tengo dudas es si la construcción que se ve algo más moderna, la abovedada con ladrillo, es realmente una cloaca o más bien una conducción posterior, del venero Fábrica Catedral. Creo que es esto último porque está menos profunda que las otras, y además coincide su traza con la de un plano antiguo que llegué a ver donde se señalaba el paso de este venero bajo un antiguo laboratorio de la Veterinaria que estaba justo donde el yacimiento. Lo que no se esperaba es que salieran luego las cloacas...
Y por cierto, preciso comentario lo de Al-Quibla. A ver si nos dan nuevas alegrías pronto.
Un abrazo.
Amigo Paco no sabes lo que estoy aprendiendo contigo, conocía este yacimiento pero como tu mismo comentas fue cuando el derribo y no sabia que estaba integrado en el nuevo edificio (o no lo recordaba)y lo de las Rutas Arqueológicas organizada por el programa “Arqueología somos todos”, que tampoco conocía y que voy a conocer, ya que este sábado me he apuntado.
Un saludo
Laurentino, las fotos primeras, cuando lo veíamos en solar, las cogí de una entrada de Puente Mayor, luego las he visto en más sitios, deduzco que la ha utilizado más gente, y en base a la confianza -que muchas veces se pasa uno, no te he pedido permiso para su uso-.
Se da la paradoja que por publicitar las rutas me han dicho varios amigos lo que tu, que se han inscrito, pero he aquí que Conchi y yo nos hemos quedado fuera de la de este sábado, de momento está completa. Esto lo podía haber hecho Qibla pero se quedó en el sprint inicial, lo echo todo al principio. Hable con unas arqueólogas sobre el Caño y me dijeron conocer el registro que nos comentó Colina.
Un abrazo.
La respuesta la he mezclado, a esta hora de la mañana no coordina uno bien lo de las fotografías es una contestación a Laurentino y lo de la rutas a Vértice, os pido perdón por ser tan liante.
Paco, por favor, no tienes por qué pedir permiso para ninguna foto que tenga. Al revés, es un honor.
Muchas gracias Manuel.
Un abrazo
Tengo la impresión de que ha habido aquí una especie de "negociación" de lo que se queda y de lo que no, y en toda negociación hay una cesión, que en estos casos no la comprendo.
Estas cosas son las que hacen a mucha gente denominar a los restos arqueológicos como "cuatro piedras", porque muy pocos sabrán reconocer lo que allí realmente se encontró.
Creo que llevas razón José Manuel, posiblemente se trata de buscar un equilibrio entre lo que se queda y el posible perjuicio que se hace. Este asunto es complicado, sobre todo si la exigencia es a costa del bolsillo de alguien. Estimo que si el estado fuese rico, éste saldría al frente de la recuperación y se recuperaría todo y a lo peor tampoco, por la dificultad de que quedara la ciudad hecha toda un yacimiento.
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