Nombre del fundador de la Falange
Hace más de setenta años que, un grupo de militares sediciosos, bendecidos por la Iglesia Católica y la oligarquía de este país, terminaron con la ilusión de un pueblo que acababa de poner en la frontera del exilio a una monarquía que ese mismo pueblo no merecía. Unos años antes, el abuelo del monarca actual, había pactado una dictadura con un general, que duró del 1923 al 1929.
Muchos años antes, bastantes, en el siglo XV, se construyó una torre albarrana sobre otra árabe que había en la muralla norte de la ciudad. La Torre de la Malmuerta. Torre de leyendas, como la de que el caballero a caballo, que pase por debajo del arco y pueda leer el texto que allí hay, se abrirá la cámara secreta y saldrán a la luz lo de siempre, tesoros.
En esa torre, durante otra cruel dictadura de cuarenta años, en la que el siempre sufrido pueblo español padeció una de las mayores represiones, que fuera de una guerra ha sufrido pueblo alguno en Europa, se simbolizó, durante mucho tiempo, en la otra parte del arco, la más cercana a la muralla, el emblema del partido único que imperaba en el país, copiado como todos los simbolismos del fascismo, de añorados pasados de imperiales grandezas, en este caso de los Reyes Católicos.
En ese lugar existe hoy en el rincón de la muralla, una imagen de una virgen católica, que ignoro que hace allí y que simboliza. En el otro lado, en una de las ocho facetas de la ochavada torre, la que mira al este, hubo otro símbolo de aquella España, éste de más antigüedad, de la España del catecismo de Fray Albino; de las cartillas de racionamiento; del aceite de ricino; de las crueles cárceles; de los sistemáticos asesinatos y… como bendiciendo a la “reserva espiritual de occidente, unidad de destino en lo universal”, (¿?) hubo una enorme cruz de madera negra, como lo que representaba, con una placa blanca en su base que decía “Caídos por Dios y por España”.
Evidentemente estos caídos lo eran por Dios y por España, los otros, los de las fosas perdidas, los de las cunetas de carreteras y caminos, los de la brutal y criminal represión, a los que aún se niega a sus familiares el derecho a disponer de sus restos, a saber su paradero, no lo eran por el Dios de los cristianos naturalmente, pues la deidad suponemos habría colaborado con los vencedores. Esos desde luego no entraban en el texto homenaje, aunque habían caído por España y la legalidad vigente, defendiendo la II República, y algunos ni por eso, simplemente por pensar.
Todos esos símbolos homenajeaban sólo a los muertos de primera categoría, como los que en el trascoro de la Catedral -antigua Mezquita-, habían sido “vilmente asesinados por las hordas marxistas de la revolución comunista de 1936”, –habrase visto tamaña mentira- aunque hace unos años, justo es decirlo, se ha suavizado el texto.
De todas formas a los que se honraba en los fríos noviembres, por los miembros del partido único que, “con la camisa nueva que bordaron rojo ayer” y que los alevines y no tan alevines “impasible el ademan”, “hacían guardia sobre los luceros”, eran los muertos adictos. Y que esperaban que “volvieran banderas victoriosas al paso alegre de la paz”, una paz tan negra como la noche en la que ocultaron la libertad de un pueblo, o tan oscura como las fosas donde tiraron los cuerpos de los españoles de segunda categoría, a los que arrebataron lo más preciado que tiene el ser humano, la vida.
Noviembres de coronas funerarias, que tapizaban la torre, hasta donde alcanzaban las escaleras, alrededor de la base de la cruz, debajo de los mástiles de las banderas “victoriosas”, y que homenajeaban a los muertos de primera categoría, que también perdieron el preciado bien de la vida, por culpa de los mismos facciosos a lo que seguían. Pues bien, un alegre día desapareció la cruz de nuestra vista, y el llamado humorísticamente “cangrejo”, y la placa de los caídos, aunque la marca de humedad y las cicatrices de los herrajes que habían herido los muros de la veterana torre, quedaron durante bastante tiempo.
Pero he aquí que, setenta y dos años después, y después de un periodo de treinta años de gobierno de izquierdas en la ciudad –obviamos los cuatro de la derecha-, y veintiuno de gobierno de seudoizquierda en la nación, en los muros de la torre, a la izquierda de donde estaba la cruz, a la altura del arco, aún figura el nombre del fundador del partido único, y posiblemente depurado como decían sus acólitos, por el dictador bajito, e hijo del dictador al que promocionó el monarca depuesto por la II República, José Antonio Primo de Rivera.
Otra vista nombre grabado.
Y lo más triste es que después de todos esos años de gobiernos de izquierda, no sabemos a qué esperan nuestros gobernantes para cumplir la Ley de la Memoria Histórica, o para tener un gesto de vergüenza que les obligue a borrar el nombre de ese señor del muro de la torre, que tan tristes recuerdos, de manos en alto extendidas, de himno del fundador, al alimón con Agustín de Foxa, cantado en las escuelas, y de penas negras, traerán a muchas personas.
Vista actual.
Algunos sentimos vergüenza ajena, al no poder explicar, a los visitantes que vienen a la cata del salmorejo y flamenquín, a sumar pernoctaciones, a colaborar con la capitalidad, como en este tiempo, en el siglo XXI, con una democracia suponemos que consolidada, aún se mantiene en un monumento de la ciudad, grabado en sus milenarias piedras ese nombre.
Fotografías del autor de Wikipedia y del AMC.
No estoy de acuerdo, Paco, con tu última apreciación. Tal vez sintamos vergüenza, pero desde luego como poder explicar se puede explicar por qué están ahí aún esos restos del régimen criminal. Yo de hecho lo suelo hacer. Quita muchas telarañas de los ojos a los visitantes que nos felicitan por tener un gobierno municipal de izquierdas.
ResponderEliminarDame una fórmula para poder explicarlo sin tener que tragarme muchos sapos Manuel.
ResponderEliminarJamás he visto dicho nombre que hoy me enseñas, Paco, y menos mal, porque la vergüenza no es ajena, sino propia. ¿Qué hace eso ahí puesto todavía? ¿Quién es el responsable de tamaña aberración?
ResponderEliminarMagnífico tu grito contra la sinrazón y lo absurdo, y extraordinariamente expuesto. No hay que quitar ni una coma.
Y yo me sumo a tu grito.
¡Que quiten eso ya de ahí!
Gracias José Manuel, ya son años los que lleva ahí puesto, ya son años. El responsable no es uno, son muchos, todos los gobernantes, a los que no les interesan esas cosas, que a lo mejor no les pueden parecer interesantes pero que lo son sin lugar a duda. Es pasar la página de la sinrazón. Y este Sr. no sabemos que hubiera sido, no tuvo tiempo de demostrar nada ni para bueno ni para malo. Si se conocía su trayectoria, en una época de la humanidad que imperaban los fascismos. También quizás su carácter violento, reconociendo que a lo mejor esa soberbia era fruto de su procedencia familiar. Quien sabe. Y lo que se decía es el sistema que siguió el Sr. de voz atiplada, sin ningún carisma de líder, pero con un objetivo claro, quitarse de enmedio todo el que le estorbaba para su objetivo dictatorial. Se comentaba que a la República no le interesaba este Sr. y que intentó canjearlo por otro u otros presos que los sediciosos tenían en su poder, pero no se les hizo caso o se asesinó a los presos republicanos por contestación al canje. Pero todos esto son conjeturas de ese tiempo y contadas por acólitos de ese partido.
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