El jueves 21 de abril realizamos una visita a la residencia de mayores “San Juan de la Cruz”, antigua ermita de San Roque, en la calle Buen Pastor, 22, para visitar a una chavala de "noventa" años que parece estar en la flor de la vida, por lo menos mentalmente. Esto fue en su tiempo convento de carmelitas descalzos, donde vivió Fray Juan de la Cruz, posteriormente santo de la iglesia católica.
En 1942 se conmemoraba el cuarto centenario del nacimiento de San Juan de la Cruz, con una lápida que está en la pared de lo que fue una portada gótico humanista, posiblemente el elemento arquitectónico de más antigüedad del edificio, y que dice:
“En esta Casa cuando fue Convento de la Descalcez carmelitana, vivió San Juan de la Cruz. 1586/1942 (IV CENTENARIO DE SV NACIMIENTO)”.
La lápida la preside el escudo de la ciudad y debajo el de la orden, y para no perder la costumbre la firma del grafitero inconsciente, que siempre que deterioran algún tipo de mobiliario se me vienen a la memoria aquellos versos que dicen: “Si tus manos son pintura, y tus dedos son pinceles, pinta el c… de tu madre, no pintes en las paredes”, pero…
En marzo de 1614 los Carmelitas Descalzos se trasladaron al Convento de San José (San Cayetano). Vendieron el convento a los Carmelitas Calzados por 6000 ducados. Los segundos, los Calzados, crearon un colegio para estudiar Teología, colegio que tuvo una existencia de más de doscientos años, concretamente hasta la exclaustración última.
En el año 22 del siglo XIX se vende en subasta el convento de San Roque, quedando fuera de esta la Iglesia sacristía y espadaña y lo compró D. José Severo Ochoa. Un año después el comprador es despojado de su propiedad y vuelve a los Calzados. Pero en el año 35 del mismo siglo XIX, se sucede la exclaustración definitiva y vuelve la propiedad a los herederos de D. José Severo.
En el año 1886 es comprado por los clérigos Manuel y Benito Míguez, respetando la voluntad de su fallecido hermano Ricardo Míguez, Arcediano, Vicario General del obispado de Córdoba. Fundan entonces el Asilo del Buen Pastor para mujeres arrepentidas que regentan las religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa. Constituyendo a su vez la Fundación Hermanos Míguez.
En el año 1997 las religiosas se trasladan a una casa vecina y el Obispo les cede, por un periodo de cincuenta años, el uso de la casa a la Obra Santísima Trinidad, que instala allí la residencia San Juan de la Cruz. Ello conllevó una reparación de los claustros y la edificación de una nueva planta, así como la adaptación del edificio a las normas que rigen este tipo de establecimientos.
El primer claustro es de dos plantas, estando los vanos altos tapiados con ventanas, es de arquería de columnas toscanas. Figura en él la fecha de la última reforma 1891. Desde este patio se accede a la iglesia por una puerta en su lado norte. Parece que las puertas de madera son las de la antigua sacristía. Se dice que en esta iglesia fue sepultado el Sacerdote Andrés de las Roelas, pero se hicieron algunas pesquisas y excavaciones sin encontrar los restos.
La planta de la iglesia es de cruz latina, y la cubierta de bóveda de cañón. Tiene en la entrada principal coro en alto. Toda ella es sobria lo mismo que la fachada, que está retranqueada de la estrecha calle y hace esquina con la calleja que también se llamó de San Roque y que tenía salida por una casa de paso a la calle Romero. En ella figura un azulejo del Buen Pastor secundado por dos escudos de la orden.
No tiene retablo el altar, y si unos restos de una sillería que parece estar datada en el siglo XVII. El resto son pequeños retablos barrocos a ambos lados. Los claustros tienen el sabor recoleto de los conventos, muy limpios y bien cuidados, con muchas plantas, ficus, pilistras y otras ornamentales.
Destaca el segundo claustro, más al interior, que tiene una fuente central con surtidor, dos enormes limoneros y la pared sur lisa, pendiente de llenarse de yedra, también tiene dos troncos de ficus.
La pared norte está formada por el resto de otro claustro, de dos plantas, con los arcos superiores tapiados con ventanales hasta el suelo y una baranda de hierro que protege los mismos.
El resto son las instalaciones de los residentes, de las que aparentemente no tienen mucha queja estos, a tenor de las conversaciones mantenidas con algunos, por lo que debemos estimar que, tanto el trato como la atención es la correcta.
D. Teodomiro Ramírez de Arellano dice en sus Paseos:
“La calle de San Roque y el Colegio del mismo nombre
Seguimos nuestro paseo por la calle de San Roque, que llega hasta la esquina siguiente a la portería del exconvento de Jesús Crucificado, y a poco encontramos a mano izquierda el edificio que le da el nombre y fue primero ermita de aquel santo, después convento de Carmelitas Descalzos, como ya hemos dicho, y últimamente colegio de los Calzados. Por consiguiente, en este edificio es donde estuvo San Juan de la Cruz durante su estancia en Córdoba y en el que peligró su vida por la caída de un tabique, según la tradición.
Cuando los carmelitas descalzos dejaron esta casa para irse al convento de San Cayetano, como allí anotamos, coincidió la toma de hábito en el Carmen Calzado del vizcaíno fray Andrés de Ibarra, el cual profesó en 13 de junio de 1612, donando a la comunidad 4.000 ducados en dinero que le pertenecían. Con este dinero determinaron comprar el convento de San Roque con la idea de crear un colegio para su provincia, donde se estudiase Teología, como consta de la autorización dada por el provincial fray Pedro Carranza al padre maestro fray Fernando de Vargas, quien realizó la compra y fundación, otorgando la escritura con el padre maestro fray Pedro de la Madre de Dios, tomando a seguida posesión con beneplácito del obispo señor Mardones. Entonces puso dos frailes al cuidado del edificio mientras venían los demás y se acababan de mudar los descalzos.
El padre Carranza designó los colegiales y nombró los lectores para aquel año, según su orden desde Sevilla fecha 4 de febrero de 1614, y el día 11 quedó incorporado a la provincia como tal colegio, prosiguiendo la elección, presidida por el padre Vargas, en la que quince lectores que se habían reunido eligieron rector al padre maestro fray Pedro de la Madre de Dios, primero que tuvo esta casa. De ella salieron discípulos que la honraron en más de doscientos años que tuvo de existencia hasta la última exclaustración. En la de 1820 a 1823 había sido enajenado por la Hacienda, y por consiguiente fue a poder del comprador, cuyos herederos la poseen.
Su iglesia es de una sola nave de medianas dimensiones, y en ella tuvo sepultura el venerable sacerdote Andrés de las Roelas, a quien se apareció San Rafael. En dos o tres ocasiones se ha intentado buscar sus cenizas para trasladarlas a la iglesia de San Rafael, sin obtener el resultado apetecido, por falta tal vez de datos seguros, si bien el vulgo dice que milagrosamente, por haberse inutilizado los que la operación dirigían.”
Restos en la pared del claustro
Homenaje póstumo a María Moral
Al principio de esta entrada decía que habíamos estado en la residencia “para visitar a una chavala de "noventa" años que parece estar en la flor de la vida, por lo menos mentalmente.” María Moral, una agradable y vital mujer que, lamentablemente al día siguiente de nuestra visita, después de haber estado comprobando el estado mental tan preclaro que tenía, y recordando con ella situaciones que demostraban su lucidez, nos enteramos que se había caído en la residencia y dado un golpe en la cabeza. La visita al hospital, comprobación de que estaba bien, utilizando los modernos medios de diagnóstico y… lamentablemente al otro día del accidente entro en un coma irreversible, con un deterioro generalizado de sus funciones vitales y el viernes en la noche falleció. Vaya desde aquí estas líneas y fotografía a modo de homenaje póstumo.
María Moral noventa años.
Bibliografía de Teodomiro Ramírez de Arellano
Paco, la próxima vez que vengais por aqui avisadme, que soy vecina de la calle.
ResponderEliminarEl edificio por lo visto conserva aún como capilla la que fuera la celda del santo. Una vecina y trabajadora del asilo me ha prometido enseñarmela, así que si os apetece podemos ir un día.
En la casa de paso que nombras en la calle Romero hice una intervención arqueológica paramental (consiste en picar los muros y ver la evolución del edificio, en aquellos inmuebles protegidos del casco histórico y antes o durante su rehabilitación) hace unos años, y en una de sus habitaciones documenté una puerta cegada que comunicaba con el convento. En un documento del siglo XIX se expresan los motivos por la que fue cortada la calle de paso, ríete tu del botellón...: “[…] se cometen frequentemente desordenes, y aun los que pasar por élla, y los mismos vecinos de la casa están expuestos á ser insultados, sin tener arbitrio para defenderse, ni aun para prevenirlo […] la multitud innumerable de desordenes, que se cometen con frequencia en la calleja del Postigo del expresado Colegio, quebrantando la clausura las mujeres, protegidas de hombres viciosos y libertinos, profanando el Santuario y atropellando los Ministros del Señor […]”.
Guadalupe, cuando pasamos por tu puerta le dije a Conchi donde vivías.
ResponderEliminarEn su día fue una enorme casa de vecinos, ahora lo es lo mismo pero de apartamentos. Los de la celda de San Juan de la Cruz lo he leído, parece que tiene un cuadro también.
Me imagino que el convento sería, como dices más grande. Y en cuanto a los "desmanes alcohólicos" si en algún sitio hablan de ello.
Un día te llamo y vamos a la residencia. La ermita estaba ocupada por dos andas y la pared derecha no la pude ver. Parece que la hermandad se vino de San Miguel por discusión con el párroco de allí (ya fallecido, que si es quién conocí una vez que tuvo la torre peligro de ruina, tenía un buen saque culinario, cuestión que comprobamos en el bar de frente).
Gracias por otra interesante aclaración
De todas formas Guadalupe el Convento tiene tres patios más al interior en dirección noroeste, 1.467 m2 construidos y 2.253 m2 de suelo en total, vamos una casita. Y no veas la del número 20 que es de la Diputación, 1710 m2. En fin.
ResponderEliminarNunca he estado aquí dentro, y la verdad, sorprende lo bien cuidado que está, según veo en tus fotos. La discreción de su fachada no da pistas de cómo puede ser su interior, muy típico en esta ciudad, y me ha gustado mucho cómo es, así como tu magnífica (como siempre) información.
ResponderEliminarAmigo Paco, qué alegría me da de tus inquietudes, siempre fuiste así, inquieto, ávido de saber el por qué de las cosas, los libros dan sabiduría, sus intrínculis mucha más.. Yo sin embargo, hace mucho tiempo que decidí "quedarme quieto, sin despegar los labios, en mi sitio"...es el estribillo de alguna canción protesta de hace tiempo, y enlazo esto con la entrada de Conchi en su blog "cantautores para una transición democrática: para la libertad".
ResponderEliminarPues creo que vienen malos tiempos tiempos para la libertad -siempre fueron malos-.
Amigo Paco, solo contamos con nosotros mismos, no existen "salvadores de la patria", de ningún tipo...: hasta ahora es mentira, ¡ojalá nos demuestren lo contrario!.
Un abrazo
PD: ¿He despegado los labios?
Vaya hombre, con el rabo de lagartija que has sido siempre y lo "pringao" que has estado, pero bueno son ciclos, lo importante es tu estabilidad que me alegro de que la tengas, y los buenos trabajos fotográficos (que te acuerdes de mí cuando vayas a tirar tu equipo).
ResponderEliminarEn el trabajo eramos tres, Cano, tu y yo, en este actual somos dos gallos en corral ajeno.
Un abrazo.