domingo, 6 de marzo de 2011

UNA FAMOSA PALMERA

Grabado de Wyngaerde 1567, con detalle de algunos lugares y de la palmera.

Sin pretender ser un pesado estrujando los retazos de la historia, decir que, el dibujo de Wyngaerde, cuando se manipula, nos brinda una inmensa cantidad de datos, historias y posibilidades. Y a mí me engancha por ser una ventana cuatro siglos y medio atrás donde se puede mirar, donde siempre se encuentra alguna cosa que estudiar y uno se da cuenta que la ciudad no ha cambiado tanto.

Lo que ahora es el Ayuntamiento fue antaño, entre otras Casas de los Condes de Hornachuelos, antes de los de Villaverde, y mucho antes mayorazgo de los Venegas, apellido que siempre aparece al principio de casi todo en esta ciudad, en la etapa cristiana, nombre que a su vez parece proceder de la voz arabizante cristianizada Ben Egas.

Grabado de Guesdon siglo XIX, donde también está la palmera.

Lo que me ha llamado la atención es la Palmera que se ve en el dibujo. El tiempo de vida normal de una palmera datilera es de trescientos años y el dibujo hace 444, pero la palmera que nos ocupa desapareció a finales del XIX, luego pudo ser la misma del dibujo. 

En el dibujo de Guesdon de finales del siglo XIX también se ve la palmera en él. Cuando se quitó al abrirse la calle Claudio Marcelo se trato de trasplantarla y llevarla a los jardines de la Agricultura, con un gran esfuerzo de medios y hombres, por parte del municipio, pero no resistió el cambio.

Plano de 1811 (en color la manzana de la casa del Conde de Hornachuelos).

En Paseos por Córdoba D. Teodomiro Ramírez de Arellano se refiere a la palma famosa y como es lógico a la plazuela de ese mismo nombre:

“A la mediación de esta calle existe una plazuela, conocida por la de los Condes de Hornachuelos, por haber vivido éstos en ella durante más de un siglo, en que se mudaron de la que ahora ocupan los marqueses de Villaverde, y aún vive en la primera la señora condesa viuda, madre del actual señor duque de igual denominación. Antes se conocía por plazuela de la Casa de la Palma, porque aquélla tiene una desde muy antiguo sobre la muralla divisoria, lo que la hace aparecer con mucha mayor elevación de la grande que tiene, por divisarse desde casi toda la parte baja de la población.

Esta casa es la principal de uno de los mayorazgos que fundaron los Venegas, de quienes ya trataremos, y estaba casi en alberca, con excepción de la parte que mira a San Pablo, cuando los Condes de Hornachuelos se vinieron a ella, quienes la reedificaron, haciendo una de las más hermosas de Córdoba.

Entonces se hicieron varias excavaciones y se encontraron muchos restos de algún edificio romano que estaba en este sitio, comunicándose con el anfiteatro por la escalera que dijimos quedó cubierta cuando las obras de las casas Ayuntamiento. En el patio principal hay quince o veinte primorosos capiteles, de dimensiones comunes, y dos colosales, uno en perfecto estado de conservación, dignos todos de figurar en el Museo Arqueológico de la provincia. Hemos oído hablar de una gran estatua ecuestre y otros objetos enterrados.


La imagen citada

En la parte que mira a la hoy calle de Alfaros existe un terrado con antepecho de cantería, y en el centro una escultura representando a San Rafael, con dos faroles a los lados, que se divisan desde muy lejos de la población. Esta imagen estuvo sobre la puerta principal de la hacienda de la Albaida o Castillo Blanco, que tal significa esta palabra, de donde se la trajo al abuelo del actual señor duque, siguiendo sus sucesores la devoción de encenderle las luces que todas las noches lo alumbran.


La imagen en la esquina superior izquierda plaza del Salvador

Otra particularidad debemos anotar en esta casa, y es que del pozo con que se riega el jardín sale por bajo del Ayuntamiento el agua que surte la fuente de la Romana, uno de los caños de la de la plazuela de las Cañas, y el edificio que fue cárcel, hoy sombrerería de los señores Sánchez en la plaza.”

Proyecto de apertura de la calle Claudio Marcelo, causante de la retirada de la palmera.

En este texto nos habla D. Teodomiro de muchas cosas:

—de la famosa palma que podemos ver en el dibujo de Wyngaerde y en el de Guedson, y que es el punto de partida de esta entrada; 

—del San Rafael al que llamaban los “ojos del Conde”, 
“dos  faroles alumbraban por la noche a la imagen de nuestro ínclito Custodio, y servían de faro a los cazadores que se perdían en las fragosidades de Sierra Morena por divisarse aquellas luces desde enorme distancia. La gente llamaba a los faroles indicados los ojos del Conde” 
(R. Montis, Tomo XI, pág. 85), que ahora está en la Plaza de los Padres de Gracia, y que antes de estar en la azotea de la casa del Conde, estaba en la Hacienda de la Albaida; 

—de las ruinas del templo de Claudio Marcelo cuyos capiteles estaban en uno de los patios del plano que acompañamos; 

—del agua que surtía la fuente de la Plaza de las Cañas; 

—de la moderna sombrerería de Sánchez Peña, cuya chimenea se divisa también en el grabado de Guesdon; 

—de la calle del Arco Real, que se llamó en principio Arquillo de San Salvador por la parroquia que existía en la Plaza del mismo nombre, después del Arco Real con motivo de la visita de Felipe II, posteriormente en el siglo XIX, Prim, y al final María Cristina. Siempre el topónimo rondando la monarquía, y aunque Prim fue un poco díscolo al final se la ofreció a Amadeo. 

En conclusión, simplemente fijándonos en la silueta de una esbelta palmera, surgen historias y detalles de la ciudad, tantos como dátiles pueda ésta tener. Son los mimbres del pasado que se entretejen con el presente para, poder hacer, ojalá, la cesta del futuro.


Bibliografía: R. Montis; T. Ramírez de Arellano, 
Córdoba en el siglo XIX. Modernización de una trama histórica, 
de Cristina Martín.
Grabados: Wyngaerde, Guesdon,

8 comentarios:

  1. Muy interesante esta entrada Paco. Las palmeras, al igual que las encinas, son difíciles de transplantar, aunque si se hace bien puede haber éxito. Hay que marcarle en el tronco el lado que está al Norte antes de sacarla para luego colocarla exactamente igual en el nuevo emplazamiento. Un amigo mío de Montalbán así lo hizo con una palmera bien grande y sobrevivió sin problema. Un saludo amigo.

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  2. Andrés, muchas gracias por la aportación, no sabía esa técnica de trasplante. Esta palmera fue famosa porque se divisaba desde cualquier lugar de la Ajerquía, por su situación. Su ubicación, trasladándonos ahora en la actualidad, sería en mitad de la calle Claudio Marcelo, y por su importancia se pensó en trasladarla,con los medios de la época -no he podido encontrar el texto donde se habla de su traslado- y no se consiguió. Pero lo llamativo es que está en dos dibujos distintos, separados en el tiempo trescientos y algo de años.

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  3. También pudo ser la canaria en vez de la datilera: Phoenix Canariensis en lugar de P. datilyphera

    Y además de lo que dice Talbanés, hay que escayolar las raices y el cepellón, humedeciendo continuamente la tela con la escayola para tener garantías de que sobreviva un árbol adulto en un traslado así.

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  4. Esto de las palmeras,con sus dáti
    les,dan de comer a una especie
    de loros verdes,que hacen un
    ruido infernal,en otras capitales.

    En Córdoba aún no las he visto,ni sentido,esperemos que a nadie se
    le ocurra soltar una parejita,en
    su bondad hacía las aves.
    Saludos.

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  5. No se Lansky cuál pudo ser, pero seguro hay cualquier papel por ahí que lo diga.
    Es interesante el trato delicado que se le debe de dar para el trasplante.
    Gracias.

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  6. Ben: cotorras de Kramer, argentinas, se escaparaon de las casas y se han adaptado bien a vivir en libertad en nuestro país, crían y se reproducen y hasta le plantan cara a las urracas; sus nidos son comunales, una suerte de cestas en forma de botella, tejidaslos biólogos se alarman, pero ya las pondrá en su sitio algo, no hay que ser zoo-xenófobos

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  7. Esperemos que sea como tú dices
    Lansky,porque van bajando por la
    Península y la verdad si invaden
    nuestras pequeñas plazas,tan encan
    tadoras,perderían su encanto.Al
    principio cuando ves una o dos,te
    hace gracía por su colorido,pero después cuando invaden las plazas,
    el criterio cambia.

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