Dibujo de Alfred Guesdon, siglo XIX.
Hace un tiempo, en agosto y septiembre de 2009, publiqué unas entradas con los títulos; "La puerta de Andújar y la Torre de los Donceles" y "Las fálicas columnas de la Magdalena", en las que se trataba de comentar sobre la Puerta de Andújar y lo que suponemos queda de ella. Hoy publico un texto completo extraído de un curioso artículo, escrito en 1843 y publicado en el Semanario Pintoresco Español en ese mismo año en junio, pero fechado el siete de marzo. En las entradas citadas se situaba, en la primera, el detalle de los planos de la ciudad y los dibujos que en este repito, que decoraban gráficamente el texto señalado, así como fotografías de las columnas en la Plaza de la Magdalena.
Por lo interesante me ha parecido oportuno publicarlo completo, además de un trozo del dibujo de Alfred Guesdon, el viajero y arquitecto francés (1808-1876), nos dejó para disfrute de tener una referencia real de nuestra ciudad en el siglo XIX, con detalle de la puerta que dejó de existir junto con las otras que se derribaron en la fiebre de destrucción que asoló parte de la ciudad a finales del citado siglo XIX, además de las referencias a otras iglesias de la ciudad.
"Hay en la ciudad de Córdoba, unida al lienzo de muralla que la rodea por la parte Oriental, una antigua torre, cuya perspectiva del lado de Poniente, que es el que corresponde al interior del pueblo, damos al frente de este artículo. Su elevación notable, la regularidad de sus proporciones, y la solidez de su fábrica, le dan un aspecto noble y majestuoso, que á primera vista llama la atención. Su figura es la de un paralelogramo, y unida a él por el P. una torrecilla o mirador de fecha más reciente, no muy elevado, y cuyo objeto no es fácil adivinar. El interior ofrece una distribución rara, y que da a conocer desde luego que no es coetánea á la época de su construcción. No hemos podido descubrir con certeza cuál sea esta; pero observando la manera de la fábrica en los pocos trozos que pueden suponerse de la primitiva; la situación de la puerta, de que hablaremos después, y la relación que guarda con el sistema antiguo de defensa de la ciudad, parece que debe referirse al tiempo de la dominación árabe, aunque su aplicación entonces sería muy diferente de la que después le ha tocado.
En efecto, examinándola por la parte del mediodía, se descubre con toda claridad, que la que hoy aparece una torre, fueron dos en la antigüedad, de las que se ha formado una, cerrando el claro que entre ellas quedaba por medio de dos arcos sobrepuestos de rosca de ladrillo, y una tapia del mismo material. Y registrando el interior, esta conjetura adquiere el grado de evidencia; pues se notan perfectamente las dos torres, y se ve que fueron construidas para la defensa y adorno de una de las puertas más sencillas y elegantes de la ciudad, que estaba en medio de ellas. Los antiguos historiadores han hecho mención de que Al-Xerqui (que hoy corrompida la palabra llamamos la Axerquía) o sea la parte inferior (oriental) de la ciudad, estaba cercada de murallas, en las que había diferentes puertas, las cuales estaban defendidas por torres, que fueron las primeras fortalezas de que los cristianos se apoderaron cuando la conquista. La de que tratamos era sin duda una de ellas; y como no hayamos encontrado mención de esta antigualla en los escritores que han hablado de las cosas de Córdoba, y temíamos por otra parte el verla destruida cuando menos se piense, como tantas otras lo han sido, hemos creído útil formar un borrón que la presente tal cual (según por lo que queda puede rastrearse) estuvo en su principio, y es el que va al final de este artículo.
Según por él se ve, se componía de dos torres de bastante altura, unidas por el lado del N. por un doble lienzo de muralla casi de igual extensión que ellas, en cuyo centro estaba practicada la puerta. Era esta de proporcionada magnitud, formada por dos arcos apuntados, mayores que el medio círculo, separados entre sí un corto trecho, el cual estaba cerrado por una fuerte bóveda; sobre él, situado a la parte exterior del muro, estaban indicados otros dos sobrepuestos y macizos, resaltado el más elevado de ellos. De una a otra torre, en el espacio correspondiente al que quedaba entre los arcos que formaban la entrada, corría, a la altura del primer arco macizo, y por encima de la bóveda, un pasadizo, en el que cabrán dos personas de frente, por el cual se comunicaban las dos. Entre el segundo y tercer arco, debió existir á distancia conveniente, una lápida con alguna inscripción; conservase perfectamente señalado el lugar que ocupó, adornado con una labor sencilla, muy parecida a la que en iguales sitios se ve de su clase en otros edificios árabes.
La fábrica es toda de piedra caliza, que en Córdoba llaman franca; la colocación y corte de las piedras, el árabe, conocido por al dos por tanto, formando en el testero en que se halla la puerta, un pulido almohadillado. Las impostas en que descansan los arcos sonde mármol blanco, y hoy se ven apoyadas en unas columnas de la misma materia, cuya mayor parte está enterrada, por lo que no se sabe la forma de la base, si es que la tienen. Así las impostas como las columnas no parecen de la primitiva fábrica; las últimas son de estilo romano, y probablemente colocadas allí en algún reparo que se hizo al edificio. Ignoramos el motivo de que esta puerta se cerrase cuando tan necesaria era, que hubo que abrir otra a sus inmediaciones, cerrada también a los pocos años ha, no sin graves perjuicios del vecindario, que inútilmente ha reclamado contra esta determinación; no nos es conocido tampoco el de las demás variaciones que la han reducido al estado que en la actualidad tiene; pero es indudable que todas son muy antiguas, como lo es el nombre de Torre de los Donceles, que todavía lleva.
Sobre el origen de este curioso nombre, nada se sabe de positivo. Algunas tradiciones lo derivan del objeto a que muy desde lo antiguo estuvo destinada, que fue el de servir de lugar de prisión o arresto para los Caballeros que cometían algún delito ó exceso, que mereciese seria corrección. Sabido es que la nobleza de Córdoba ha sido de las más esclarecidas del reino, y que habrá muy pocas ciudades en que hayan habitado tantos linajes ilustres. No hay razón para suponer que la educación y costumbres de la juventud fuesen en ella diferentes de las que tenían en las demás partes de la Monarquía. Los galanteos, pues, las cuchilladas, los desafueros contra las autoridades locales, las aventuras de toda especie, pululaban en esta ciudad; y eran muy frecuentes, de sus resultas, los arrestos y prisiones de mozos que, ó sobradamente ligeros, o excesivamente atrevidos, purgaban sus entretenimientos y calaveradas con algunos días de encierro. y timo la palabra Doncel es genérica y pueda denotar al joven soltero, y estos fuesen por lo común sus moradores, por ser los que más a menudo incurrían en semejantes deslices, de ahí el que el edificio tomase su nombre y se llamase la Torre de los Donceles. Todavía se conserva por tradición, que los últimos Caballeros que en ella estuvieron detenidos, fueron los complicados en la muerte alevosa que se dio en el pasado siglo al Marqués del Villar de Rivas, sujeto notable en Córdoba, por lo bien que montaba un caballo, esgrimía la espada y ponía rejoncillos a un toro.
Sin negar la verosimilitud de este parecer, tenemos por más probable, que el nombre de cuyo origen tratamos, vino de haber estado en la antigüedad encargada la Alcaidía ó guarda de esta fortaleza á los Alcaides de los Donceles, cuyo solar, mayorazgos y residencia ordinaria estuvo por algunos siglos en esta ciudad. Pocos aficionados a leyendas viejas ignorarán las rivalidades Y divisiones, que en los siglos XV y XVI ocurrieron entre las dos ramas de la ilustre casa de Córdoba, que representaban los Marqueses de Priego y los de Comares. No es menos conocido el hecho de que queriendo premiar el Rey D. Alonso el XI, los méritos y servicios de Alonso Hernández de Córdoba, y entusiasmar el ejército, erigió a su favor, cuando la famosa batalla del Salado (y según algunos cuando el cerco de Algeciras), la dignidad de Alcaide de los Donceles, trasmisible a sus sucesores y descendientes (1). Fue uno de estos el célebre Diego Hernández de Córdoba, quinto Alcaide de los Donceles, el cual tuvo la gloria de hacer prisionero en el arroyo de Martin González, en unión con el Conde de Cabra, al Rey de Granada Boabdil, por cuya hazaña le honraron los Reyes Católicos entre otras mercedes, con el título de Marqués de Comares, que llevaron con orgullo sus nietos, al par que el de Alcaides de los Donceles. Estas dos familias notables, no menos por sus riquezas, que por los esforzados varones que produjeron, tuvieron un grande influjo en la ciudad, y, se disputaron tenazmente el mando de ella, llegando en algunas ocasiones el encono á tal extremo, que los parciales de uno y otro bando trabaron en las calles reñidos y sangrientos combates. Eran los Marqueses de Priego Alcaides de los Alcázares Reales; desempeñaron también la guarda de la Calahorra (2), y por sus conexiones y deudo disponían asimismo de las fortalezas que defendían la Al-Medina o parte alta de la ciudad. Contra un sistema tan completo de ataque y defensa, no es natural que la Casa de Comares no tratase de estar prevenida; antes bien es más que probable que intentaría abroquelarse en términos de poder oponer medios de resistencia análogos, en cualquier lance que ocurriera. Y siendo la Torre de los Donceles, por su construcción y solidez, no menos que por el sitio que ocupa, la más notable de la Axerquía ó ciudad baja, es muy de creer que los Alcaides de los Donceles se apoderasen de ella como de un punto desde el cual les era fácil hostilizar y tener a raya a sus contrarios, asegurándose en todo evento el gobierno de aquella interesante parte de la ciudad. Y de aquí inferimos que debió venirla el nombre. Esta conjetura adquiere muchos visos de fundada, si se advierte que casi todas las casas solariegas importantes que hay en la ciudad baja, inmediatas a la muralla, pertenecen á familias unidas en lo antiguo a la de los Alcaides de los Donceles, por deudo o amistad. En el archivo del Ayuntamiento existirán datos que podrían poner este punto en su verdadera luz. No nos ha sido posible consultarlos.
Consolidada la autoridad Real desde el reinado de Carlos I, y abatido el orgullo y poder de la grandeza, estas casas depusieron sus antiguas rivalidades, sirviendo de medio entre otros, los enlaces, que con el trascurso del tiempo han traído la reunión de ellas en una misma persona. Cesó entonces el interés por el mantenimiento de estos fuertes, sus Alcaides los abandonaron, y el Ayuntamiento de Córdoba entró en la posesión y gobierno de ellos. Perdida la importancia que tenían, hubieron de destinarse a los usos que se creyeron más convenientes según la época y las circunstancias. A la Torre de los Donceles cupo el que dejamos apuntado, y quizá también tuvo épocas más felices en las que, nobles y graciosas Señoras presenciaron desde el mirador, que a su arrimo se construyera, las corridas de toros y de cañas, y otros juegos de habilidad y destreza, en que los gallardos donceles cordobeses lucían en la plazuela de la Magdalena su valor y gentileza. Hoy ha pasado el tiempo de las fortalezas señoriales, y el tiempo de los torneos. Ya no se oyen en aquel recinto, ni los tristes suspiros del prisionero, ni el áspero rechinar de las armaduras. El destemplado martilleo de un herrero, que es su único guardián, es el solo ruido que á veces interrumpe el monótono silencio que de ordinario reina en la ruinosa Torre de los Donceles.
tan completo de ataque y defensa, no es natural que la Casa de Comares no tratase de estar prevenida; antes bien es mas que probable que intentaria abroquelarse en términos de poder oponer medios de resistencia análogos, en cualquier lance que ocurriera. Ysiendo laTorre de los Donceles , por su construccion y solidez , no menos que por el sitio que ocupa, la mas notable de la Axerquia ó ciudad baja , es muy de creer que los Alcaides de los Donceles se apoderasen de ella como de un punto desde el cual les era fácil hostilizar y tener a raya á sus contrarios, asegurándose en todo evento el gobierno de aquella interesante parte de la ciudad. Y de aqui inferimos que debió venirla el nombre. Esta conjetura adquiere muchos visos de fundada, si se advierte que casi todas las casas solariegas importantes que hay en la ciudad baja, inmediatas a la muralla, pertenecen a familias unidas en lo antiguo a la de los Alcaides da los Donceles, por deudo o amistad. En el archivo del Ayuntamiento existirán datos que podrían poner este punto ea su verdadera luz. No nos ha sido posible consultarlos.
Consolidada la autoridad Real desde el reinado de Carlos I, y abatido el orgullo y. poder de la grandeza, estas casas depusieron sus antiguas rivalidades, sirviendo de medio entre otros, los enlaces, que con el trascurso del tiempo han traido la reunion de ellas en una misma persona. Cesó entonces el interés por el mantenimiento de estos fuertes, sus Alcaides los abandonaron, y el Ayuntamiento de Córdoba entró en la posesion y gobierno de ellos. Perdida la importancia que teuiaa, hubieron de destinarse a los usos que se creyeron mas convenientes segun la época y las circunstancias. A la Torre de los Donceles cupo el que dejamos apuntado, y quizá tambien tuvo épocas mas felices en las que, nobles y graciosas Señoras presenciaron desde el mirador, que á su arrimo se construyera, las corridas de toros y de cañas, y otros juegos de habilidad y destreza , en que los gallardos donceles cordobeses luciau en la plazuela de la Magdalena su valor y gentileza. Hoy ha pasado el tiempo de las fortalezas señoriales, y el tiempo de los torneos. Ya no se oyen en aquel recinto, ni los tristes suspiros del prisionero, ni el áspero roclriuarde las armaduras. El destemplado martilleo de un herrero, que es su único guardian, es el solo ruido que á veces interrumpe el monotono silencio que de ordinario reina en la ruinosa Torre de los Donceles. G.D.L.R."
(1) Lo es en la actualidad el E. S. Duque de Medinaceli.
(2) Torre fuerte que defendía la entrada del Puente sobre el Guadalquivir.
Córdoba 7 de marzo de 1843
Del semanario Pintoresco Español, nº 24 de 1843(11 de junio) Págs. 188/190
2 comentarios :
Creo que el nombre que tenía esta torre seguramente estaría en relación con la casa nobiliaria de los Alcaides de los Donceles, a la que casualmente también perteneció Montalbán, concretamente desde 1356 hasta 1450 aproximadamente. Un saludo amigo y buen fin de semana.
Dice el texto Andrés:
"que el nombre de cuyo origen tratamos, vino de haber estado en la antigüedad encargada la Alcaidía ó guarda de esta fortaleza á los Alcaides de los Donceles, cuyo solar, mayorazgos y residencia ordinaria estuvo por algunos siglos en esta ciudad."
En la Wikipedia corrobora lo que dices:
Alcaide de los Donceles
La mayoría son los Fernández de Córdoba.
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