Venus y Marte, Boticelli siglo XV
Me ha llamado la atención un texto referido a la “Crónica de Enrique IV”, de Alfonso de Palencia, sobre una pequeña semblanza de las costumbres allá por el siglo XV, describiendo los prolegómenos de la boda del Rey con Doña Juana de Portugal, que se sucedieron en Córdoba, nuestra ciudad. Por exponer unas fechas, Enrique IV nació en 1425 y murió en 1474. Juana nació en 1439 y murió en 1475. Como se casaron en 1455, fecha de la celebración, Enrique tenía 30 años y Juana 16.
Demuestra lo que se cocía por aquellos tiempos en materia de lo que no tiene “enmienda”, que es la j…enda. A lo largo de la historia ha sido la fuerza que ha movido todo lo que había que mover y lo sigue moviendo. El texto dice:
“Como ya se aproximaba el día de la ostentosa celebración de las bodas [del Rey] y la futura reina Dª Juana se hallaba en camino para Córdoba, acompañada de los magnates y prelados que habían ido a traerla, mandó el Rey a los Grandes y a los jóvenes de la primera nobleza que permaneciese en aquella ciudad. (...)
Mientras (...), los embajadores enviados a Portugal para traer a la reina Dª Juana venían acompañándola con los mayores honores, y hacían cortas y pausadas jornadas a fin de que llegase en tiempo oportuno. Cuando entraron en Posadas, los Grandes que en Córdoba se hallaban con Don Enrique opinaron que los embajadores trajesen a la reina más cerca de la ciudad, a la torre de Aguilarejo, no muy distante de ella, y que allí se levantasen multitud de tiendas a modo de campamento, emblema de la guerra que al pudor iba a declararse. Una sola noche permaneció la Reina en aquellos reales de Venus, y el Rey que, para verla en secreto, se había adelantado a la Puebla de Infantes, marchó a su encuentro para ver de nuevo, como antes, a su futura consorte, acompañado de los magnates y nobleza, y de una gran multitud de caballeros y de pueblo. (...)
Al fin comenzaron diversos espectáculos dispuestos por los cordobeses, ignorantes de la tristeza del futuro cónyuge, por más que su impotencia fuese ya de antemano generalmente conocida. Pasábanse los días en la distracción de los juegos, y la nobleza acudía a muy varias atenciones, pues la juventud había hallado recientes estímulos al deleite en el séquito de la Reina, compuesto de jóvenes de noble linaje y deslumbradora belleza, pero más inclinadas a las seducciones de lo que a doncellas convenía; que nunca se vio en parte alguna reunión de ellas que así careciese de toda útil enseñanza. Ninguna ocupación honesta las recomendaba; ociosamente y por doquier se entregaban a solitarios coloquios con sus respectivos galanes. Lo deshonesto de su traje excitaba la audacia de los jóvenes, y extremábanla sobremanera sus palabras aún más provocativas. Las continuas carcajadas en la conversación, el ir y venir constante de los medianeros, portadores de groseros billetes, y la ansiosa voracidad que día y noche las aquejaba, eran más frecuentes entre ellas que en los mismos burdeles. El tiempo restante le dedicaban al sueño, cuando no consumían la mayor parte en cubrirse el cuerpo con afeites y perfumes, y esto sin hacer de ello el menor secreto, antes descubrían el seno hasta más allá del estómago, y desde los dedos de los pies, los talones y canillas, hasta la parte más alta de los muslos, interior y exteriormente, cuidaban de pintarse con blanco afeite, para que al caer de sus hacaneas, como con frecuencia ocurría, brillase en todos sus miembros uniforme blancura. Este foco de libertinaje empezó a aumentar las desdichas, y perdido enteramente todo recato, fueron desterrándose los hábitos de virtud.
Celebró el arzobispo de Tours la solemnidad del día de las nupcias, aunque sin contar con la dispensa apostólica; caso que parecía prometer futuras nulidades sobre la anteriormente declarada; así como la experiencia del primer matrimonio amenazaba con mayores peligros a los que iban a unirse en infecundo consorcio. El rumor propalado convertíase en objeto de mofa y lo que realmente hubiera debido arrancar lágrimas a los ciudadanos, se rebajaba con el ridículo. (...)”
Las señoras, solían depilarse el pubis totalmente, esta moda parece que venía de Francia e Italia, por otra parte como es natural, y se acentuó más en esta tierra en los fastos señalados de la boda de Enrique IV con Juana de Portugal. Las damas que acompañaban a la reina no sólo se depilaban, sino que como indica el texto se pintaban desde la cintura a los pies con una pintura blanca para que se viera al bajar de la cabalgadura una visión rápida de blanco.
Eran las segundas nupcias del Rey que, después de tres años de casamiento con Doña Blanca de Navarra no había conseguido preñarla. Se dijo que no hubo consumación del matrimonio. Otros que era un hechizo, el caso es que lo anularon. La realidad o parte de ella, la describe el Dr. Marañon en un estudio: “Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo” (Madrid 1930), que diagnosticó al rey de displasia eunucoide con reacción acromegálica, más o menos un sinfín de cuestiones relacionadas, o derivadas de un posible tumor hipofisiario, que se manifestaba con la impotencia, anomalía del pene e infertilidad.” Pero sin embargo algunas prostitutas decían haber tenido con relaciones satisfactorias.
No obstante las dificultades del “Impotente” como se le llamaba, parece que utilizó un método de inseminación primitivo, utilizando una cánula de oro, para dejar embarazada a la reina, a los siete años de su casamiento. Juana tenía 23 años, pero ya se encargó el Tele5 del siglo XV de decir que su hija fue engendrada por Beltrán de la Cueva. De ahí que se la llamó La Beltraneja, para quitarle la posibilidad de sucederle. Aunque también estaba detrás la ambiciosa Doña Isabel “la católica” a la que interesaba que no hubiera descendencia. Vamos un culebrón.
Parece ser que este matrimonio tuvo otro embarazo, del que abortó Doña Juana. Estaba ella en el Alcázar de Segovia, cosiendo -que era lo que hacían cuando no j..dían-, delante de un ventanal y por el efecto lupa del vidrio se le prendió el pelo. Se lo apagaron después de unas carreras por la habitación, pero el susto que se llevó le hizo abortar a un varón, que hubiera sido el heredero sin dudas, porque el Sr. Beltrán ya estaba a buen recaudo. Luego la reina no paró, Enrique IV la mandó recluir en un castillo y puso de Alcaide del mismo a Pedro de Castilla y Fonseca para vigilarla, y como aquello de la zorra y las gallinas, bien que la vigiló. Le fabricó dos gemelos, y abortó alguna vez más.
No hay nuevo bajo el sol. En época de cinturones de castidad, de inmensos ropajes, de falta de higiene, de gruesos muros en los castillos, de vigilancia de obispos, pasaba si cabe, más que pasa ahora, por lo que moralistas que se escandalizan de nuestros tiempos, sólo con darle un repaso a la historia…
Bibliografía: “Crónica de Enrique IV”, de Alfonso de Palencia y Wikipedia.
Fotografías de Wikipedia.
Mu monárquico te veo en los dos últimos posts, Paco. ¿Le estás haciendo la pelota a los Reyes Magos pa que te dejen algo?
ResponderEliminarEn el anterior, el de Sissi, me acordé del equivalente español: "¿Dónde vas Alfonso XII?". Y es que si el cine que propició el ensalzamiento de la Lady Di del XIX puede considerarse cosmopolita, el que propició el Patas Cortas puede considerarse cosmopaleto.
UN abrazo y feliz roscón.
Pues claro,Paco,el hombre y por su
ResponderEliminarpuesto la mujer,somos tremendamente
sexuales.Yo me acuerdo,de una tía,
de la que decía mi madre,segura
mente con coña,que no paraba de llorar,porque su marido,con 70 años
no sé que enfermedad tenía y que
ya había dejado de funcionar y ella
con 68,no podía pasar sin "aquello"
por lo que ,para ella,la vida había
perdido interés.Yo tenía,entonces
15 años y me reía,pero ahora con
65 años,la entiendo perfectamente.
Saludos y no dejes de tomarte,la
pastillita de la presión,como yo
hago y a seguir funcionando,que es
vida.
Has dado en el clavo. Pero aún a pesar de eso no me dejarán nada.
ResponderEliminarY estoy de acuerdo contigo, fue una cinematografía de cuento de hadas.
Vaya con tu tía, Ben. Pero hoy en día la farmacopea tiene remedio casi para todo. Y efectivos, garantizados, los remedios.
ResponderEliminarBueno me tomaré la de la tensión y la otra. Un abrazo.
PD:No me has dicho si has recibido la foto de Cantinflas de Manuel Estévez. Mírate el correo.
Si,la he recibido,gracias y es esa
ResponderEliminarefectívamente.Lo que pasa es que yo estoy cerca del fotógrafo y no se me ve.El señor que se ve,me parece que era de los que regenta
ban el cine Góngora,que era su representante para Córdoba y que lo
acompañaba en el coche.Esta foto
salía en el interior del periódico,
la que me interesa a mi,porque se me ve de jovencito,es la que salió
en la primera página.
Un abrazo
Efectivamente Paco, la jodienda no tiene enmienda. De los miles de casos oídos a lo largo de la vida recuerdo ahora que Pedro Bueno me contaba que una parienta suya, recluida en sus aposentos hasta en el mágico momento de pelar la pava, se quedó embarazada ¡a traves de la reja de su ventana! Imáginate la commoción que tal anécdota produjo en mi calenturienta imaginación veinteañera. Algún día la escribiré, porque lo que es emularla...
ResponderEliminarFeliz y gratificante año
Eladio yo he oído cosas así como la que comentas te dijo tu amigo. Claro que con la reja por medio sería el Romeo una especie de salamanquesa pegado a los barrotes. Me imagino una "position dog" interior, de la contraria y el resto ya se sabe, entre geranios y gitanillas.
ResponderEliminarAunque es posible, creo que en el fondo habría un escarceo exterior incontrolado.
Ben eso le dije a Manuel que la fecha es fundamental para encontrar la otra que es la que según tu, se te ve.
ResponderEliminarGracias Paco, por permitirnos compartir más conocimiento, ha sido un placer leerlo.
ResponderEliminarPor deformación profesional, me ha gustado lo de el Tele5 de la época. Y es que no hemos inventado nada.
Que los reyes, los de oriente, no los austrias ni los borbones, te dejen algo esta noche.
Paco,me he reído mucho con lo que ha escrito Eladio, a ver si haces una entrada,sobre el asunto de "pe
ResponderEliminarlar la pava",porque en esos años
de nuestra niñez,la imaginación no
tenía limites.
En cuanto a los reyes y sus descen
dencias,como ya debes saber,varios
señores de la corte y el Notario
Real,asistían al acto de consuma
ción del matrimonio,tomando discre
tamente pruebas del mismo.Luego le
vantaban acta notarial,sin ella no
había valor de matrimonio.Así,obli
gaba la Iglesia Católica.
Esa noche,había muchas carreras para dejar pruebas evidentes del
acto.
Lo tengo en cartera, estoy recopilando datos. Y ya le preguntaré a Eladio sobre lo que el tiene.
ResponderEliminarEsta mañana he estado en la biblioteca y he mirado junio del 67 por error, el viernes miraré junio del 64 que es la fecha que me dijo Manuel. Para lo de Cantinflas. Pero las fotografías de la prensa son malísimas con mucho punto
Amigo Paco
ResponderEliminarTe felicito por esta entrada que
recrea lo que pudo ser aquellas vidas palaciegas, que no difiere mucho de lo que aludes de Tele5.
La subida de Isabel de Castilla al trono en clara disputa con la famosa Beltraneja, ENCIERRA UN IMPORTANTE PERSONAJE, cual fue el judeo-converso, Alonso de Burgos, que luego sería Obispo de Córdoba
Este personaje fue "fichado" por la nobleza para que se dedicara a propiciar el camino de Isabel al trono.
El Obispo de Córdoba, por aquellos tiempos eran de los que tenían más peso en la corte.
Sevilla y Toledo, con el tiempo nos quitaron dicha importancia.
Saludos.
Gracias Manuel por la aclaración.
ResponderEliminarUn abrazo.