Cuando decidí
-siempre empujado por Conchi, que es sostén de este “mamarracho” que suscribe, antes lo fue Lola, mi madre, pues queramos o no siempre nos sostiene el género contrario-, abrir un blog y llenar de caracteres páginas digitales en blanco del Word o de previo papel, virgen o no, nunca pensé llegar a cuatrocientos trabajos. Hoy los cumplo, bueno los cumplimos, porque aunque uno escribe
“sus cosas o sus notas sobre esta ciudad”, sin espectadores no hay posibilidad de teatro o circo. Por lo tanto, sin los lectores esto sólo serían cuatrocientos papeles digitales manchados, aderezados por fotografías y ya está.
Otra de las cosas que te permiten el hecho de rellenar estos espacios, es conseguir amigos y amigas. Unos te ponen en situación de firme, y otros te dan una palmada en la espalda, ambas cosas son necesarias, la primera para que no te lo creas y la segunda para que no decaigas. Hay momentos muy prolíficos y momentos de producción cero, según el ritmo circardiano, en una palabra de diario, sumados a las influencias de todo lo que nos rodea. Unos tiempos eufóricos y otros pesarosos. Lo importante es utilizar siempre una de las cuatro reglas, la suma. Es cierto que sería mejor la multiplicación, pero el paso corto siempre lleva más lejos, es el dosificar el caminar.
Mi padre decía que, “sabiendo las cuatro reglas, leer y escribir, ya podías ser un hombre de provecho”, puede pensarse que esto viene poco a cuento, pero lo decía mi padre y trasladado a su época era cierto. Y lo menciono también porque él me enseño a leer y a escribir, luego la Amiga de la cale Badanillas, Señoritas Carmela y María, un poco el colegio S. Eulogio y otro D. Enrique en el San Antonio de Padua, hicieron el resto. Sin ese punto de partida de la lectura esto de hoy, las cuatrocientas entradas en este blog, hubieran sido imposibles. Luego con el transcurso del tiempo José Muñoz se fue quedando un poco atrás, por el enorme salto tecnológico dado por la sociedad, yo creo que en menor medida que yo con mis hijos, por haberme movido en parámetros muy cercanos a los de ellos de siempre. Todavía me considero muy parejo a sus conocimientos, aunque iniciando el declive, desde luego me estoy refiriendo a los intelectuales o tecnológicos, no a los de la vida que es la rama alimentada por la experiencia, aunque ya se sabe, ”hay quien lleva cuarenta años de municipal y no sabe dónde está el ayuntamiento”.
Hoy, viendo a mi nieta Claudia que es -no voy a dejarme llevar por la pasión-, listísima, como la mayoría de los niños y al mencionar la mayoría suavizo lo de la pasión, que quieras que no está ahí. Todavía no tiene cuatro años y ya escribe su nombre y aún a pesar de que aún no lee de corrido, conoce las letras y números; cuenta y tiene una memoria prodigiosa. Y domina otras facetas que hace muchos años otros niños no teníamos con la ayuda de la tecnología actual, por ejemplo: conoce los colores; números; días de la semana; etc. en inglés, y maneja todos los artilugios electrónicos sin ningún tipo de problema. Antes con una cartilla, un lápiz de Johann Sindel, una goma Milán, y unas lecciones a la luz de una lámpara incandescente de 40 vatios, te tenías que apañar. También la gran enciclopedia del saber, la Dalmáu Carles Pla de Grado Medio colaboraba, o la radio -el que la tenía-, y esa era toda la percepción exterior. Hoy las percepciones exteriores son inmensas así como los medios y las posibilidades. Yo me imagino la satisfacción de mi padre conmigo, semiatracción circense, que con algo de menos edad que ni nieta, ya leía casi perfectamente gracias a sus lecciones, cuando me hacían leer el periódico en público.
Enciclopedia Dalmáu Carles Pla, Grado Medio.
La posibilidad actual del medio que nos ocupa, de expresar con texto, imagen o sonido, o sonido e imagen mezclados –vídeo-, lo que quieres decir libremente, “sinde” que nadie te coloque una espada de Damocles en la cabeza, es algo que debíamos proteger con toda la fuerza posible. La posibilidad de que lo que haces, en el mismo momento que lo haces, lo vea todo el mundo que tenga acceso a la red de redes, Internet, y que quede ahí para su consulta posterior -no sabemos hasta cuando-, pero que quede -salvo que un día ocurra el cataclismo del PEM (pulso electromagnético), u otro cataclismo humano-, es difícilmente creíble. Nuestras mentalidades de tiempos en los que la censura, persecución, cárcel y muerte, formaban parte de los frenos a la libertad de expresión y de pensamiento, difícilmente podrán liberarse de ese aspecto negativo. Por ello es necesario defender como podamos, uñas y dientes si es necesario la posibilidad de que, las generaciones venideras, puedan seguir utilizando este medio y otros libremente, aunque las perspectivas del mundo actual señalan un gran retroceso en todo, social, intelectual y en materia de libertades individuales y colectivas, si no al tiempo, y ojalá peque de pesimista.
Primeras Notas de Claudia
Como estamos en un mundo computarizado, el protocolo HTTP, 400 es un código de una solicitud de mal cliente. CD (siglas de compact disk también) significa cuatrocientos en la numeración romana, y HHHH en la griega. El círculo se divide en 400 grados centesimales. 400 es el 111110000 del sistema binario, y el 190 del hexadecimal. Su cardinal es cuatrocientos y su ordinal cuadringentésimo. Y como siempre, desvarío y me salgo “por los cerros de Úbeda” y digo “pegos”, todo ello para aderezar y decir lo importante que para mí son cuatrocientas entradas, impensables el año pasado, vamos que son muchas entradas.
Lo único cierto es que lo celebro, y no me creo aún haber llegado a este número, por ello doy las gracias a la “empujadora” citada en el primer párrafo, y a Pepe Muñoz mi padre. Y a todos los amigos/as que con sus comentarios, palmadas o críticas, o simplemente sabiendo que están ahí, aunque no compartan lo expresado -que además es lógico-, me enriquecen diariamente.
Gracias a todos por aguantarme.