En Barbate
Conchi era una niña con una cara de princesa –aunque mi sentir ha sido siempre republicano- de cuento de hadas, o de película de Walt Disney. Yo un niño algo mayor que ella, algo menos de un año, delgaducho, que consideraba esas facciones perfectas. Una boca delineada, que perfilaba una sonrisa única, unos ojos muy bonitos, una nariz pequeña, caracteres físicos todos que configuran un perfil precioso, con un pelo negro ligeramente ondulado que le caía por los hombros, y enmarcaba aún más la belleza descrita. Cuidado, que quien tuvo retuvo.
Así era Conchi con doce o trece años. Yo la esperaba a la puerta de su casa hasta que salía. Luego se dirigía con otra chica algo mayor al cine de verano. Y claro para entrar hacía falta una cincuenta pesetas que no todo el mundo podía tener. Verlas entrar y se acabó el paseo, a esperar a otro día. Un día pude entrar, y toda la sesión me deleité con su perfil y el conjunto de su belleza. No he explicitado otros cánones de belleza, pues con trece años el nivel de testosterona, sólo permitía la contemplación platónica. Ella no recuerda esto, desde luego porque yo entonces actuaba como simple voyeur, y claro…
Las dificultades económicas, hicieron inviables la continuidad de los seguimientos. Pasó el tiempo, quizás un par de años. Cierto día se casó un compañero de trabajo, y al entrar en el templo donde se celebraba la boda, tropezamos los dos en la entrada. Se quedó mirándome, para ella fue la primera vez que me veía, para mí el volver a recordarla nuevamente. Aquello también pasó, algunas miradas furtivas y nada más. Luego las preguntas de ritual; -¿Quién es esta chavala? -Una amiga de mi hermana. -Es que me gusta mucho y además la conozco desde hace tiempo. -Pues te voy a invitar a la fiesta de fin de año a mi casa. Existieron las ayudas reglamentarias y los empujoncillos adecuados para conseguir el encuentro.
En ese intervalo, hasta finales de diciembre del sesenta y dos, hubo un encuentro fortuito por el centro de la ciudad, un cruce de miradas, un volver la cabeza y vuelta a mirarnos. A posteriori le recordé varias veces, aquel acontecimiento, que había vuelto la cabeza para mirarme y nunca lo reconoció. Bueno, es igual, pero lo cierto es que la volvió.
Fiesta de fin de año, mil novecientos sesenta y dos, el baile desde luego no ha sido nunca lo mío. Rita Pavone lo amenizaba, “Che m’importa del mondo”. Siempre hay una música, una banda sonora que va unida a la película, que la complementa. Una cita para el día después, para la tarde del día después, uno de enero del sesenta y tres. Un paseo y dos nenes, porque eramos dos chiquillos, sentados en la cafetería Dunia. Conchi tomó un refresco, y yo un coñac –¡Qué te parece, un coñac!-. Otras citas posteriores con carabina, a las que me acompañaba mi amigo Joaquinito para equilibrar.
En el Alcázar.
Joaquinito se marcha -hace poco lo hizo definitivamente-, después de cumplir su objetivo, como el ciclista que pone al esprínter cerca de la meta. Otras citas, pero ya solos, y formalización del noviazgo. Ahora procede el refrendo oficial. Hay que hablar con Pepe, su padre, en el bar –en nuestra sociedad siempre es en un bar-, al que lo llevaron para el encuentro “fortuito”.
–Sabe usted Pepe que salgo con su hija, somos novios y deseo solicitar su permiso para entrar en su casa.
Unas copas y el permiso concedido para la entrada, Pepe era un pedazo de pan, y qué decir de Concha su mujer, bastante mejor. Transcurren diez años desde lo de Rita Pavone, ya estamos en el setenta y tres, catorce de octubre. La unión en San Pedro, ofició el acto el cura “no fusilado” que figuraba en una lista de fusilados.
Hoy hacen treinta y siete años. Aunque en total son cuarenta y siete, pues hay que sumarles a los de los papeles, los diez previos. ¿Felices? Vamos, yo sí, y la quiero pienso que como el primer día, y no exagero. ¿Qué que tenemos en nuestro haber? Estimo que bastante. Dos hijos maravillosos, con unas excelentes compañeras y dos nietos -de momento- muy especiales. Ahora estamos como al principio de los treinta y siete, solos, a pesar de tener más familia. Los del escalón superior lamentablemente ninguno están.
15 comentarios :
Feliz 37 aniversario y que sigan, garacias por presentar a la familia de esta manera tan blogera.
Un abrazo
Gracias a ti Eduardo por estar siempre ahí, y ser el primero.
Un abrazo
Sencillamente,FELICIDADES,Paco y
gracías por compartir tu felicidad
con los que te seguimos,leyendote.
Como ya veo,que es imposible en ti,
evitar tus definiciones religiosas,
políticas,en mi caso te diré,que en
esas cosas soy bastante indifiren
te,en lo que sí no lo soy es en el
concepto de familia,grupo de per
sonas que se protejen y aman.En
mi caso,también hay una mujer ex
traordinar en mi vida,con 47 años
viviendo con ella.Tres hijos y
cuatro nietos.
Te repito,felicidades y que formais
una pareja muy guapa y un grupo muy
guapo.
Pues felicidades a entrambos dos y a conservar. En vuestra generación las rupturas no fueron tantas por diversas circunstancias y por eso no suponéis una rareza, aunque sí en el hecho de seguir tan felices y enamorados, que eso sí es más raro. En la mía muy pocas parejas son las que han pervivido. Llegó un momento en que C. y yo (que vamos para los 30) éramos los únicos de nuestras amistades que seguíamos manteniendo el negocio este de la pareja. De manera que los colegas se reían de nosotros diciéndonos que parecíamos Romina y Albano. Pues hasta esos dos tortolazos acabaron tirándose los trastos. Así que ahora, los que persisten con las bromas con quien nos comparan es con Víctor y Ana. Agggggggg. Y ni aún así consiguen hacer mella.
Un abrazo pa ti y un beso pa Conchi
Pues 37 años, casi toda una vida, hoy día todo un logro en tiempos que corren, pues entrando en el hilo, mañana hará 22 añitos del mio y también tengo que reconocerlo muy feliz, no fue fácil al principio, reconozco que la adaptación mutua fue complicada, sobretodo debido a mis aficiones, que siguen siendo las misma, pero con menos intensidad, no me enrollo mas.
FELICIDADES PACO
que sean muchos mas y que nosotros lo veamos.
Un Saludo.
Ben muchas gracias, y te felicito a ti también. No se ahora a que definiciones te refieres, pero no me doy cuenta. Llevas razón lo importante es lo otro. Un abrazo.
Muchas gracias Manolo, la verdad es que no somos tan raros, y es cierto que estas generaciones no estaban por las razones de todos conocidas tan proclives a coger la calle de en medio (la separo para que no sea la del Alcázar Viejo). En la tuya ya estaban cambiando las condiciones, y es verdad el modelo era los empalagosos de la Romina y Albano. Pero no creo quela comparación sea con la deriva de la última pareja, sino con el contrato de estos.
Un abrazo y la devolución del beso de Conchi y otro para Cris.
Emilio, son toda una vida, dieciséis años recién cumplidos y quince lo son. Y os deseo todo lo mejor para mañana y a tu compañera también. Es cierto lo que dices y lo reconoces, yo también tuve aficiones complicadas, lo ideal hubiera sido que le hubiera gustado lo tuyo a tu mujer, pero eso hubiera sido el no va más me lo imagino. Al final somos todos unos egoístas.
Muchas gracias y felicidades a vosotros también el día quince.
Ahora se explica este paréntesis bloguero al que nos has condenado los últimos días.
Estabas ocupado en un post vital y romanticón envidiable.
Gracias por compartirlo y enhorabuena.Felicidades
Amigo Eladio, el paréntesis ha sido por males, ha estado Conchi changada con una contractura muscular unos días.
Muchas gracias querido amigo. Un abrazo
Querido Paco: qué lindo relato, y que alegría poder compartir, desde este cyberespacio que rompe distancias y realidades, tu felicidad cimentada en una hermosa familia y, me atrevo a inferir, en kilómetros de recuerdos para recomponer con la palabra.
Abrazo grande, Ezequiel
Mi más sincera enhorabuena. Lo importante es seguir estando a gusto con tu pareja y ella contigo, y que la retahíla que te sigue, te siga siguiendo.
Y gracias por compartirlo.
Felicidades a los dos.
Muchas gracias, tú como siempre José Manuel. La gente de Mucho Trigo, no es mala gente.
Paco, he estado unos días regular y no he podido leer tu espacio. Ahora que lo hago, te doy mi más cordial enhorabuena y os deseo a los dos la mayor felicidad para los próximos treinta y siete años. ¡Qué menos!
Molón, gracias, pero lo mejor es que estés mejor y en la brecha.
Saludos
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