Fachada principal de la Trinidad.
La Plaza de la Trinidad es confluencia de varias calles; Hoces, Montemayor -Pastora-, Tesoro, Horno de la Trinidad y Sánchez de Feria -Campanas-. Los edificios más importantes de la plaza son: el Convento, hoy parroquia de San Juan y Todos los Santos, Trinidad, El palacio de los Condes de Hornachuelos –hoy Escuela de Artes y Oficios- y la casa donde vivió y murió Luis de Góngora y Argote, en la esquina de Sánchez de Feria -Campanas-.
Puerta principal de la Trinidad.
El convento fue uno de los cuatro fundados por Fernando III, pagándole éste, de alguna manera bastante generosa, a los frailes que le acompañaron en la conquista, sus servicios. El convento pasó por dos exclaustraciones. En principio la parroquia de la zona era Omnium Sanctorum, o de Todos los santos, que desapareció (fue antes mezquita) y pasó a ser absorbida su feligresía por San Juan, en 1799, que también fue anterior mezquita, de la que aún conserva parte de su minarete. Cuando San Juan dejó de ser parroquia, en 1876, todo pasó al ex convento de la Trinidad, por ser de la orden de los Trinitarios, y pasó a llamarse Parroquia de San Juan y Todos los Santos, Trinidad, conteniendo en un alarde de mezcla sagrada los tres elementos parroquiales que la formaban.
Espadaña con las primeras luces de la mañana .
La construcción actual –tuvo un par de reformas considerables- es de una sola nave de gran altura, con una bóveda en su Capilla Mayor. Ésta es o fue patronazgo de los señores de Zuheros, Marqueses de los Trujillos, en la que tenían su enterramiento. Esta Capilla estaba en el lugar que ahora tiene la puerta principal, que fue cambiada. D. Martín de Córdoba aportó mil ducados y su hija Doña Teresa seis mil y la orden el resto (¿?) para la construcción, Ese hecho obligo a ocupar terrenos de la plaza.
Fachada lateral norte y puerta.
El coro tiene debajo un acceso para subir a él y al órgano. Todos estos edificios tienen muchas historias, concretamente las capillas que se ubicaban en ellos, cuya fundación se configura alrededor de ellas. Una leyenda escrita en Granada en 1654, habla de la Virgen de los Remedios. Un cristiano de quejaba de los malos tratos que le propinaban los árabes en su cautividad. Un día se le apareció la virgen y le dijo que pronto serían conquistados –fíjate, la Virgen preocupada ocho siglos después que vinieran los árabes, por la conquista-, que hiciera un hoyo en un lugar determinado de la sierra, y allí encontraría una imagen suya. Se puso de acuerdo con otros cautivos, fueron a excavar y la encontraron.
Lado oeste, espalda del altar Mayor y ventana de sacristía.
El dueño del terreno ante el hoyo, que no taparon, pensó que habían sacado un tesoro y les reclamo lo extraído, obligándolos a confesar y consiguiendo que le entregaran la imagen. Debemos entender que el propietario de los esclavos sería un personaje árabe. Tiempo después algunos frailes vinieron a Córdoba en 1230 –importante la fecha, pues era todavía bajo el gobierno árabe-, al mando de Fray Miguel Hispano, y compraron la liberación de trescientos cautivos, consiguiendo que le incluyeran en el paquete del negocio, la imagen, que guardaron hasta el 1236 año de la conquista por Fernando III. Éste se la donó después a Fray Luis de Fresa que fue el primer superior que tuvo el convento.
Callejón de entrada a la Sacristía aún húmedo.
La fachada era relativamente pobre, de piedra pintada de ocre, ahora con ribetes bermellón. Un pedestal de jaspe azul, cuatro columnas dóricas y una cornisa de volutas. La puerta de hierro bastante elaborada se corona con dos columnas salomónicas con un nicho que contiene un ángel y dos cautivos, y encima el escudo de la orden de los Trinitarios. La puerta tuvo una reja que hoy no está.
Restos del exagerado riego.
Arriba una ventana y dos ventanucos primitivos, luego se conoce que para conseguir más luz, se repite lo mismo en el triángulo de la cubierta. Dos ventanas pequeñas a nivel de calle, a la izquierda, debajo del cuerpo de la espadaña, que está pintada del mismo color de la fachada, pero que al tener menos fachada impera más el bermellón. Tiene una baranda el primer cuerpo de tres campanas, que corona un campanillo. Abajo, en la fachada, cuatro farolillos y una imagen en azulejos.
Lado este de la bóveda.
La fachada norte tiene tres ventanas casi a la altura del tejado y cuatro ventanillos. Separan la fachada tres largos bajantes de los canalones del tejado, que desaparecen a unos cuatro metros del suelo para hacerse interiores, y un zócalo de piedra. Tiene otra portada lateral, barroca, con hornacina en el cuerpo superior y dos faroles a ambos lados. Tres imágenes en azulejos en la fachada citada a la calle Lope de Hoces.
La espadaña desde una perspectiva inusual.
Así como la entrada a la sacristía de dos plantas. Para acceder a ésta existe en la actualidad un pasillo entre la pared de la nave y lo que era la entrada a la Intendencia Militar que, creo es la más húmeda de España y parte del extranjero. Llueva o truene, esos escasos metros cuadrados enlosados, reciben la mayor cantidad de agua potable del mundo.
Detalle de la puerta de hierro.
En lugar de barrerlos o fregarlos a fregona cuando proceda, son regados profusamente por un ayudante del titular, con la adición que crea el riego con manga, que genera en los transeúntes una enorme pena por tanto derroche de agua. En alguna ocasión le he referido al regador el derroche, me ha mirado, y ha seguido regando como si no se le hubiera dicho nada. Un "quemasangres" prudente, o que el hombre tiene instrucciones concretas del titular, que será lo más lógico, que no se atreve a incumplir.
Retablo barroco del Altar Mayor.
En la segunda exclaustración fue ocupado por el Ramo de la Guerra, y transformado en cuartel, concretamente en dos, uno de Infantería con entrada por Sánchez de Feria, y otro de Caballería por Lope de Hoces, por la entrada que tenía el Depósito de Intendencia y posterior Zona de Reclutamiento. Ahora está ubicado en el edificio una escuela taller, que es la que está restaurando el Oratorio de San Felipe Neri .
Vsita desde debajo del coro.
En el proyecto parece que está acordada la cesión de parte a la Facultad de Filosofía y Letras, y la otra destinada a la construcción de una Residencia Militar. Tal y como está la situación presupuestaria, ambas cosas se puede considerar que van para largo. Lo único cierto es que de el antiguo convento de la Trinidad, cuarteles de Infantería y Caballería, Depósito de Intendencia, incluidos los hornos, y Zona de Reclutamiento, además del edifico de la antigua Comisaría de Guerra y posterior Intervención Militar, ocupado por la representación sindical del personal civil del Ministerio de Defensa, y otro que tiene unas viviendas y tuvo la Comandancia de Obras, también ocupado, quedan, unos desvencijados edificios que si no tiene el reglamentario mantenimiento, pronto serán una verdadera ruina.
Otra vista de la nave.
En el tiempo de la ocupación conventual en su totalidad, el templo tenía tres naves, que al final hubo que reconstruir por el deterioro. Su remozamiento duró unos doce años y se reinauguró en 1705. Del convento salieron grandes personalidades de la iglesia: Fray Juan de Almoguera, fue arzobispo de Arequipa y Lima; Fray Pedro Fajardo, Obispo de Buenos Aires; Fray Alonso de Herrera, tuvo una cátedra en Salamanca, y un hijo de Bartolomé Sánchez de feria fue fraile de este convento con el nombre de Fray Sánchez de Feria.
Altares a la entrada.
Alrededor del convento siempre existen muchas historias, cuentos y leyendas. Conocida por otra parte la producción considerable de testosterona de la vida monacal, si se observan regularmente las leyes internas y, aunque la liberación de esa hormona puede ocurrir en algunos de forma natural, fisiológica, con aquello de “irsele las cabras”, o poluciones nocturnas que, no son pecado según la autoridad eclesiástica, sin embargo en otros por ser su producción superior era complicada su liberación.
Órgano.
El segundo del convento era posiblemente uno de esos de producción hormonal extra. Cuentan que por la noche desde una de las ventanas que daba a la zona del muladar, se descolgaba por una cuerda desde una ventana, para aliviarse las tensiones testiculares y aliviar a una señora de las cercanías. Un día estando descolgándose de la ventana, al aire, entre la ventana y el suelo, la ronda nocturna que lo vio le dio el:
-¡Alto quién va! –le gritaron pensando que era un maleante.
El fraile con voz grave y tranquilo les contestó:
-¡Soy la segunda persona de la Trinidad, que baja a tomar carne humana. – Evidentemente no mintió en lo primero, era el segundo del convento, ni en lo segundo pues iba a lo que iba.
Una vista de principios del s. XX , entonces tenía reja la puerta.
La ronda creyó que era el hijo de Dios, por aquello de esa composición complicada e incomprensible de la Trinidad sagrada. “El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios”, pero y el tema del Espíritu Santo como se explica… ¡Que ganas de complicar!. Volviendo a la ronda, no sé si fueron tontos o muy listos, en el ánimo de saber de qué iba la cosa y la dificultad que iban a tener para demostrar determinadas actitudes. Lo cierto es que le dejaron continuar la bajada y el cumplimiento de su sagrada misión de desahogo “testicular”, e incluso le rindieron ciertos honores, dejándolo marchar quedando la ronda en el “primer tiempo del saludo”.
Casa donde vivió y murió Luis de Góngora y Argote.
En veintitrés de mayo de 1627 vieron pasar por esa plaza al cadáver de D. Luis de Góngora y Argote, camino de Omnium Sanctorum. En esa plaza también murió en 1868 el bandido Pacheco, José Tirado, que había ido a pedir el indulto al General Caballero de Rodas, y al Conde de Hornachuelos. No le dieron tiempo, fue confiado y tenían los centinelas orden de tirar a dar, y le dieron en la cabeza muriendo instantáneamente. Quedó allí en la plaza hasta que se lo llevaron al Cementerio de la Salud.
D. Luis delante del Palacio de los condes de Hornachuelos (Escuela de Artes y Oficios).
También en una calle aledaña, la de los Hoces, ocurrió el suceso que recoge el libro de Los Casos Raros, se refiere a D. Egas Venegas, que vivía en una casa de esa calle frente al lateral del convento. Corría el año de 1510, el Sr. estaba echado en el balcón y éste, junto con él y parte de la fachada cayo a la calle, quedando sepultado D. Egas.
El suceso lo vieron varios frailes del Convento. Fray Nicolás de Córdoba fue enseguida al coro a rezar por el alma de D. Egas –hubiera sido mejor a mi modo de ver ayudar a desescombrar por si estaba aún vivo- y allí mismo tuvo la revelación “divina” de que al caer se había partido la lengua, que cuando estaba rezando se le apareció D. Egas -el que estaba bajo los escombros aún-, a darle las gracias –la verdad es que sería por señas pues la lengua…-. Esta revelación hizo que acudiera mucha gente allí, entre ella el Obispo Daza que pidió ver el cadáver para certificar la verdad, cuando sacaron el cadáver para llevarlo a Omnium Sanctorum vieron que tenía la lengua partida en dos, y claro… todos tan panchos, y el primero Fray Nicolás.
Vídeo y fotografías del autor.
Fotografía en blanco y negro del A.M.
Bibliografía T.Ramírez de Arellano.