Estos días de calor que tuvimos en mayo, decidí visitar el acueducto de Valdepuentes. Lo había visto en fotografías pero nunca “in situ”. Temprano, pensando en buscar un hueco para el vehículo me desplacé a la entrada de Medina Azahara. Imposible, la valla impedía el acceso y estaba prohibido dejar el coche en la cuneta previa retirada por la grúa o denuncia, aún si estaba fuera de la carreta completamente. En una palabra hay que dejar el vehículo en el Centro de Visitantes, al lado del canal de riego del Guadalmellato y utilizar el servicio del bus 2,20 €, ida y vuelta al yacimiento.
El interés por estar en un acueducto del siglo I, de unos dieciocho kilómetros de longitud, la mayoría de ellos bajo tierra, desde las fuentes del Bejarano y del Elefante, era notable. Las fotos que había visto, de clubes ciclistas y senderistas eran preciosas. No estaba muy lejana ni complicada su visita, y por lo tanto, reunía las condiciones para disfrutar de un paseo y estar en un lugar que paisanos de hacía dos mil años habían construido. Todo se presentaba atractivo, otra cosa es que el resultado de lo previsto fuese o no agradable, como se verá.
Como era temprano aún, y no estaba el servicio implantado, ni corto ni perezoso, mochila, sombrero, palo de caminante espanta perros pesados, y margen izquierdo de la carretera, decidí subir andando. Esa carretera la conozco de la bicicleta, cuando mis condiciones físicas me permitían usarla para subir a la sierra y, lo mismo que el tramo, que parece de poca pendiente, hasta llegar al cruce de Medina Azahara era durísimo en dos ruedas, a pie es agotador. A ello sumado el sol de justicia que, aún a esas horas tempranas, te estaba dando por detrás y vale el chiste que puede hacerse, el panorama es complicado.
Llegar a la puerta del yacimiento fue un suplicio de entrada. Luego coger la cerca en dirección oeste para buscar el arroyo. Una vegetación seca y alta me impedía ver ningún camino. Como tenía, creía unas referencias claras, decidí cortar por lo derecho. Es un terreno de lomas de bastante desnivel, el que circunda el monte de San Jerónimo por su lado oeste. Sumado al campo a través se hacía pesadillo. La ausencia de caminos cómodos obligaba a ir por dónde buenamente podía, subiendo y bajando. El calor estaba haciéndome mella y me sentí mal por un momento, una sensación de mareo me “acojonó”, creo que me agoté más de la cuenta, cuando en realidad la distancia que tenía prevista de haber llegado al cauce del arroyo y luego subido éste hasta el acueducto, la estimaba en kilometro y pocos metros. Pero las subidas, bajadas, tensión en evitar una caída, por la ruta escogida, acentuaban el agotamiento. A ello se le sumaba el ir sólo y la lógica precaución de que el más simple incidente me complicaría el paseo.
Un enmarañado bosque, umbrío, de árboles de ramas larguísimas que casi tocaban el suelo, y que en ocasiones obligaban a pasar por debajo de ellas, sujetándome algunas por detrás como al del chiste de Drácula, no permitía muchas alegrías. Al pronto vi una construcción y me dije, hemos llegado, pero al límite de lo físico. No por el esfuerzo que no era mayor que otras veces, sino por la suma de despropósitos que estaba haciendo. Saqué la cámara y empecé a disparar fotografías, pero deseando acabar rápidamente y volverme porque la preocupación ahora era bajar hasta la cerca y subir a la puerta del yacimiento, y no me encontraba recuperado, sino todo lo contrario.
Las fotografías tomadas con “bulla” no eran nada de buenas. Me pregunté ¿Qué ha pasado aquí? ¿Esto no es el acueducto de las fotos? ¿Habrán acabado, las aguas de estos días, lo que dos mil años no han conseguido? Eran muchos interrogantes. Lo que debía ser un arco no existía. Pero no hay rastros de escombro. Y con todas esas preguntas sin respuesta decidí -que era además lo que me pedía el cuerpo y el sentido común-, iniciar la vuelta y no investigar más, principalmente porque estaba perdiendo los papeles, y me sentía cada vez peor.
Luego, cuando he tenido la oportunidad de ver un excelente trabajo fotográfico de Vértice –todos los suyos lo son y además envidiables-, y comprobar que en Valdepuentes pone dos diferentes coordenadas geográficas, llegué a la conclusión de que era otro tramo visible del acueducto dónde había estado, y que el auténtico estaba un poco más al oeste en la siguiente vaguada. Es decir: “mi mujer ha malparido, trabajo perdido”, como dice el refranero. Malas fotografías. Un estado físico lamentable, que me hizo beberme toda el agua que llevaba, a sabiendas de que, cuando la sed intensa hace acto de presencia ya estás algo deshidratado y no lo arregla tan fácilmente el agua en cantidad. Y el no haber llegado al destino, era lo que se dice, "un notable éxito". Y luego la preocupación por la vuelta, que sabía y temía que si seguía agotándome me iba a resultar difícil.
El camino era algo más llevadero pues ahora iba hacia abajo. Calculé el esfuerzo, soporté el mareo y procurando no perder el equilibro me alegré cuando, después de un rato, que se me hizo largo, vi la cerca de Medina Azahara. Ahora lo importante era seguirla hasta la puerta principal del yacimiento. Aún quedaban una serie de rampas importantes. Para acabarla de empatar, al pasar por una cerca de alambre de espino, y pisar donde no debía, perdí el equilibrio sin caerme, pero me dio el alambre dos cortes en el costado derecho con rotura de camisa incluida, que parecía un estigma cristiano, con el costado derecho sangrante, bueno es una broma lo del estigma.
Así llegué a la plaza y esperé el autobús que bajaba al Centro de Visitantes. Sólo la conductora y yo, bajamos en ese viaje, que había llegado arriba “hasta las trancas” -que dicho sea de paso, tuvo una amabilidad exquisita, no podía cobrarme la vuelta, pero me permitió viajar sin billete para hacer el pago en la cobradora de abajo-. Se preocupó por lo que me había pasado, a la vista de la sangre y la camisa, yo disimulé, con un no es nada, no dándomelas de fuerte que no lo estaba, sino que aún no me sentía bien del todo y lo que deseaba era llegar y dar pocas explicaciones. De todas formas, fueron sólo dos grandes arañazos poco profundos y que sangraron un poco.
Por lo tanto, a pesar de los despropósitos, del agotamiento, deshidratación y “estigma de alambrada”, no estuve en el acueducto de Valdepuentes que había ido a disfrutar y a fotografiar.
Otra vez será.
15 comentarios :
¡Joder, Paco! Estoy ahora mismo que me va a dar algo. Menudo mal rato tendrás que haber pasado. Una cosa es investigar por el placer de hacerlo y otra jugarte la vida en el intento.
La próxima, si vas acompañado, mejor, y con móvil.
Si me encuentro yo en tu situación seguro que llamo al 112 o me cago las patas abajo antes de llegar a Medina.
¡Cuídate, macho!
Que odisea Paco, ya estarás recuperado.
Aprovecho para comentarte que me hize seguidor de un blog "Andar, ver y contar" del que puedes meterte desde el mío. Te lo digo porque en la entrada del 17/9/2009, "La leyenda de la princesa Elima", comenta que el pueblo de Brihuega en Guadalajara fue repoblado con mozárabes procedentes de la ciudad de Córdoba, por si te interesa.
Un abrazo.
Del 17/9/2009, también tiene una entrada sobre Torrelaguna.
La entrada de Torrelaguna es del 14/4/2010, me he equivocado.
Espero q el "poder ejecutivo" te haya reñido sobre bastante para q no se te ocurra de nuevo irte a andurrear esos mundos sin compañía.
Me pasa como a José Manuel, q vaya rato q me has dado mientras leía. Deseando de llegar al final y poder saber q la odisea terminó, a pesar de los rasguños y malestar, bien, de lo cual me alegro.
A cuidarse! un abrazo! >:0]
Pues podía haber sido hasta peor, porque yo cuando he ido por allí había unos toros que ni Manolete
Que buenas personas sois todos.
José Manuel:
Como el chiste ¿De qué te crees que se escurría la vaca? Llevo móvil y algunas veces echo un transmisor. Por eso no hay problema, el problema es que hay situaciones en los que los medios de comunicación no sirven si nos lo opera alguien.
José Eduardo:
Ahora lo consulto, gracias también por tu interés.
Lisistrata:
El poder ejecutivo me dio el repaso -no fue mucho por cierto- pero todavía tengo el "estigma" -que no lo es, porque ha cicatrizado y los estigmas verdaderos no cicatrizan-. Pero lo pasé mal, no sólo por el agotamiento, sino por el chequeo que me hice sobre la marcha y me asustó. Muchas gracias.
Manolo Trujillo:
A un amigo y a mi, hace algunos años nos corrió una vaca, pero arriba en el camino de San Jerónimo. Por allí no vi ni un miserable conejo, y si te digo ni pájaros. Otras veces ves huellas de los jabalíes, o de otros animales pero ni eso, la soledad más absoluta y no te digo los ramajes, ya os digo como ese que le agarraron por detrás, cunado volvía del cine de ver Drácula en el pueblo de al lado, y estuvo toda la noche pidiéndola a Drácula que no le hiciera nada, y ya amaneciendo miró para atrás y vio que era una rama, y con toda la tranquilidad del mundo sacó una navaja y cortando la rama dijo: -¡Si llegas a ser Drácula te rajo!
Paco, por poco te asfixias y resulta que hay pozos bien visibles del mismo acueducto en un sitio mucho más cómodo y por donde estuvistes además hace poco: en el camino de zahorra (por el que puedes ir en coche perfectamente) que va desde el antiguo matadero al puente de los Nogales.
Pero ciertamente me han dicho que es más imponente el tramo por donde has estado. Si ya no hay toros a lo mejor hasta me animo. Un perro pase, pero un bicho de esos... es que ni de lejos.
Estas hecho un Indiana (con dos) Jones jeje.
La verdad, te comprendo, salir solo al campo no es facil y siempre que existe alguna adversidad se echa en falta un segundo criterio al respecto de ciertas situaciones y es por ello tomar siempre la más precavida...que no siempre es lo que uno termina haciendo jeje
Un saludo y sigue así..., de una pieza jeje.
Vaya peripecia compañero.
Pues cuando quieras te acompaño y echamos un ratito de campo.
Un Saludo.
http://www.flickr.com/photos/vertice1/collections/
Laurentino esa zona desde luego es cómoda, pero hablas de pozos, lo que requerirá meterse en ellos, eso para mi es peor. Pero si son exteriores daré una vuelta. Los perros con un buen palo... tiene que ser un león.
Hombre Maikol, se agradece el apelativo, pero tu proeza del otro día también se las trae y me parece que la hiciste sólo también. Y el túnel de la Balanzona...
Yo te entiendo,Paco,también a mi
me encanta perderme solo,por esas sierras,de joven lo hacía por las
de Córdoba(ermitas,trassierra) y
ahora de carca me encanta hacerlo
por el Garraf(Barcelona),con mi botella de agua,eso sí y mi movil.
No siento miedo y es tan hermosa la soledad rodeado de tanta belleza.
Oye Anónimo pero lo que dices es punto y aparte, tengo entendido, si no me equivoco, que tiene un parque el Garraf maravilloso. Y hasta un monasterio budista.
Lo más cerca que he estado es en Sitges (playa) y en San Baudilio (algo más lejos). En éste último tengo familia.
Un abrazo.
No hay nada peor que deshidratarse bajo un sol de justicia. Mareos, falta de coordinación, reflejos disminuidos, cansancio extremo y una sensación de "¿madre mía que hago yo aquí?" que desespera al más pintado. Para colmo si uno va en solitario no puede confiar en que nadie te eche una mano ... imagino lo mal que lo pasaste y la alegría infinita que tuviste que sentir cuando pisaras otra vez zonas "civilizadas".
El sitio que buscabas me lo apunto en mi interminable lista de futuros paseos.
AlbertoEm perdona no había sido avisado de tu comentario. Efectivamente y si uno es un poco hipocondríaco, valoras determinados parámetros y te entra la pérdida de papeles. Muchas gracias Alberto y nuevamente perdona la máquina me ha jugado esta pasada de no avisarme.
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