lunes, 17 de mayo de 2010

UN CARACOL OSADO


Caracol cruzando la acera

Todavía no había despuntado el día, cuando vi a un caracol gordo cruzando una acera de la calle María Auxiliadora -justo dónde estaba la fábrica de hielo de mediados del siglo XIX-. Lo cierto es que pensé, con la rapidez que va no llegará a la pared ni para la hora de comer. Entonces coincidirá con la salida de la chiquillería del colegio de enfrente, la acera se densificará de tráfico y… ¡plashf! Ya nos lo podemos imaginar. Pensé; lo mejor es cogerlo y trasladarlo a una planta que, en la esquina de la puerta del lugar citado, jugaba a la primavera con algunas tímidas florecillas amarillas despuntando en ella.

Así lo hice. Lo cogí de su concha –del cuerpo es dificilísimo coger- y lo deposité en la planta. Por lo menos allí tendrá que comer y estará apartado del pisotón descuidado de cualquier transeúnte. No volví esa mañana para ver qué había pasado, dada su parsimonia no hace falta correr mucho para la comprobación, no se va a ir corriendo de allí y sería tonto si lo hiciera. Puede acabar aplastado por error. Tampoco sé si le he prolongado la vida con esos cuidados paliativos. Si lo he arrimado a una planta verde a esperar la llegada de la parca de los caracoles –cuando le llegue-, que dicho sea de paso no sé cómo será, posiblemente en lugar de guadaña llevará un palillo de dientes. O si hubiera sido mejor dejarlo donde estaba. ¡Cuántas dudas joder! Para una vez que cree uno hacer algo bien. ¡No! si al final voy a tener devolverlo al arroyo dónde estaba esta mañana, y si sigo pensando en esto, voy a considerar nefasta lo que creo es mi buena acción de hoy.

De todas formas ese fue mi primer “volunto” y la mayoría de las veces es el que vale. El que afortunadamente trabaje, y su oficio sea jardinero podrá reprenderme, pues son bastante dañinos para las plantas, pero el solar que cito no es Versalles desde luego. Por si alguien quiere molestarlos, daré unos consejos, para dar por el c… saco, a los caracoles: en su jardín puede echar ceniza, cáscaras de huevo trituradas o poner piedras de textura volcánica alrededor de las flores –esto último parece algo más complicado-. Se inmovilizan así y se anula su voracidad, aunque para voracidad la de los ciudadanos caracoleros que frecuentan la Magdalena o cualquiera de los tenderetes-sorbete instalados al efecto.

Al día siguiente comprobé los extremos citados y ya no estaba. Se iría “corriendo”.


Caracol en la esquina "ajardinada" de la puerta del solar de lo que fue la "nevería" del S. XIX.


8 comentarios :

J. Eduardo V. G. dijo...

Paco no has oído hablar del "efecto mariposa", has podido provocar un maremoto en las Maldivas o vete tú a saber.

Un abrazo

Laurentino dijo...

Bueno Paco, lo mismo se nos va el caracol por el caño ese oculto y aparece en el Molino de Martos. Nunca se sabe.

Un abrazo

Paco Muñoz dijo...

Seguro Laurentino.

Un saludo

Paco Muñoz dijo...

Eduardo si, cambiar algo en el todo en el que estamos lo puede provocar. Pero es tan difícil cambiar algo. Siempre cambian para seguir igual (entiéndase el capitalismo feroz que impera)

maikol watanabe dijo...

Hola Paco; no he desaparecido, jeje, estoy trabajando duro en lo de la via verde...

Aqui te dejo un cuento que viene al caso:

Había una vez dos monjes que paseaban por el jardín de un monasterio taoísta. De pronto uno de los dos vio en el suelo un caracol que se cruzaba en su camino. Su compañero estaba a punto de aplastarlo sin darse cuenta cuando le contuvo a tiempo. Agachándose, recogió al animal. "Mira, hemos estado a punto de matar este caracol, y este animal representa una vida y, a través de ella, un destino que debe proseguir. Este caracol debe sobrevivir y continuar sus ciclos de reencarnación." Y delicadamente volvió a dejar el caracol entre la hierba.
Sonrisa

"¡Inconsciente!", exclamó furioso el otro monje. Salvando a este estúpido caracol pones en peligro todas las lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto cuidado. Por salvar no sé qué vida destruyes el trabajo de uno de nuestros hermanos.

Los dos discutieron entonces bajo la mirada curiosa de otro monje que por allí pasaba. Como no llegaban a ponerse de acuerdo, el primer monje propuso: "Vamos a contarle este caso al gran sacerdote, él será lo bastante sabio para decidir quien de nosotros dos tiene la razón."

Se dirigieron entonces al gran sacerdote, seguidos siempre por el tercer monje, a quien había intrigado el caso. El primer monje contó que había salvado un caracol y por tanto había preservado una vida sagrada, que contenía miles de otras existencias futuras o pasadas. El gran sacerdote lo escuchó, movió la cabeza, y luego dijo: "Has hecho lo que convenía hacer. Has hecho bien". El segundo monje dio un brinco. "¿Cómo? ¿Salvar a un caracol devorador de ensaladas y devastador de verduras es bueno? Al contrario, había que aplastar al caracol y proteger así ese huerto gracias al cual tenemos todos los días buenas cosas para comer. El gran sacerdote escuchó, movió la cabeza y dijo "Es verdad. Es lo que convendría haber hecho. Tienes razón."

El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó. "¡Pero si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! ¿Cómo pueden tener razón los dos?" El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor. Reflexionó, movió la cabeza y dijo: "Es verdad. También tú tienes razón.

Paco Muñoz dijo...

Te quedas al final como a lo primero, sin aclarar la duda. El gran Sacerdote consideró que todo el mundo tiene razón y actuó como lo que llaman algunos el destino, dejando hacer a cada uno su razón.

Espero que tus trabajos sean fructíferos.

maikol watanabe dijo...

Bueno, me recorrí hasta cruzar el segundo túnel, un tercio del recorrido.

Te puedo decir que el puente, salvo la plataforma superior, la estructura metalica a priori, esta en buen estado(ahora han puesto un prohibido el paso y una barerra a ambos lados, jaja) y los tuneles el primero de obra de fabrica (donde el accidente, no?) esta genial y el segundo, excavado en roca, con un mallazo y gunitado quedaria perfecto.

A principios de Junio, retomare el trazado, con toda la solana...

También estoy levantando ya la estación de Mirabuenos para hacer un punto de acogida,agua y baños.

Un saludo.

Pd: Sabes acerca de unos restos romanos que dicen haber en las cercanias del puente?

Paco Muñoz dijo...

Si estos son los restos del
http://notascordobesas.blogspot.com/2010/03/aqua-nova-domitiana-augusta.html

acueducto, antes de cruzarlo donde se unen los tres ramales, arroyo de la Palomera, de Santo Domingo t el Pedroches desde la Fuente de los Mártires. Restos dispersos y puede que muchos ya desaparecidos del todo. y de la cisterna cerca de Mirabueno, antes de cruzar el puente.
Enhorabuena por el trabajo,será una obra de arte cuando esté y puede que si lo hacen algo importante para ciclistas y senderistas, y cordobeses en general. Podría poner en valor incluso la visita a las minas de Cerro Muriano, que también se está sacando mineral para Roma desde la antigüedad.

Te felicito.