El primer día de la feria de mayo, se presenta con temperatura agradable. Hoy toca la torre telegráfica de la Junca, a la que se accede, antes de llegar a la estación de Villafranca de Córdoba, en el antiguo punto kilométrico 376,600 de la N-IV. Una vez allí, debemos tomar el Camino de la Higueruela a la derecha, que está transitable. A unos setecientos cincuenta metros a la derecha dejamos el camino a la finca La Camorra. Trescientos cincuenta metros a la izquierda el que acaba en el cortijo de Juan Pérez. Cien metros más adelante otro camino a la derecha, y recorridos un total de dos mil trescientos metros, nos encontramos una bifurcación, frente a la cual, a la izquierda, a unos escasos doscientos metros vemos entre un naranjal y olivar la torre y el camino de acceso a la propiedad de D. Andrés Gómez.
Una vez entramos en el camino. Villafranca al fondo y el poligono industrial.
D. Andrés es una persona amable y jovial, al que le pedimos permiso para fotografiar la torre telegráfica que está en su propiedad -no sin antes explicarle previamente el objetivo para su publicación en el Blog-, autorización que gustosamente nos concede sin ninguna cortapisa. Pluralizo, porque en está ocasión me acompaña mi entrañable amigo Juan Lozano.
La torre entre naranjos, una vez llegamos al destino.
Damos fe del buen estado de conservación, y estimo que es una de las, por no decir la que mejor está conservada de la provincia. La ha reparado D. Andrés y evitado su ruina y, ahora, cuando se recupere anímicamente, tiene la intención de dotar de un sotabanco a la azotea, que está derribado en gran parte. Tiene los ladrillos de esa época preparados en el suelo y una polea en la azotea para subirlos. Arduo trabajo, para los setenta y siete años que tiene, pero justo es decir que lo entretuvimos de su trabajo pues estaba azada en mano.
Cara oeste con un hermoso olivo y detalle del casi nulo sotabanco de la azotea.
Incluso D. Andrés nos abrió después la torre permitiéndonos visitarla en su interior. En el alambor, en la cara este, ha abierto una puerta utilizando éste como salón. Está dotado de una ventana al frente y una cocina campera en el rincón noroeste, con un banco corrido en la pared este. Todo muy sencillo pero funcional y con gusto. Al sur una novísima escalera con baranda metálica, que sube a las dos plantas superiores y azotea, dónde no quisimos acceder para no abusar de la cortesía de D. Andrés, ya que en realidad lo interesante es el exterior.
Entre las dos ventanas de la cara oeste el proyecto de nido del ave protegida.
La torre es la construcción estándar de las torres telegráficas, de mediados del siglo XIX. Esta sólo tiene ventanas en sus fachadas oeste y este. La puerta la tenía en la fachada oeste, por encima del alambor, que D. Andrés convirtió en ventana. Tiene como curiosidad el alambor, unas aspilleras construidas en la guerra civil. En esa zona hubo un frente de guerra estable durante bastante tiempo. La solidez que presenta es considerable, aunque no ha tocado en absoluto el estucado original. Se da la circunstancia que un ave protegida está anidando en el muro, al lado de una ventana y está sacando material de la fachada, y nos ha manifestado D.Andrés que la va a dejar anidar allí. Desde la base de la torre se divisa perfectamente la de Chancillerejo, que está exactamente a 11,250 km. Dice el propietario que desde la azotea se ven las luces del ferial de Córdoba, y como es lógico de la ciudad, y evidentemente miremos para donde miremos el horizonte que se divisa es enorme y hermoso.
Fachada sur, arriba la polea para la reparación de la azotea.
Es digno de admirar el trabajo de conservación del patrimonio histórico que está haciendo un ciudadano con su dinero. Sin ninguna ayuda externa. Él sigue al pie del cañón a pesar de los palos familiares, en cuestión de salud, que le está dando la vida, los que deseamos queden resueltos favorablemente en el menor tiempo posible.
Horizonte oeste. Señalada la torre de Chancillerejo.
A pocos metros de la torre, al igual que en Chancillerejo, existe un vértice geodésico, el de Alcaparral, nombre geográfico de la loma donde están ambas construcciones. El vértice está en la cota de 215,950 m. y el lugar se conoce también por las Mesas del Despelucao, nombre también del arroyo que discurre al sur de la propiedad buscando el Guadalquivir.
Esquema del telégrafo óptico de Mathé(Amigos de la telegrafía).
Esta torre pertenece a la línea telegráfica óptica de Andalucía, que constaba de once secciones y cincuenta y nueve torres, en su recorrido total Madrid-Cádiz. Esta es la número treinta y cuatro. En nuestra provincia hay nueve en total. Empezando por la primera, la número 30, que está en el Cerro de la Cerquilla en Cardeña; 31, Baluarte de la Onza, en Cardeña/Montoro; 32, Torre de la Nava, Montoro; 33, Torre de la Loma, Montoro; 34, la que nos ocupa hoy Villafranca de Córdoba; 35, Chancillerejo, Alcolea; 36, Telégrafo del Palo, Córdoba; 37, Cerro de la Peralera, Córdoba; y 38, Cortijo de la Malpartida, Córdoba. De ahí la próxima es en Écija. Estando las tres últimas, 36, 37 y 38 totalmente desaparecidas.
Versión más usada de las torres telegráficas.
Una reseña a la Línea telegráfica de Andalucía del siglo XIX
“Fue la última línea de torres telegráficas en construirse y también en dejar de prestar servicio. En 1847 se construyeron las primeras torres hasta Aranjuez. En 1850 la línea telegráfica llegaba hasta Puertollano (Ciudad Real) y en 1851 hasta Cádiz; pero en 1853 se amplió con una última torre en la Isla de León (actualmente San Fernando, de Cádiz), para mejorar la comunicación con el Departamento Marítimo. Durante el año de 1857 las torres se fueron sustituyendo por los postes de la telegrafía eléctrica. En 1850 se estableció otra [línea de telegrafía óptica] igual desde Madrid a Cádiz y se repitieron las instrucciones. Pero los telégrafos ópticos cedieron su puesto a los eléctricos cuando apenas se habían levantado para aquellos las torres que al efecto fue necesario construir, y que hoy subsisten todavía en las referidas líneas, poco menos que abandonadas, reduciéndose a ruinas y sin haber vuelto a pensar en ellas, hasta que por Real orden de 17 de agosto de 1868 se dispuso la enajenación de las máquinas existentes en las mismas. Los telégrafos ópticos sólo estaban destinados al servicio del Gobierno y a ellos han sustituido los eléctricos comunes, los cables submarinos con los semáforos y el teléfono." (Marcelo Martínez Alcubilla, Diccionario de la Administración Española, Tomo VIII, edición 4ª.Madrid 1887. Página 853)
Plano de ubicación.
Otra torre telegráfica que gracias al esfuerzo y el peculio privado se está manteniendo en pie para las generaciones venideras, en este caso el de D. Andrés Gómez. No es pedir por pedir, pero considero que es obligación de las administraciones cuidar de su patrimonio histórico. A lo mejor si fuese patrimonio religioso no existiría esa indiferencia.
Fotografías del autor.
Bibliografía de Wikipedia y Amigos del Telégrafo.
Datos geodésicos del Ministerio de Fomento.
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