Vista de la planta alta
Uno de los grandes monumentos olvidados de esta ciudad, aparentemente, es la Sinagoga. La visita a la misma, genera siempre la impresión de visitar sólo una pequeña sala rectangular, vacía, con una serie de yeserías incompletas en las paredes que, al público medio, le dice poco. Pero la realidad no es así, junto con las dos de Toledo es una de las tres del país, y por las inscripciones que contiene, quizás una de las más importantes de Europa. Hay que reconocer que cuarenta años de dictadura filofascista, y la fobia de aquella mezcla imposible y explosiva de los males a combatir, como era la manida “confabulación marxistojudeomasónica”, así del tirón sin separaciones, generaba un cierto rechazo.
Entrada
Pero hay que decir que nos estamos refiriendo a un lugar sagrado y respetable por ello, de una comunidad de cordobeses que contribuyeron con su trabajo artesanal, en la mayoría de las veces, al florecimiento de esta tierra de alguna manera. Y que después fueron expulsados injustamente de ella. Porque ésta era su tierra, y mucho más quizás que la de los conquistadores castellanos. Aunque sus descendientes hagan con el pueblo palestino, como hicieron otros pueblos con ellos, sin que esto tenga conexión alguna, sólo la justificación de que, el género humano tiene menos arreglo cada día que pasa.
Entrada vestíbulo
Volvamos a nuestro monumento. La comunidad hebrea que quedó en la Córdoba conquistada, bajo el control de los cristianos, vivía recluida en lo que hoy llamamos judería, que era una especie de gueto amurallado con puertas posible de controlar. Allá por el papado de Inocencio IV, que tuvo lugar de 1243 a 1254, la mencionada comunidad comenzó la edificación de una Sinagoga. El clero del momento, presentó sus quejas al obispo Don Gutierre Ruiz de Olea (1246/1249), el cual se dirigió al Papa, manifestando que se consideraba escandaloso el tratar de edificar un edificio alto y ostentoso en las cercanías de Santa María la Mayor, que hasta hacía poco, menos de una veintena de años, era la gran Mezquita Aljama de los musulmanes.
Vestíbulo desde dentro
Mil años después, no el clero sino otras gentes, hicieron campaña contra la construcción de otro edificio, en las cercanías de la Sinagoga. Éste no era sagrado, aunque llevase como título, el órgano de visión del Príncipe de los Creyentes, o lo que es lo mismo, "El Ojo del Califa", basándose simplemente en el mismo principio mojigato-arquitectónico-religioso. Nada más alto que la casa del dios de los cristianos. La incomprensión, y la ridiculez, no se ha perdido en este pueblo aunque hayan transcurrido mil años. Esto no deja de ser, como se puede comprender, una opinión muy personal, ya que a mí me gustaba el proyecto y no veía contradicción en su desarrollo.
Escalera primera planta
Don Inocencio IV a la petición de Don Gutierre, redactó una Bula o interdicto eclesial y se paralizaron las obras, Bula que también contenía orden de derribo de lo edificado. Vamos, la Gerencia de Urbanismo vaticana, que tenía el control de la Córdoba conquistada. Como contrapartida enquistaron, con el poder y las leyes de su parte, primero Santa María la Mayor, que pase, pero después el incomparable templo cristiano en la inigualable –a partir de ese momento algo menos- Mezquita Aljama musulmana.
Muro occidental
Como Don Gutierre Ruiz de Olea pasó a Arzobispo de Toledo en 1249, posiblemente no se derribara por eso lo construido. Unas cuantas décadas después, ya en los comienzos del siglo XIV, durante el obispado de Don Fernando Gutiérrez de los Ríos (1300/1325), la comunidad judía edificó la Sinagoga que ha llegado hasta nuestros días. Su construcción está datada en 1314-1315, bajo la dirección del alarife mudéjar Yishaq Moheb, concretamente empezó la obra el 20 de septiembre de 1314 y acabó en primero de septiembre de 1315. Posteriormente, durante el reinado de los Reyes Católicos, se sucedió la expulsión de los judíos. Ya durante el reinado de Enrique IV el Impotente, como presagio de lo que sucedería después, habían sufrido éstos, en Córdoba, en 1474, los avatares de una sangrienta persecución.
Muro sur y planta alta
Desde 1492, fecha de la errónea y miserable expulsión, no volvió a haber casamientos en la Sinagoga, lo que se debe entender como un cese definitivo de su uso. Una vez eso sucedió, el edificio fue destinado a Hospital de Hidrófobos, llamado de Santa Quiteria. La rabia era un mal muy frecuente en esa época. Luego, en 1588, se consagró como ermita bajo la advocación de San Crispín, patrón del gremio de zapateros y, cosa curiosa, ese era el artesanado más importante de la zona durante el periodo judío. Otro elemento más de las sustituciones de una religión por otra, como Zeus por Júpiter, o los dioses menores romanos -por ser los más cercanos-, a los santos o patronos cristianos, que no me atrevo a decir católicos.
Muro oriental y tabernáculo
Luego se usó como parvulario o escuela, hasta su declaración como Monumento Nacional, en 1885, después que, con motivo de unas obras por una serie de humedades, aparecieran en un rincón una yesería con unas inscripciones hebreas. D. Rafael Romero Barros las estudió, con el concurso del padre Mariano Párraga, y gracias a esos trabajos y otros posteriores, y las gestiones de Fidel Fita, Francisco Cárdenas y Francisco Fernández González, que fueron quienes encabezaron el escrito de solicitud de declaración a la Real Academia de la Historia, como hemos mencionado unos renglones arriba en 1885.
Tabernáculo
De ese periodo existen una serie de escritos curiosos, como uno en el que se le reclamaba al obispo de Córdoba, la incautación de una serie de dependencias del edificio que se había quedado con ellas y que se negaba a devolverlas. Posteriormente hubo denuncias en la prensa por el estado de abandono en el que se encontraba el monumento -no es nada nuevo en esta ciudad-. La primera reparación la realizó el arquitecto Félix Hernández en 1928. Hubo otra en 1977 y, la reapertura definitiva que se realizó en 1985, año en el que se celebraba el 850 aniversario del nacimiento de Maimónides.
Menorá
El lugar de ubicación de la Sinagoga es la casa número 20 de la calle de los Judíos. A ella no se puede acceder directamente desde la calle. Primero hay que pasar un pequeño patio, a cuyo costado derecho se encuentra la puerta de acceso, no sin antes atravesar un pequeño vestíbulo, en cuyo lado derecho está la escalera de acceso a la primera planta, o tribuna de las mujeres. El lado sur es el que contiene una puerta dintelada que da paso a la Sal de Oraciones. No hay que hacer un gran esfuerzo para imaginar la rica decoración que ofrecería en los momentos de mayor esplendor. Todo el zócalo se ha perdido hasta una altura de unos dos metros, más o menos, ignorando si estaba de yesería también o de azulejo, muy característico del mudéjar cordobés. Ahora está el ladrillo visto de su fábrica.
Muro norte
La parte alta aún conserva una rica yesería en bastante buen estado, cuya bóveda se imagina de rico artesonado. Esta ha sido sustituida por una de madera. En la tribuna de la primera planta, a la que no se permite subir por el mal estado de su piso, existe según dicen algunos textos, una pequeña colección de restos arqueológicos. Esta sala que se llamaba el matroneum o galería para las mujeres, tiene tres arcos que dan a la sala de oración. La Sala de Oración en su lado occidental tiene un pequeño nicho polibulado, que se cita como posible ubicación de la bimah, estrado pequeño desde donde se realizaría la lectura de los textos sagrados. En este mismo lugar, cuando fue ermita, se supone estaba el retablo de Santa Quiteria. En su lado opuesto, oriental, está el tabernáculo, espacio reservado para la Torá y coronado de un arco. En su interior está ahora situada la menorá o candelabro de siete brazos, que simboliza según la tradición judía a los arbustos llameantes que vio Moisés en el monte Sinaí.
Primeras inscripciones descubiertas
Uno de los elementos más importantes son sus inscripciones, que la hacen como dijimos arriba, una de las más importantes de Europa. En los listones que enmarcan las puertas del muro sur, existen unos fragmentos del salmo 122. Y en ese mismo muro restos de libro de los proverbios. En su lado norte hay unos versos del Cantar de los Cantares. Fidel Fita tiene un excelente trabajo de la descripción de toda la epigrafía. La sala que es casi cuadrada, tiene unas dimensiones de 6,95 m. por 6,37 m. y la altura de su cubierta alcanza los seis metros. Un estudio llamado "Sinagogas Españolas", cuyo autor es Francisco Cantera, afirma que entre la Sinagoga y la muralla, encontró vestigios de lo que supuso sería la madrasa o escuela Talmúdica. Actualmente se explican los textos de los distintos muros, en unos paneles explicativos que tiene adosados la pared y que están avalados por el catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras, Jesús Peláez, que hemos transcrito al final.
Texto solicitud nombramiento Monumento Nacional
Hasta que se abrió al público en la Sinagoga vivía una familia, en las dependencias que existen a la izquierda del patio de entrada, y que ahora son la oficina del monumento. Un matrimonio y dos hijos, creo recordar, uno de ellos el mayor era íntimo de mi primo Paco. El otro más pequeño pero unos años mayor que yo, estaba un poco atrasado. A éste la crueldad de los chavales le habían puesto un apodo, el “sinagogo”, que creo era extensivo a la familia. Los chavales mayores nos llevaron un día al solar de la Diputación, lo que luego fue el del Rumasa, al otro lado del hotel “Palas”, porque nos iba a enseñar el “sinagogo” sus atributos sexuales y, porque está feo señalar pero... o bien porque uno con la edad de ocho o nueve años no podía presumir de nada –ni ahora tampoco desde luego-, o porque lo que le faltaba de conocimiento al “sinagogo” le sobraba de tamaño peneal. La verdad es que la impresión que nos llevamos todos fue fuera de lo normal. A partir de ese momento era elemento de comparación, “que eres más largo que la p… del sinagogo” y eso que no estaba en su máximo apogeo el día de la exhibición.
Incautación Obispo
Escrito declaración Monumento Nacional
Nicho derecho del Tabernáculo donde se depositaba la Torá
INSCRIPCIONES
Traducidas de la obra "La Sinagoga" de Jesús Pelaéz, Ediciones El Almendro.
Muro sur, puerta de entrada
Muro sur
Puerta de entrada.
Línea vertical del lateral derecho del muro, de abajo arriba. Terminando en una roseta (Salmo 84, 2-3)
1 “¡Qué delicia es tu morada,
señor de los ejércitos!
se consume mi alma
anhelando los atrios del Señor,
mí corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.”
Línea vertical del lateral izquierdo del muro, de arriba abajo. Comenzando por una roseta. (Salmo 13,5-6)
2 “Pues yo confío en tu lealtad,
mi corazón se alegra con tu salvación
y cantaré al Señor
por el bien que me ha hecho
Amén y Amén.”
Las inscripciones que encuadran los balconcillos están muy Maltratadas pero se pueden rastrear algunas palabras.
Línea horizontal de arranque del arco del balconcillo derecho y siguiendo la lectura de derecha a izquierda hasta llegar a la línea horizontal sobre el balconcillo central. (Salmo 122)
3 “Desead la paz a Jerusalén: Los que quieren vivan
tranquilos, haya paz dentro de tus muros, tranquilidad
En tus palacios. En nombre de mis hermanos y compañeros, te saludo con la paz, por la casa del Señor,
Nuestro Dios, te deseo todo bien.”
La inscripción continúa por el lateral izquierdo del balcón central hasta el final del muro hacia la izquierda bordeando los balcones (Salmos 102, 13-14 y 57, 2-3)
4 “Tú, en cambio Señor, reinas siempre y tu fama pasa
de generación en generación. Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de misericordia.
“Piedad, Dios mío: piedad, que me refugio en ti, me
refugio a la sombra de tus alas, mientras pasa la
calamidad, invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace
tanto por mí.”
La inscripción que enmarca la puerta de entrada. Lateral derecho, de abajo arriba, terminando en una roseta. (Prov. 8,34 e Is 26,2)
5 “Dichoso el hombre que me escucha, velando.”
Parte superior, de derecha a izquierda, terminando en una Roseta.
6 “junto a mis puertas cada día, guardando las jambas
de mí puerta.
Abrid las puertas que entre un pueblo”.
Lateral izquierdo, de arriba abajo.
7 “justo que conserva la lealtad.”
Muro occidental
Muro Occidental
En este muro hay un arco ojival y la inscripción que lo e
nmarca en la parte superior, de derecha a izquierda, parece aludir al Cantar de los Cantares (4,4) y dice lo siguiente:
1 “Estoy construido como torre del Mesías, Dios…”
En el lado derecho hay algunas letras hebreas aún sin descifrar. En el lado izquierdo quedan restos de tres palabras.
Muro norte
Muro norte
En el muro norte bajo los cinco arcos de medio punto hay dos filas de inscripciones que continúan desde el muro occidental.
Línea superior del muro norte, de derecha a izquierda (Sal. 95,6; 132,7; 99,5)
1 “Entrad adoremos y postrémonos, doblemos la rodilla
(¿) ante el Señor, Creador nuestro.
Entremos en su morada, postrémonos ante el estrado
de sus pies.
Ensalzad al Señor Dios nuestro, postraos ante el estrado
de sus pies: Santo es Él.”
Línea superior del muro occidental y sur, de derecha a izquierda (Sal. 100,1 b.2ª;86,9; 95,1)
“Servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con
vitores.
Todos los pueblos [que has crea]*do vendrán a postrarse
en tu presencia, Señor, y a honrar tu nombre
Venid, aclamemos al Señor, demos vitores a la Roca que
Nos salva.”
*Esta expresión está en el centro de la línea inferior y no en la superior que es a la que corresponde.
Línea inferior del muro norte, de derecha a izquierda (Sal. 29,2; 96,9 y 66,4).
2 “Aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ente
el Señor en el atrio
Tiemble en su presencia toda la tierra.
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen ante
ti, canten salmos a tu nombre Sélah.”
Línea inferior del muro occidental, de derecha a izquierda (Sal. 22,28)
“Lo recordarán y volverán al Señor todos los confines
del orbe en su presencia se postrarán todas las familias
de los pueblos porque el Señor es Rey, él gobierna a los pueblos”.
Muro oriental
En esta inscripción se cita al fundador de la Sinagoga Yishaq Moheb y al año de su creación.
La inscripción dice lo siguiente, escrita de derecha a izquierda:
1 “Santuario provisorio y morada de Testimonio que
Terminó Yishaq Moheb, hijo del Señor Efraim Wadawa
el año setenta y cinco. Así que vuélvete,
oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalem”.
A izquierda de la cámara, debió de existir una inscripción que
Se ha perdido en su totalidad.
El arco que encuadra la cámara dice así:
Lateral derecho, de abajo arriba. (Sal. 138,2)
2 “Me postraré hacia tu santuario y alabaré tu nombre por
Tu lealtad y por tu fidelidad, pues supe-…”
Parte superior, de derecha a izquierda. (Sal. 138,2; 27,4)
3 “…ra promesa a tu fama
Una cosa pido al Señor y es lo que…”
Lateral izquierdo, de arriba abajo (Sal. 27,4)
4 “busco habitar en la casa del Señor toda mi vida,
Contemplar la belleza del Señor examinando su templo.”
Lo marcado en negrilla y bermellón son los textos que se conservan.
Fotos del autor.
De esos chicos,que vivian en la sinagoga,no sabía nada,ni siquiera
ResponderEliminarde tamaños,la verdad es que esa fa
milia era muy prudente y no salia
de su "vivienda".Recuerdo a una se
ñora,que si aceptaba alguna propina
de las extrangeras,que llevabamos
haciendo de cicerones,los estudian
tes de la época a ver la sinagoga,
lugar idoneo para algún acerca-
miento,pues siempre estaba muy so
litaria.La señora era prudente,no
se dejaba ver,en la sinagoga.Ahora
suele haber cola para entrar.
"ben"
Oye has dibujado muy bien a la señora. Era una buena familia, y la misma impresión me ha quedado a mí, puede que cuando los conocieras (no sé el año) ya sería mayor. Fíjate el patriarca era el abuelo de los nenes, un señor que yo lo conocí muy mayor, y que era el que enseñaba la sinagoga. Era bajito con –una voz aguda- y siempre decía de memoria un titulillo que era la historia de la Sinagoga:
ResponderEliminar“La Sinagoga de Córdoba, es un Monumento Nacional, se descubrió porque en aquella esquinita se cayó un trozo de pared y aparecieron las inscripciones… etc.etc.”
Se refería al nombramiento que fue un acontecimiento, y luego el asunto del descubrimiento por el padre de Julio Romero, Romero Barros al desprenderse por la humedad parte de la cornisa derecha de muro occidental, y dejar al descubierto la yesería y las inscripciones hebreas.
No sé si este señor era el suegro o el padre de la señora que mencionas, lo que sí es seguro es que era es el abuelo de los nenes, es un decir lo de nenes, porque Antonio, podría tener si no hubiera muerto setenta y pocos años. Luego está el otro que creo se llamaba como su padre Salvador, que si vive estará cerca de los setenta.
Antonio era muy delgado se casó y creo que su señora tenía una peluquería por San Pedro. Su padre (marido de la señora en cuestión) era un aficionado al futbol, en los tiempos gloriosos del Córdoba. Pasaba, siempre que había fútbol, por la puerta de mi casa en la mezquita. Y mi padre que era otro forofo como el comentaban las jugadas.
Creo que el apellido era Pérez. Eran los tiempos en los que un francés, malabarista del balón, amenizaba los comienzos de los partidos haciendo una exhibición dándole patadas al baló y a su vez la vuelta al campo. Gilbert Boljosan (el apellido puede que no esté bien escrito). Tiempos que no volverán.
Hola Paco, ¿qué tal?, coincide con la de mi pueblo en lo de pasar de sinagoga a hospital. ¿A ver si tomaron esa costumbre?.
ResponderEliminarSaludos.
Bonito he interesante blog. FELICIDADES
ResponderEliminarEs posible Eduardo, de todas formas era un tiempo que había muchos hospitales para todo. También ermita.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Carol. Bienvenida.
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