El otro día tocó la antigua carretera N432A, antigua pero nueva de trazado. Toda la zona de la cuesta del frenazo hasta Las Malagueñas -casilla de peones camineros dónde se inicia la bajada a Cerro Muriano, los ciclistas saben muy bien lo que significaba llegar a las Malagueñas-, está muy bien de piso y mejor señalizada.
Estanque de la entrada simulando un riñón
Pero el abandono ha llegado con la nueva ruta a los comercios de la zona, los tres restaurantes, cuatro, si le sumamos la venta frente de las Malagueñas, están cerrados. Eran los lugares dónde se iba a comer los pollos con patatas o los conejos, dónde era obligatorio parar para el café, o descansar. En el restaurante del Frenazo hicieron una gran inversión remozándolo y así está, pero cerrado, además se le sumó un drama personal que ahora no procede comentar.
Un lugar del jardín abandonado
De los cuatro, había un pequeño palacete, posiblemente de principios del XX, del que desconozco la fecha exacta de construcción, y no la refleja tampoco la hoja catastral, y que se llama igual que la finca que la contiene, Villa Enriqueta. Una finca que baja hasta la estación de ferrocarril, y que la vía forma parte de su linde en un gran tramo. Una finca de unos 288.507 m2. Y que su atractivo principal fue un restaurante, coqueto y agradable que ahora espera que el implacable tiempo acabe por hacerlo desaparecer. Entrar en él -evidentemente con las naturales precauciones por su estado ruinoso-, habiéndolo hecho en ocasiones cuando estaba en su máximo esplendor, da una enorme pena.
Entrada a uno de los salones
Ya la gente no sube por esa carretera; con el 600, rellenando agua por el cambio de color; con la vespa y la novia; o con los amigos al acabar la jornada a comerse unos pollos o unos conejos, porque no lo hacían en casa Pelitos. Las nuevas tendencias de la velocidad, las normas de tráfico, y el nuevo trazado han acabado también con esos nostálgicos lugares, de cenas veraniegas buscando el frescor de la sierra, o atardeceres invernales buscando el sol serrano.
La cocina campera
Las fotografías denotan el estado y lo poco que le queda a la edificación, pues está a merced de esos buitres urbanos que poco a poco se van llevando lo que pueden. Aquellos tiempos en los que el Frenazo era un kiosco de madera, y los demás ventorrillos no existían, el auge de las parcelaciones ilegales era un futuro desconocido -primero por que no había dinero para ello, y segundo porque ya tenías bastante con tener una vivienda digna en la ciudad, o inclusive comprarte el tresillo y el mueble librería-, tiempos en los que podías agarrarte a la trasera de un camión para aliviarte cuando subias en bicicleta al Cerro Muriano o más lejos, pero sobre todo a Cerro Muriano por el desnivel, ya han pasado y sólo están en nuestro recuerdo, y Villa Enrqueta, pronto no estará ni en eso porque habrá desaparecido del todo.
4 comentarios :
Este relato es fenomenal,como todos amigo Paco, son cosas y lugares aparentemente sin importancia pero que están en la memoria colectiva de los cordobeses.
Amigo Paco, tu lo has dicho, cosas sin importancia pero que están ahí y hay que recordarlos.
Hola Paco, como te comente este es el siguiente reportaje que voy a poner en mo blog. Para más información consta de una azotea, que creo que se utilizaba como terraza, la planta baja del restaurante y la parte de la casa de los dueños o sotano, por que también aparece como un pequeño sotano, donde me supongo guardaban los alimentos. Un saludo.
Anónimo dice:
"Hola Paco, como te comente este es el siguiente reportaje que voy a poner en mo blog. Para más información consta de una azotea, que creo que se utilizaba como terraza, la planta baja del restaurante y la parte de la casa de los dueños o sotano, por que también aparece como un pequeño sótano, donde me supongo guardaban los alimentos. Un saludo."
PD:Aclarar que por alguna razón los comentarios anónimos me llegan al correo pero no se visualizan en el blog, por eso los traslado yo. Al no ir firmados por nadie no puedo saber de quien se trata.
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