Litografía de la Puerta del Perdón de Javier Porcerisa.
Cuando entramos al recinto del Patio de los Naranjos de la Mezquita, el mejor sitio para hacerlo es la Puerta del Perdón, desde la calle Cardenal Herrero, es decir desde mi calle, o desde la calle que me vio nacer.
Como es lógico, el carácter de perdón está referido, en primer lugar a la cuestión religiosa, ya en la dominación cristiana. Aunque existiera en la época musulmana, en el mismo lugar, en el siglo X una puerta de entrada al patio de abluciones. El perdón al que nos referimos, es el que se recibe una vez cumplida la penitencia, y al pasar por ella se alcanzaba la indulgencia plena, y por otro lado también, al perdón –cosa bastante rara, estimo- cuando le parecía al Cabildo, de los diezmos o rediezmos, impuesto obligado a pagar por los fieles a la Iglesia. Las penitencias desde luego no rayaban la rigurosidad, normalmente una vez obtenido el estado de gracia y rezado el Ave María o Padrenuestro, una vez se pasaba la puerta quedaba uno limpio de culpa.
Puerta del Perdón
La Puerta es de estilo mudéjar, su reconstrucción data del siglo XIV, a finales del reinado de Enrique II de Trastámara, hermanastro de Pedro I el Cruel, aquel que lo pasaportó a mejor vida. Esta familia se las traía. A la madre de Enrique II, Doña Leonor de Guzmán la asesinó Pedro I el Cruel, en Talavera de la Reina, por las ofensas que le había hecho su padre Alfonso XI y Doña Leonor, a su legítima esposa y madre de Pedro I, María de Portugal. Llegando hasta albergar, el Rey, a la sevillana que le dio diez bastardos, en el Alcázar de Sevilla, con la complacencia forzada de Doña María. Luego Enrique II accedió al trono quitando de en medio a Pedro I. Incluso Doña María de Portugal se separó de su hijo Pedro I al comprobar el elemento que había traído al mundo, cuestión que le hizo irse a Portugal a un convento.
Pero este serial, requeriría una amplia entrada enlazada con la Colegiata de San Hipólito, que concluyó el susodicho Enrique II, y como en ésta va de la Puerta del Perdón continuamos con ella.
La Puerta es un arco ojival de herradura doble, pues en el interior existe otro con la separación justa para albergar los batientes, de unos diez metros de altura por dos de anchura, de madera de pino forrada de hojas de bronce. Los batientes están formados por múltiples hexágonos de bronce, horizontales y verticales, en los centros llevan un hexágono vertical con un escudo y cruz en el centro de éste, que se abre en las puntas con flor de lis, en cada ángulo lleva las letras D,E,U y S. Algunos de los hexágonos llevan escritos en árabe "El dominio (de todas las cosas) corresponde a Alá su custodio". Los batientes están orlados con un texto en caracteres góticos que dice: "Bendito sea el nombre de Dios".
Detalle de los múltiples hexágonos con inscripciones.
Está protegida hasta unos dos metros con una tela metálica. La cerradura que se ve a la derecha del batiente es para impedir su cierre por el que no debe hacerlo.
Batiente con la protección y la cerradura de fijación del mismo a la pared.
Forma un amplio espacio o zaguán con una cúpula barroca antes de bajar los escalones hacia el Patio.
Cúpula barroca.
Tiene unas artísticas aldabas con inscripciones que dicen: "Benedictus Dominus Deus Israel quia visitavit et fecit redemptionem plebis suae".
Aldaba Puerta del Perdón.
En la pared del lado derecho de esa especie de zaguán, con cúpula, tiene una pequeña cruz, que decía la juventud de hace cincuenta años, que si alcanzabas a darle un beso en el centro te casabas. Otra tontería.
Cruz citada.
Ahora con la reforma, la pared izquierda está diáfana y se visualiza la escalera de madera. La escalera de bajada al Patio es de mármol azul con nueve escalones. En las celebraciones litúrgicas de Corpus y Semana Santa, le ponían una rampa de madera para salvarla, que era observatorio de los nenes que se metían debajo, para ver, a través de las rendijas de sus viejas maderas, piernas femeninas, de todo tipo, la mayoría enfundadas en gruesas medias negras.
Deteriorado fresco encima de la cruz de la pared derecha del zaguán.
Salimos a la calle y observamos el arco nuevamente, vemos que éste tiene un alfiz ampliamente decorado. En la clave del arco está el escudo de Castilla. Tiene un mensaje con caracteres góticos que dice:
“…Día dos del mes: de marzo de la era: era de César: de: Mil: et: Quatrocientos: et quince annos. Reinando el muy alto et poderoso Don Enrrique Rrey de castilla: et fijo del muy alto Alfonso…” .
Aunque dice 1415 hay que precisar que a la fecha debemos restarle 38 años para adaptarla a la cronología hispánica, y nos quedamos en 1377. Enrique II reinó diez años, muriendo en 1379.
Escudos de Castilla y Portugal, clave del arco e inscripción.
En ambos lados del alfiz tiene dos escudos con las armas de Castilla y Portugal, castillos y leones a la izquierda y a la derecha las quinas de las armas de Portugal, y en el fondo entre arco y dintel una esplendida manifestación de hermosos atauriques. La explicación más convincente, sin ser dogma, sobre la presencia de las armas de Portugal en el alfiz es la de que, según Orti Belmonte, los escudos se colocaron cuando reinaba Juan I de Castilla, que se hacía llamar también Rey de Portugal.
La Puerta esta coronada con tres arcos ciegos lobulados, con cuatro columnas, con pinturas en sus fondos de; San Rafael, La Asunción y San Miguel. En esa especie de contrafuertes a ambos lados de la puerta, también existen cuatro arcos ciegos lobulados, con pinturas de San Acisclo, Santa Victoria, San Pedro y San Pablo. Eran pinturas de Antonio del Castillo restauradas en el siglo XVIII por Álvarez Torrado. En lo más alto un relieve de la figura del Padre Eterno adicionada en el siglo XVII. Para acceder a la Puerta hay que salvar un escalón que estaba adornado con cuatro columnas que parece han sido sustituidas por unas modernas.
Lugar donde estaba el Postiguillo de subida a la torre
Si cierro los ojos y me dejo llevar por el tiempo, ese escalón era asiento de verano de Trini y Santiago su marido, y otros vecinos de la calle. Trini y su familia habitaban la buhardilla que existía en la galería que ahora acoge las taquillas, a la que accedían por el llamado Postiguillo, pequeña puerta de acceso a la torre en el rincón izquierdo de la Puerta del Perdón que ahora esta cegada.
Dada la escasa anchura de la calle Cardenal Herrero, no puede observarse en toda su plenitud la grandiosidad de esta muestra del mudéjar cordobés, la Puerta del Perdón.
Rincón izquierdo del zaguán donde se ve parte de la diáfana pared enrejada
Bibliografía: “La Mezquita, Catedral de Córdoba”, de M. Salcedo.
Fotos del autor.
3 comentarios :
No hay fin de semana que no me encuentre algo tan genial como esta entrada en tu blog, y tengo que revisar por si me he perdido algo. Vas más rápido en tu oferta que en mi demanda. Gracias por compartir.
Desconocía lo del escudo de Castilla y Portugal. Hoy me vuelvo a acostar con algo más sabido.
Efectivamente, si el espacio de la calle fuera más ancho, o incluso una plaza, esta sería una de las imágenes de Córdoba más difundidas, porque ciertamente la puerta es una de las construcciones más bellas de la ciudad. Pero que a nadie se le ocurra nada raro, porque esta, tu calle, está muy bien como está. Bueno, mejor sin coches, pero eso ya se "andará".
Ben hay algo mejor, y es la fidelidad de los amigos desconocidos, nunca mejor dicho, de los que recibes ese regalo.
El martes día 12 de enero rectifiqué la entrada, añadiéndole unas nuevas fotografías: de los batientes con detalle de la cerradura; las aldabas; la cúpula barroca; la cruz; los hexágonos de bronce; un deteriorado fresco; y un detalle de un rincón del zaguán. Así como textos explicativos de determinadas inscripciones de los batientes.
Paco Muñoz.
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