Calle Almanzor
En el ánimo de ampliar la entrada de la Puerta de Almodóvar diré en principio que, saliendo por el arco a la izquierda, lo que hoy es la calle Cariuan, era la Huerta del Rey, un descampado hasta el Campo Santo de los Mártires, y eran a su vez los corrales y puertas falsas de las casas de la calle de los Judíos. Ese terreno estaba normalmente anegado de agua, que salía de la Alcubilla de la Puerta de Almodóvar. A la Puerta de Almodóvar la gente del barrio le llamaba "el arco", pero en general, la zona extramuros se ha llamado la Puerta de Almodóvar, aunque también la Cruz Roja. El Hospital se inauguró, me parece, en 1932, -yo como es lógico no había nacido, lo hice algunos años después-, a partir de ahí toda la zona era llamada la Cruz Roja.
Cruz Roja, la carretera nueva (Fleming) y vistaalegre
Recuerdo que, lo que hoy es la avenida del Dr. Fleming, era una carretera que se abrió desde los Mártires hasta la Cruz Roja, y que los vecinos la llamábamos la Carretera Nueva. Estaba en alto con taludes a los lados, ya que la cota es la que tiene la calleja de la Luna, o el Garaje Alcazár. Todo lo demás es relleno. Luego fueron surgiendo las edificaciones; el arreglo de la muralla; el encauzamiento de las aguas; la desaparición del cine Avenida (lo que hoy es el Mercado, también sentenciado a desaparecer) que absorbió la plaza de mercado que había en las calles de la Judería, Manríquez y Deanes; la finca de Barazona, dónde estaba el león y que era como un zoo en miniatura.
Por el otro lado estaba la Victoria (Paseo del General Primo de Rivera en ese tiempo) y en general campo tambien. Por los cincuenta se comenzó con la urbanización de Vistaalegre, y la avenida del Conde de Vallellano. Luego ha tenido periódicas y sucesivas urbanizaciones el sector. El primer edificio de pisos fue el que hoy existe frente al Callejón de la Luna actual –ese callejón nunca ha estado abierto-, tiene en sus bajos un bar que se llama El Olivo. Antes era una tienda-taller, “Electricidad Mármol”, procedente de la calle cuesta de Blanco Belmonte, donde hoy está el Conservatorio de Danza.
El barrio no se circunscribe solamente a la plazoleta del Arco, es mucho más grande. La calle de los Judíos pertenecía en parte a la Puerta de Almodóvar; Fernández Ruano hasta la Casa del Indiano; Tejón y Marín y Sánchez de Feria, así como Almanzor hasta el Hospital de Agudos, que ya pertenecía a la Mezquita. Como se entenderá son límites no escritos, señalados por zona de influencia de los vecinos, y la asistencia a sus comercios. En la plazuela del Indiano tenía mi tía Rafaela Carreras un puesto de jeringos, que encerraba en una casa de la plaza.
Mi tía Rafaela Carreras, mi tío Pepe Gallego y el esquimal yo, la bicicleta del fotógrafo, mi padre.
Mi tía Rafaela Carreras, mi tío Pepe Gallego y el esquimal yo, la bicicleta del fotógrafo, mi padre.
La bodega de Guzmán en la calle de los Judíos; la Sinagoga en la que vivía una familia, a uno de los hijos le llamábamos el “Sinagogo”, que era un poco “corto de luces” y mayor que nosotros. En cierta ocasión consiguieron los mayores que nos enseñara los atributos viriles, después de mucho rogarle, y no sé si por el retraso mental, o por la comparación con los nuestros que…, ni Nacho Vidal.
Fernández Ruano
En la calle Fernández Ruano estaba -como he dicho en la anterior entrada-, el último puesto de jeringos de Carmela, concretamente en la esquina, luego había alguna pequeña tienda y un comercio de ropa que llevaba, Mario, un "deportista" de la época, que estaba casado con un hija de Moreno, el de la funeraria. Mario terminó trabajando en el Parque del Higuerón. Luego estaba “Juani el Carnicero”. Frente, el personaje por excelencia del barrio “Quinito” el barbero y su jefe, casi en la esquina con Sánchez de Feria, educado donde lo hubiera, en invierno iba con una gabardina con las mangas vueltas un par de veces por lo larga, y saludaba a toda la familia, andaba con paso de torero haciendo el paseíllo, acabó en la Corredera y era procedente del Alcázar Viejo. En el chaflán que hace la otra esquina de Fernández Ruano con Sánchez de Feria, estaba el Estanco. En la calle sin salida de Fernández Ruano, en la casa frontal, una gran casa de vecinos, con dos patios enormes, allí tenía el taller de cincelado y su casa, el artista orfebre Paco Díaz Roncero. También existía un patio en el fondo donde fundía a la tierra Pepito Luque, hermano de Antonio Luque el “Dorador”, suegro de Paco Díaz Roncero y padre de otro de los grandes cinceladores de este país, Pepe Luque. Allí vivía la familia de Juaní Martínez, su padre artista de la fundición de aluminio, su madre y hermanas Pili y Maruja.
No hemos subido aún por la calle Sánchez de Feria (Campanas), donde estaba el taller de escultura de D. Amadeo Ruiz Olmos, en el pequeño jardín frente a lo que hoy es el Archivo Municipal. En esa calle había una vecindad algo distinta a la del otro sector del barrio, entendiendo lo de distinta como de "más posibles". Lo mismo que en el último tramo de Madera, antes de llegar a lo que fue el muladar de la Trinidad, hoy Lope de Hoces y la zona, por donde pasó toda la juventud de Córdoba en aquellos multitudinarios sorteos de reclutas, donde algunos salían de Directores de Fábrica, es decir "directos para África", como decía el chiste. En la calle Sánchez de Feria, en su desembocadura a la plaza del Trinidad murió, en la casa de la esquina, D. Luis de Góngora y Argote.
Sánchez de Feria (Campanas)
Enumerar toda la vecindad cuesta trabajo, por ello señalo lo más significativo. Antonio Luque “el dorador” también tenía el despacho y taller en Fernández Ruano, entre la Puerta Almodóvar y la Barbería de "Quinito", su hijo, Manolín Luque, ha sido uno de los primeros importadores de perlas japonesas de esta ciudad. En la calle Tejón y Marín existía una gran casa de vecinos entrando a la izquierda, frente el horno de Enrique Fernández. Pepín cuñado de Juaní Martínez, por su matrimonio con Pili, su hermana; Figueroa compañero de colegio; y muchos más eran sus habitantes, luego estaba el palacio en dirección a la Trinidad, y que hoy es colegio.
Si bajamos la calle Almanzor, nos encontramos en primer lugar la casa nº 34 donde nació el poeta Juan Morales Rojas, el 17 de junio de 1918, en la fachada se le dedicó una lápida que dice:
…yo he nacido en esta casa
he jugado en ese patio
en el transcurso de mi infancia.
Cuánto se alegran mis ojos
con esas rosas de nácar,
fueron de mi buena madre
las manos que las plantaran.
Al acto de la inauguración de la misma tuve la suerte de asistir, fue muy emotivo, tuvo lugar a los principio de los noventa -del siglo XX-, en el que sus hijos Álvaro y Antonio y poetas cordobeses leyeron textos en su honor. Como curiosidad decir que, en la Cabalgata de Reyes del año 1951 Juan Morales salió de rey Melchor. El vivió después en la Huerta de la Reina en el colegio en el que ejercía de docente.
Unas casas más abajo, en los años ochenta, tuvo el taller también el citado y malogrado orfebre Paco Díaz Roncero, uno de los grandes artistas de la orfebrería de este país. Paco, tuvo sus comienzos en uno de los patios de una casa de la calle Medina y Corella, allí comenzó su andadura artística, luego fue profesor de Metalistería Artística en la Escuela de Artes y Oficios, y como hemos dicho tuvo su propio taller. Ahora le ha cogido el relevo uno de sus hijos, el mayor, que ha heredado sus genes. Antes, en esa casa, estaba la peluquería de la esposa (entonces novia) del famoso portero del Barcelona Manolín Reina. También fue el puesto de frutas y verdura de Frasco, un agricultor de la vega. Más abajo había una casa que le llamaban de la Miel.
Recuerdo que, en terrenos que hoy son de la Facultad de Filosofía, en su entrada por Almanzor, y que fueron antes solar, había una fábrica de ampollas para laboratorios, cuya elaboración se veía desde las ventanas, la gente le llamaba la “casa de los fideos”, por las finas varillas de cristal. Más abajo, en la esquina de la calleja Enterradores, estaba el chalet de Llorente, con el níspero en la puerta del jardín (hoy es un restaurante y aún está el níspero) y la cochera del único coche del entorno. Con el matrimonio Llorente vivía Alicia una sobrina, una nena muy guapa y delicada, de la que estábamos enamorados algunos, evidentemente de una forma platónica -teníamos ocho años- y sin ser correspondidos desde luego. En ese tiempo se estaba proyectando “Alicia en el País de las Maravillas” y la asociábamos a la protagonista.
Apuntar algunos vecinos de la casa del fondo de la citada calleja; Pedro el “Sillero” -echaba culos de enea, "anea" a las sillas como decíamos- y su familia, Pepa, Rafalín Pedrín y su hermana; Curro, que trabajaba en “Rodríguez Hermanos” con el transporte de aceite en carro y traslado a pulmón, Ana su mujer y sus tres hijos, Luís, Loli y el “dientes”. El Lotero, padre de Puri, que siempre está igual a pesar de los años, Paco y su otra hermana. Amparo la de los huevos, de la plaza de mercado de la Mezquita y Enrique su marido. En esa casa vivió también Carmela la Jeringuera y su familia. Era también vecino el “Bizco”, un guardia municipal rubio con gafas, que hacía pareja con un tal Zacarías, rechoncho y malcarado, de la calle Almonas, que eran el terror de las bicicletas, eran como la secreta de los municipales pues siempre iban de paisano, claro con los coches no se atrevían no fuese que dieran con un capitoste.
En la calle Almanzor, había un radioaficionado muy antiguo, del que nos llamaba la atención la antena, y un médico. También el taller de Villafuerte, dónde se elaboraban los mejores buriles –herramienta para los grabadores- de España. Y muchas y muchas familias, que configuraban ese barrio de nuestra ciudad. El riesgo que se corre es no citarlos, y sobre todo al contrastar memorias, cometer los lógicos errores de apreciación, para los que pido disculpas y dejo abierta la posibilidad de rectificación.
Ayer escuché a un psiquiatra que estaba estudiando que, muchas veces creemos son verdad las cosas que no han ocurrido, es decir las recordamos como nosotros quisiéramos que hubieran pasado. Eso es normal y pasa siempre con los recuerdos, estos se mezclan con nuestras propias aportaciones o deseos. A mí por ejemplo me hubiera gustado decir que fui el novio de ocho años de Alicia, pero no, no pudo ser, se quedó en mí carpeta onírica.
Y los bocatas de Casa Elisa, con su inseparable Ignacia, esto obviamente es de época más reciente.La mayoría de la cosas no las conocí, pero las ubíco perfectamente.
ResponderEliminarHas citado el colegio de la Trinidad, donde estudie, y donde su fundador D. Antonio Gómez Aguilar, también hizo mucho por el barrio.
Saludos y enhorabuena
Antonio y Rosa, claro que llevas razón, se quedan muchas cosas en el tintero, y sobre todo como bien dices las más recientes, por ejemplo: había un grupo de chavales mayores que nosotros que no los cito, y de nenas, a cual más guapa, para que no se olviden, pero que están ahí y forman parte del conjunto y muchas más personas.
ResponderEliminarYo trabajé con Paco Díaz Roncero en dos periodos de mi vida -amén de considerarlo casi como familia, por el cariño que le tenia a Luisa su madre y a él-, en el 56 y en los setenta. En la calle Enterradores con Rafalín Gil, en el 60. Después en el 77 entré en Intendencia (Trinidad) y mi padre llevaba allí trabajando desde el 40 y yo frecuentando ese lugar desde que nací. Mi tío Fernando y mí tía Rafaela vivieron en la calle de los Judíos. Luego, amigos más actuales han vivido hasta hace poco en Fernández Ruano, y otros viven aún. Si sumas todo ese tiempo son unas cuantas generaciones las pasadas y ha cambiado la cosa y el barrio mucho. En la casa de Anita nació mi cuñado. De todas formas el objetivo es poder colaborar a que no se olvide mucha gente que merece ser recordada.
Pues gran labor la tuya en ese sentido, mis recuerdos del barrio son mucho más recientes, y me encanta conocer y reconocer a tanta gente en tus escritos.
ResponderEliminarYo al taller de Paco Díaz Roncero, he entrado en muchas ocasiones, gracias a mis amigos, los Adrian.
Me alegra mucho haber encontrado tu blog.
Saludos
Pues fíjate Antonio las curiosas conexiones de la vida, allí trabajé yo. Te acordarás posiblemente de Julio Galisteo o de Juaní Martínez, el segundo mi amigo de la infancia y el primero amigo de mi padre , en cuya boda cogió una cogorza de muy padre y muy Sr. mío. Juaní Martínez es una persona de una capacidad profesional fuera de lo normal. Pero no era decidido a montar su propio taller, y se quedo en asalariado, muchos artistas son así.
ResponderEliminarGracias por todo Antonio, lo que no hemos hablado es de Úbeda que tiene mucho de que hablar y sobre todo de la calidad de tu blog que devoramos entre Conchi, -extraordinaria "cheff" y poder ejecutivo de mi casa-, y quien suscribe.
Enhorabuena.
En el proyecto de "El Ojo del Califa", torre que se pretendió levantar en el antiguo Meliá, se incluía la recuperación de la cota situada a ambos lados de la glorieta de la fuente. En mi opinión, aunque el proyecto de la torre haya quedado atrás, esta idea debería seguir adelante, pues, hablando solo de la parte que da a la Puerta de Almodóvar, si quitásemos ese escalón nos daría la visión que tendrían los que se acercaban a la ciudad por este lado, con una profundidad que muy pocas generaciones actuales conocemos. Sería recuperar un paisaje perdido.
ResponderEliminarAyyyyy, Pili, Maruja y Juanin, Paquita su madre, Luisa, la madre de Paco, Juani el carnicero .... Todavía guardo la tarjeta (una esquela) que me escribió para el día de mi boda
ResponderEliminarCuantos recuerdos!!!
Yo paseo mucho por el barrio pero, nunca veo a nadie que haya conocido
A excepción de mi hermano Paquito que sigue viviendo alli
Mil gracias de nuevo por recordarme a tantas personas que hay en mi memoria
José Manuel es imperdonable que no te haya contestado y tu comentario es de 2010 diez años. No lo he visto. Hoy por casualidad unas personas de mi barrio han puesto un comentario y he visto que tu comentario no estaba contestado. Muchas veces el sistema no avisaba. Ahora lo chequeo en el interior por esa razón. te pido disculpas diez años después ojalá te hubiera podido pedir las mismas veinte más. Estoy de acuerdo con tu exposición, plenamente., pero no caeraá esa breva. Un abrazo.
ResponderEliminarJuani Martínez el hermano de Pili y de Maruja, es uno de mis amigos de toda la vida, viven ahora por Carlos III. Pili se caso con Pepín que vivía en Tejón y Marín y Maruja con el guardia. El taller de Paco estaba entrando a la derecha y por detrás fundía Pepito, el padre de encarnita y Pepe. Los parientes de Carmela la jeringuera vivían en ese patio, frente a Luisa Roncero, luego donde estaba el pozo vivía otro compañero del colegio el Páez. No sé tu nombre pero también me has hecho recordar. Un saludo.
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