Puerta de Almodóvar
La Puerta de Almodóvar era y es, un barrio de bastante solera en nuestra ciudad. Nos vamos a circunscribir a la pequeña plaza que configuran la confluencia de las calle Tejón y Marín (Madera), Fernández Ruano, Almanzor, y Judíos.
Vamos a iniciar un breve recorrido por el corazón del barrio de la Puerta de Almodóvar y sus gentes. Antes de entrar al Arco, mejor dicho pasar la puerta, que es de origen árabe, llamada Puerta del Nogal (Bab al-Chawz), decir que en el siglo XIV la reformaron. Bóveda de cañón en altura, cuyo arco estuvo cegado en el XIX por un muro, hasta que se abrió después para mostrar la adintelada actual. Su fábrica es de sillería y ladrillo y tiene el adarve bien conservado.
A la derecha antes de entrar estaba la "jeringuera" de la zona, en el rincón que formaba el quicio derecho de la Puerta con la parilla sobre la Huerta del Rey, lo que hoy es la calle Cariuan. Doña Teresa Moya, madre de José Gálvez, panadero del horno de Salmoral, que se casó con Carmela López, hermana del famoso “López” el chatarrero del sótano de Cardenal González, del que hablaremos en otra ocasión pues es un personaje digno de una sola entrada. Carmela, una vez su suegra, Doña Teresa murió, se hizo cargo del puesto de jeringos, cuestión que podemos interpretar como el traspaso a una segunda generación de jeringueras. Digo jeringueras, no churreras, ya que esa palabra no es cordobesa, aunque ahora sea el nombre que queda. Jeringo es una derivación de tejeringo, por salir la masa de una especie de jeringa, y churro es sinónimo de ello, y también buñuelo, pero en Córdoba han sido siempre jeringos, sujetos por la enea. Ah, y la masa de los churros no es de patata, es de harina y agua lo que pasa es que en su elaboración parece que es patata.
Pepe Gálvez, Carmen López y Carmeli
Carmela López era una agradable mujer, oriunda de Dúrcal (Granada), el pueblo granadino camino de Motril, nada más pasado el Suspiro del Moro, del que la malograda Roció Dúrcal tomó su nombre. En los últimos años de su vida se puso muy gruesa, que era lo significativo, pero eso la hacía más agradable, porque la expresión de las personas gruesas siempre la he considerado de felicidad. Claro luego están las goteras de la salud y Carmela lo pasó muy mal hasta que se marchó, Pepe su marido lo hizo antes. Ellos tenían dos hijos Pepín y Carmeli, la segunda el vivo retrato de su madre. El puesto pasó luego, todavía con Carmela López al rincón de la izquierda, una vez pasado el arco. En ese sitio, cuando el puesto de jeringos se trasladó a la primera casa de la esquina de la calle Fernández Ruano con Almanzor, se instaló un puesto de arropías, que estuvo hasta hace poco, entendiendo ese poco por algunos años. Los jeringos, para terminar con esta familia estuvieron muchoas años en la nueva ubicación, Carmela se retiro por cuestiones de salud y se hizo cargo la tercera generación, Carmeli su hija, hasta su cierre.
Desde el interior
Si seguimos por esa acera de la izquierda del arco, lo primero que nos encontrábamos era el puesto de Doña Anita, madre del Barbero al que cariñosamente llamaban “el chato”, nos podemos imaginar el porqué. Luego había una casa de vecinos que formaba parte de la muralla. De los vecinos de esa casa sólo recuerdo a Pepe Sánchez su esposa e hijos, que tenía en la calle Cabrera una pasamanería, "Mercería Sánchez", y que todavía la tienen sus herederos concretamente la lleva su nuera María Dolores y su hijo Pepe, en principio la tuvo también en el Campo de la Verdad. Luego estaba el portal de la barbería -ya hemos citado antes al barbero-. La barbería era el centro, como en todas, de la información del barrio. La farmacia; otra casa de vecinos y la panadería de Carmen que luego regentó su hija Remedios, viuda. A continuación Manolín “el Boca”, que tenía el bar de la esquina con la calle Tejón y Marín (Madera), que después fue el bar de Salinas. Manolín fue jugador de futbol, era tío político del famoso portero Manolín Reina, sobrino carnal de su mujer. Manolín le traspasó el Bar al padre de “Pepete” Salinas, que lo ha tenido hasta hace poco y con mucha clase. Manolín se hizo cargo del kiosco, que tuvo muchos años, que había al lado de los servicios de la Cruz Roja, junto a la parada de taxis, frente al “Palas”.
Cruzamos la calle Tejón y Marín (Madera) y en el frontal, que a la izquierda tenía en la pared la clásica cartelera municipal, estaba la tienda de ultramarinos de Joaquín Aguilar. Giramos otra vez en dirección al arco, y en la esquina de Almanzor estaba casa Paco Bravo, otra taberna de solera, que se trasladó después a los Mártires. Ahora sigue con otros titulares creo que su hijo. A continuación el portal de zapatero remendón del yerno de “Manolito el Loco”, un personaje que siempre lo veíamos sentado en la puerta, en invierno dentro con su lata de picón, y en el verano en la acera, creo que invidente, al que le preguntábamos las mayores tonterías y como es lógico nos contestaba con mayores aún que nos hacían reir. Luego la mercería de D. Francisco Diéguez, después el portal de una casa de vecinos, dónde estaba la peluquería de Tere, la esposa de Paco Encuentra, buen amigo, ya fallecido, luego se mudaron a la calle Cariuan. En esa casa vivía también Caparrós. A continuación Casa Paco Rubio, la más importante taberna de la zona, en ella Pepe Salinas, el citado anteriormente de la taberna Salinas, aprendió el oficio.
Otra vista antigua de la Puerta
En esa casa existe una lápida, en la fachada de la calle de los Judíos, en el número 1, que nos decía a los cordobeses que allí el día 3 de febrero de 1879 nació el ilustre Don Antonio Jaén Morente, profesor del Instituto Provincial, en la II República, Gobernador civil de Córdoba y Málaga y embajador del Perú y Filipinas. Fue Diputado a Cortes por Izquierda Republicana y murió en Puerto Rico, donde se exilio, al terminar la guerra Civil, en 1964. La "Historia de Córdoba" de Don Antonio Jaén Morente es una excelente y amena recopilación de la historia de nuestra ciudad. Este libro lo terminó en 1935 y se lo dedicó a la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Luego se editó en 1976 por los hijos de Luque (Librería Luque), otro enamorado de esta ciudad y republicano de pro. Tuve la suerte de tener un ejemplar editado en la República que perdí. Decía que: “los puntos cardinales de la constelación lumínica de esta ciudad eran, Séneca, Osio, Averroes y Maimónides, que aunque te cuenten de otros, pues la matriz es ubérrima, en fin de cuentas sólo hallarás el gran surco de los cuatro.”
Placa nacimiento D. Antonio Jaén.
Terminamos en el otro rincón interior del arco. La tienda de recuerdos de Manolita, que tuvo que pasar un aviso de derribo de la casa por haber infringido las normas, que afortunadamente se resolvió satisfactoriamente, y que tuvo la solidaridad de los vecinos del barrio. Allí tuvo un cuñado suyo al que llamaban “Malacara”, un bar.
Y estamos de nuevo en el Arco, del que hemos visto a lo largo del tiempo como ha cambiado su fisonomía para mejor, y de su entorno, muy poco entorno, para lo importante de sus habitantes, la mayoría de los citados que ya no están, y los que quedan son abuelos casi todos, pero en el que se condensaba prácticamente la vida de esa agradable zona de la ciudad, alrededor de una de sus puertas de entrada.
Una vista antigua con la alcubilla a la izquierda.
Fotos de AHM, GMU y varios autores