Es casi seguro que lo que voy a contar, a muchos le suene a chino. Pero es posible que a los que hayan superado los cincuenta, hayan vivido en casas de vecinos y sean de familia humilde, no les parecerá raro, ni tampoco muy lejano.
En invierno el elemento calefactor por excelencia en las casas era el brasero de picón. A su calor se secaban trapos o se ponía a calentar la ropa de los niños para que estos, después del lavado la recibieran caliente. Al brasero, quizás con reminiscencias árabes se echaba alhucema, para que la ropa además de estar templada, tuviera ese olor característico, agradable a que olían las casas en invierno. Otras veces mi madre también le echaba cascaras o mondas -más “fisno”- de naranjas, que dejaba un ambiente agradable en la habitación.
Al hecho concreto de echarle alhucema al brasero le llamaba mi madre hacer un sahumerio. Los médicos andalusíes fueron muy partidarios de esas técnicas, posiblemente nos venga a nosotros de ellos. Está práctica lo ha sido desde tiempo inmemorial, en los ritos funerarios, para llamar a las distintas deidades, y que el viaje fuese feliz. Como limpiadores de ambientes. Como reparadores del aire. De todas esas manera lo utilizaban en mi casa.
Mi madre, como ya lo he dicho, lo utilizaba para impregnar la ropa de ese olor agradable que no se te puede olvidar nunca. Muchas veces protestábamos por la pequeña humareda, pero el olor no podemos negar que era hechicero. Caracterizas a la iglesia por el olor de incienso, a veces empalagoso, pero al formar parte del ritual lo asocias siempre a lo religioso. En los actos de Corpus, el olor a maltranto, tomillo y romero, en cantidades industriales para tapizar las calles –hoy ya sabemos que es un atentado ecológico lo que se hacía- era significativo, luego, los nenes, hacíamos montañas de esas plantas al acabar los actos, para bañarnos en ellas.
El ritual del lavado de los niños, era muy especial. Quiero dejar claro que la inmensa mayoría de rituales tienen todos un enorme componente religioso. Lo que cuento para mí está lleno de añoranza, sobre todo para quien, con la mejor de las intenciones lo hacía, y que no podía ser otra persona que mi madre.
Una vez que te habían lavado en un baño de zinc –no había cuartos de baño en las casas- con agua templada, y un jabón que en mi casa era Heno de Pravia, siempre tenías en la misma habitación, cerca, el brasero de picón con las enjugaderas, bien de mimbre o de alambre, donde la ropa se estaba impregnando del olor a alhucema (lavándula angustifolia, vulgarmente se llama también; espliego, lavanda, espigolina, lavándula y alhucema que a nosotros nos viene mejor por el prefijo), y a medida que tu madre te estaba vistiendo iba recitando una oración que más o menos decía así:
/Con esta camisita me visto, /en el nombre de Cristo. / Cristo es mi padre, / San Juan, mi padrino, / Dios me guíe el alma / por buen camino./
Con este conjuro cristiano ya estaba resuelto todo, de ahí a la cama y hasta el otro día. Al escribir estas líneas, no puedo evitar percibir; el olor de la alhucema, el del jabón, el calor de la ropa templada y sentir las cálidas palabras protectoras que te recitaban para terminar el día.
Claro q nos acordamos aún unos pocos de esos braseros, Paco. Precisamente, en Noviembre, no en éste atípico que llevamos q parece un mes de primavera más q un mes otoñal, a primeros de mes, para los santos, es cuando se encendían antaño los primeros sahumerios o braseros de picón, hoy las calefacciones inodoras. En mi casa lo hacía siempre mi abuela. precisamente, en torno a este tipo de calefacción hay por ahí un chascarrillo referente a un pobre muerto de hambre q solicitando viandas para aliviar su crucial menester encontró un alma caritativa q le puso delante un plato de delicioso cocido del q dio cuenta de él en un pis pas, vamos, q le quitó el dibujo al plato de rebañarlo, a lo q su benefactor le espetó: "chico, ¿dsd cuando no comes caliente?" a lo q el respondió, relamiendose aún: "po dsd q me caí de boca al brasero cuando estaba chico"
ResponderEliminarSiempre es grato evocar recuerdos y sensaciones. gracias. >:0]
Me acuerdo del chiste, si señor. Algunas veces decíamos que tenía un "tufo" que era un trozo que no estaba perfectamente hecho picón y era peligroso por las emanaciones de gas. De hay el dicho me he "atufáo". Yo recuerdo una vez con picón en una lata de atún, con el dichoso "tufo", cuando acordé tenía un buen dolor de cabeza y nauseas, posiblemente de la no combustión completa del trozo de picón. No sería el primero que ha caído con ese tipo de intoxicación.
ResponderEliminarSiempre es grato eso que dices, y como no, evocador de los que no están, a los que homenajean con el recuerdo.
No lo podías haber descrito mejor. Que lindos recuerdos. Desde el baño en un barreno de cinc al gel de baño a dormir con esa ropa secada al calor del brasero de picón y alhucema. Gracias.
ResponderEliminarDesconocido/a no lo sé. Muchas gracias y me alegro que te guste, pero todavía no encuentro una oración que recitaba mi madre cuando nos lavaba y vestía. Una amiga me recordó la letra y la extravíe. Al entrar como desconocido no te enviará el sistema aviso. Pero si emtras otra vez y lees mi respuesta y sabes la letra de esa oración te lo agradecería. Un saludo
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