En esta ciudad de Córdoba, que es un enorme crisol de la historia, donde menos te piensas sale una nueva dimensión del tiempo y puedes trasladarte por él a lo largo de su línea. Hay que reconocer que todos los pueblos dejaron su impronta aquí, y todas las civilizaciones están entrelazadas, directa o indirectamente. 600 años de Roma, 300 de pueblo visigodos, 500 de musulmanes, y ahora 700 de cristianos. A groso modo, sin entrar en detalle. Como es lógico, lo más reciente, que es el cristianismo, no deja de dar sorpresas continuamente, por lo menos a mí me las da.
Este fin de semana, sin darme cuenta, descubrí un templo cristiano, fundado por Fernando III sobre una mezquita, como no podía ser de otra manera, que es la Iglesia Omnium Sanctorum, o de Todos los Santos, que no conocía. Estaba situada en la plaza de Ramón y Cajal -antes San Felipe-, ocupando los terrenos que ahora son un jardín y donde está el monumento a Eduardo Lucena. Este monumento sufrió una serie de vicisitudes pues lo realizó Antonio Moreno, de Montalbán, que no lo pudo terminar porque fue fusilado por el franquismo en 1936. El monumento quedo abandonado en un solar del Brillante y un grupo de intelectuales le pidió al Consistorio su restauración e instalación en la citada plaza, inaugurándose en 1981.
La Iglesia estaba situada en el edificio que ahora es el Colegio de Agentes comerciales, entre la calle Tesoro, que antes se llamó de las Campanas, por estar situado el campanario de la Iglesia de Todos los Santos en esa calle. La fachada principal se encontraba entre esa esquina, y el ensanche hacia Pérez de Castro. En ese edificio vive el cronista de la ciudad, D. Miguel Salcedo Hierro y vivió Antonio Carreras, un tío abuelo mío que era capataz del Hospital de Agudos (hoy Facultad de Filosofía y Letras), hasta su muerte.
En el libro de difuntos de esa parroquia, está la inscripción de fecha veinticuatro de mayo de 1627, que dice: “En veinticuatro de mayo de mil seiscientos veintisiete años, llevamos á enterrar a D. Luis de Góngora, clérigo presbítero. Racionero entero de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba; murió á veintitrés días, enterránrolo en la dicha Catedral”. Su tumba se halla en la Capilla de S. Bartolomé. D. Luis vivía en la plaza de la Trinidad, en la casa que hace esquina con Sánchez de Feria. Otra casa de esa plaza era la de los Duques de Hornachuelos, hoy Escuela de Artes y Oficios.
En otro libro, el de bautismos consta en 1585 el nacimiento de D. Luis de Venegas de Figueroa, en cuatro de marzo de 1585, que luego fue Obispo de Almería. También tenían enterramiento en la parroquia Los Duques de Fernán Núñez en esa fechas Condes.
La parroquia se construyó a finales del siglo XIII o primeros del XIV, con la clásica construcción de tres naves: Epístola, Central y Evangelio, divididas por arcos de medio punto, siendo la nave central más alta que las laterales, con cubiertas de artesonados policromados, y los ábsides se cubrían con bóvedas de crucería gótica. Tenía un pórtico cerrado con verjas de madera. En una de sus esquinas exteriores existía una enorme estatua romana, de la que se desconoce su paradero.
Existía en esta parroquia, cuya collación sería de unas seiscientas familias, una Hermandad del Santísimo Sacramento, muy común en casi todas las parroquias. Sus constituciones fueron aprobadas por D. Gonzalo de Castro en 1631, Deán y Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, sede vacante en esa fecha. Y una cofradía que se llamaba Nuestra Señora de los Remedios. En 1799 se refundió con la Iglesia de San Juan de los Caballeros –plaza de San Juan- por orden del Obispo. En 1876 se autorizó el traslado de San Juan y Omnium Sanctorum al Convento de la Trinidad, que había sido suprimido por la desamortización, adoptando el nombre de San Juan y Todos los Santos (Trinidad), Algunos altares se conservaron en otras parroquias; el del Sagrario en San Francisco y la pila bautismal dicen que en Santiago.
Es significativo que en el plano de 1811, figura la manzana igual que cuando estaba la iglesia y en un grabado del dibujante Albert Foweraker, realizado desde la confluencia de la calle Valladares con la plaza de Pineda, se ve, primero la torre de la casa de los Duques de Hornachuelos y después el campanario, de la parroquia Omium Sanctorum. Es el único documento gráfico que conozco de esa Iglesia.
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