En un texto de José Manuel Escobar sobre el recinto amurallado de Córdoba, y referido a la Puerta que nos ocupa, la llamada de Andújar, dice que:
“A escasa distancia de la puerta de Plasencia la muralla formaba ángulo y se dirigía en sentido NE-SO, paralela a la actual calle María Auxiliadora, a la que llegaba después de formar una serie de ángulos entre la calle anterior y la Plaza de la Magdalena. Entre estas dos puertas existían, según Orti Belmonte, una serie de torres rectangulares de la época almohade y almorávide. La Puerta de Andújar –no reseñada en la descripción de Vaca de Alfaro- se encontraba defendida por dos torres iguales unidas por un arco, estando a su lado una especie de fortaleza que primitivamente eran dos torres, de las que se formó una sola al unirse con un doble lienzo de la muralla (Libro de las Tablas, 1281). Esta torre se conoció como la de los Donceles, juntamente con la Puerta, que se cerró y cambió de sitio en el siglo XVI, se encontraba, según Ramirez de Arellano, muy descuidada desde poco después de la conquista de Córdoba.”
Sobre la Puerta de Andújar dice D. Teodomiro:
“Dando comunicación con el campo, hay un portillo, conocido por la Puerta de Andújar, por ser la salida del camino a dicha ciudad, según unos, o porque cuando la conquista de Córdoba entraron por aquel punto los soldados que formaban la legión con que los auxilió Andújar. Sea lo que quiera, aquel sitio, uno de los más nombrados en su día, ha perdido por completo su importancia. A un lado se ve una torre amagada a la ruina, resto de la antigua de los Donceles, una de las fortalezas que defendían la ciudad y sólo podía cederle la primacía a la que llamamos la Calahorra.”
Y continúa diciendo D. Teodomiro Ramírez sobre la Torre de los Donceles.
” Formaba dos torres, completamente iguales, unidas por un arco, dándolas comunicación en la parte alta y teniendo abajo una de las puertas de la ciudad. Era una de las alcaidías de Córdoba y debía su título, a estar guardada por la parte más joven del ejército cristiano y servir después de reclusión a los hijos de los nobles cordobeses que cometían alguna falta. Los nuevos alcaides, prestaban en ella su juramento, estando veinticuatro horas antes en una de las dos pequeñas habitaciones que formaba, sin comunicación con persona alguna; por consiguiente allí estuvo cumpliendo aquella obligación el famoso D. Diego Fernández de Córdoba, que prendió al Rey Chico de Granada. Muy descuidada desde poco después de la conquista, en 8 de marzo de 1557, se hundió una de las torres que estaba en terreno hoy dentro de la plazuela: entonces se reedificó aquella parte de muralla y varió la puerta frente a la calle de los Muñices, donde la hemos conocido, dándole también una forma gótica, cerrándola en 1836, cuando la invasión del cólera y así ha permanecido hasta su demolición. La torre, que tantos recuerdos encierra, desaparecerá también pronto, si alguien no acude a su remedio. Cuando la primera de estas dos reformas, se construirían las casas de la calle del Crucifijo, pues no es probable que la antigua puerta diése a una calleja; además es sabido, que la muralla en todo el recinto de Córdoba, estaba independiente de las casas y demás edificios. Cuando la puerta estaba en uso, la casa número 21 era un peso de harina como el de Martos y el Puente.”
El Semanario Pintoresco Español de junio de 1843, hace una extensa descripción de la torre y de su uso. En los planos de la ciudad de 1811 y 1851 figura el Portillo o Puerta de Andújar perfectamente señalado, así como el puente sobre el arroyo de San Lorenzo, lugar donde se iniciaba el camino de salida de la ciudad, paralelo al Convento del Carmen. Posteriormente se procedió a la urbanización del sector encauzando el arroyo y construyendo la Ronda de Andújar que es la única referencia que nos queda de la Puerta, así como unas columnas símbolo parece ser donde estuvo el Portillo.
La torre tuvo como inquilinos a los asesinos del Marqués del Villar al que dieron muerte en las callejas de Corpus Crhisti (hoy calle Marqués del Villar) por una discusión sobre toros, a los que el Marqués era muy aficionado. La Torre de los Donceles era una especie de cárcel -como cita D. Teodomiro-, o prevención para la nobleza, para que ésta no se mezclase con los delincuentes normales en una cárcel normal. Era una Alcaldía de la ciudad y su nombre, Donceles, era debido a la juventud de sus caballeros que eran los encargados de su defensa.
Un rincón más de la ciudad al que el abandono y la piqueta del siglo XIX, trasladaron a la historia reciente de Córdoba.
2 comentarios :
Visitando los enlaces de tus últimas entradas he llegado a estas.
Con las lecturas solo puedo decir que espectacular es poco, para calificar todo el entramado de murallas y puertas que debían rodear Córdoba.
Es una pena su desaparición, pero lo bueno es que sigue habiendo buena gente preocupándose por redescubrirlas y devolverlas, aunque sea a base de letras y no de sillares, el lugar que le corresponde.
Un saludo Paco y enhorabuena por tus entradas.
Gracias amigo Diego, te he enviado a tu correo, las fotografías que hablamos del Convento, bueno de la portada y la calle. Ya me dirás.
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