No lo puedo remediar, siento una enorme fascinación por el grabado de Wyngaerde de 1567, me sigue subyugando. Cada vez que lo escudriño, porque no me basta con mirarlo, le aplico la lupa e intento reconocer sus edificios civiles, sus iglesias y sus ermitas. Busco el detalle y comparo con fotografías realizadas en estos días desde la orilla izquierda de río, y llego a la conclusión que el “sky line” de esa zona de la ciudad, vista desde allí, ha cambiado muy poco en cuatro siglos y medio.
La fotografía del dibujo de la cabecera, contiene una serie de iglesias que trataré de señalar. La marcada con la letra R es la Iglesia de San Francisco; la que está señalada con la S, es la de San Agustín, a la que se le visualiza la espadaña; lo marcado con la X es el Rastro, la desembocadura de la calle de la Feria, que rotula con la V, en su tramo superior; Para terminar la curiosidad de la esquina superior izquierda, el Santuario de Santo Domingo de Scala Coeli, cuyo nombre haciendo un esfuerzo de voluntad hasta se puede leer.
La que hoy nos ocupa es el edificio que está señalado con la letra T, que corresponde a la Ermita de la Consolación, y que a su vez está marcado en el índice del dibujo, en la esquina inferior izquierda del mismo. Esta Ermita está ubicada al principio de la calle Armas, en su confluencia con Tornillo y Maese Luís. Su pequeña espadaña se divisa perfectamente en el dibujo y es muy similar a la que tiene hoy día. En su interior tenía unos cuadros de Antonio del Castillo. Y en el triangulo de la portada había pintada una Anunciación de Agustín del Castillo -padre de Antonio-, que desapareció.
Las noticias más antiguas que se tienen de este templo, son de 1410. Fue Hospital de Convalecencia y Casa de Expósitos el torno de recepción de los niños abandonados estaba por la calle ahora llamada del Tornillo. Estaba advocada a Ntra. Sra. de la Consolación, San Nuflo, San Lorenzo y San Martín. Se compone de tres naves divididas por cuatro arcos, que sostenían dos esbeltas columnas de mármol rojo, El altar mayor tenía un retablo que es del siglo XVIII, y encima de éste un pequeño nicho, con una también pequeña escultura de una virgen con un niño, que parece ser estaba en un pozo, tapado con una losa en la nave de la Epístola, que tenía dos altares con San Antonio y San Rafael. En la nave del Evangelio había otros dos altares dedicados a S. José y a Jesús Nazareno.
Como hospital no alcanzó gran importancia. Tuvo sin embargo una importante Cofradía muy antigua, de limpieza de sangre. La limpieza de sangre era un requisito esencial para pertenecer a ella. Estas normas eran una forma de discriminación dirigidas a las minorías conversas. Los padres de los cofrades debían acreditar su descendencia de cristianos viejos. El racismo y la persecución religiosa estaban a la orden del día, y eso que ya llevaba implantado el cristianismo en esta ciudad, unos cuantos de cientos de años.
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