lunes, 28 de septiembre de 2009

Ojos y Proverbios Árabes

"La mirada nunca engaña, por eso todo es más difícil cuando hablas y no miras a los ojos que te reciben. Porque incluso cuando te esquivan, ya sabes interpretar sin que se te dé respuesta alguna.

A veces esa mirada la interpretamos cuando se asoma a los textos que leemos en la virtualidad que nos comunica... el mundo va cambiando, pero donde se pongan unos ojos frente a frente, que te ofrezcan el mundo interior condensado en el sólo gesto del mirar, que se quede el mundo sin textos ni palabras, que el mensaje queda claro.

Ojos que hablan y expresan."

María.



Nunca aconsejes en público

Si te aplauden, nunca presumas hasta saber quien aplaudía.

No hay sustituto para la experiencia.

El que tiene salud tiene esperanza, y el que tiene esperanza es dueño de todo.

Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría


Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo

Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego

Los que de veras buscan a Dios, dentro de los santuarios se ahogan

Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas

Quien se empeña en pegarle una pedrada a la luna no lo conseguirá,
pero terminará sabiendo manejar la honda

La crueldad es la fuerza de los cobardes 


Si le ves los dientes al león, no vayas a creer que te esta sonriendo

Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo

Ten buena memoria, si eres mentiroso

La naturaleza nos da las dotes sin pedir nada a cambio, pero nos las quita sin pedir permiso

No seas tan blando que te expriman, ni tan duro que te rompan

En los momentos difíciles, se conoce a los amigos

El hombre es enemigo de lo que ignora

Tu lengua es como tu caballo, si le eres fiel te será fiel, pero si le fallas te fallará


El que espía escucha lo que le desagrada

Cada sol tiene su ocaso

Al perro que tiene dinero se le llama señor perro

Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien

Texto de la cabecera de María, una sensible poeta cordobesa, que nos honra con sus palabras.

domingo, 27 de septiembre de 2009

CÓRDOBA EN 1567, DE ANTON VAN DEN WYNGAERDE




Anton van den Wyngaerde, o Antoon van de Wijgaerde, o Antonio de las Viñas, o Anton de Bruselas, dibujante paisajista del siglo XVI, realizó por encargo de Felipe II una colección de 62 vistas de ciudades españolas, muy detalladas. Nosotros nos vamos a centrar en la dedicada a nuestra ciudad. Se movió por nuestro país de 1563 a 1567.


Nos imaginaremos que estamos en una torre que podríamos situar en lo que es hoy la Iglesia del Espíritu Santo del Campo de la Verdad. Desde ahí tenemos a nuestra vista una panorámica que va desde el Castillo de Almodóvar totalmente a la izquierda, hasta el Santuario de la Fuensanta en el extremo derecho. Todo lo demás es el horizonte de la ciudad, teniendo como elemento de primer plano, el río y la ribera y en el fondo el “sky line” del 1567, que dominaba la ciudad, así como la sierra. Numera los sitios más significativos y los llena de detalles que nos trasladan al siglo XVI.


La Calahorra y sus alrededores


En primer lugar nos encontramos con la fortaleza de la Calahorra, aparentemente medio derruida, pero nos dibuja parte lo que fue en sus tiempos el otro recinto amurallado exterior que la circundaba, bastante más amplio. En el río, a la izquierda de la fortaleza, se ve una zona de baños, delante de dónde está ahora el Molino de San Antonio



Llamativo es señalar las barcas en lo que después se vino a llamar "El tablazo de las Damas", zona entre el Puente Romano y el azud del Molino de martos. Era una zona de baño apartada para las señoras, según Teodomiro Ramírez de Arellano. Llama la atención las muchas barcas navegando por el río, e inclusive una de ellas que parece arrastrar un arte de pesca.

El puente romano tiene a su izquierda la hornacina que se le ha añadido en la restauración actual, pero no tiene aún, además lógico por la fecha, la efigie de S. Rafael. Al fondo la puerta del Puente primitiva, antes de la construcción del arco conmemorativo de la venida de las Cortes a Córdoba.

El Rastro


Señala el Rastro al final de la calle Feria, una de las vías más importantes de la ciudad, ya citada por muchos autores, como lugar de festejos que inclusive tuvo en cierta ocasión hasta un Coloso imitación al de Rodas. Cerca del río se ven una serie de palos clavados en la orilla. Delante del molino de Martos, en la ribera una zona que denomina de curtidurías, que en algunos planos posteriores se viene a llamar pelambres. Este lugar estuvo destinado al curtido de pieles. Volviendo sobre la ribera hay una zona en lo que es hoy, o fue la Posada del Sol, que llama mancebía. Es decir que desde el siglo XVI y posiblemente antes, esta zona estuvo destinada al comercio de la carne, del más antiguo oficio del mundo.


El Molino de Martos, los Mártires y la Puerta de Baeza


Nos sitúa perfectamente por encima del Molino de Martos el antiguo convento de los Mártires, que estaba ubicado entre la Puerta del Sol y la esquina de la muralla, frente a lo que hoy es el campo Madre de Dios. En esa esquina representa perfectamente la torre albarrana octogonal que la cerraba, y un poco más a la izquierda de ésta dibuja la Puerta de Baeza, majestuosa. Y a la derecha de la panorámica la Fuensanta.


En el horizonte de la ciudad destacan las siluetas de las iglesias y conventos más importantes: S. Pedro, el Convento de la Santa Cruz, La Magdalena, Santiago, Santa Clara, más al centro, S. Pablo. S. Francisco, S. Agustín. S. Nicolás de la Axerquía a la salida de la actual calle Consolación a la ribera. S. Nicolás, S. Miguel, S. Juan, posiblemente S. Cayetano y cosa curiosa, ubica en el lugar correcto, en la sierra, Santo Domingo.


La Mezquita


Muy importante la zona de la Mezquita. El destrozo monumental todavía estaba a medio hacer. La mole del coro estaba sin terminar, así como no estaba revestido aún el antiguo minarete árabe. Luego sitúa el Alcázar califal en su sitio original, así como la Iglesia de S. Sebastián. Señala el antiguo Monasterio de la Virgen de la Victoria que se construyó en primeros de mil quinientos y fue derribado para la construcción del paseo.


Puerta de los Sacos


El Alcázar actual como sede del Santo Oficio. Los Molinos del río: de la Albolafia, de Enmedio, de Pápalo Tierno o de Téllez. El Alcázar de la Villa, y más arriba a la derecha la casa del Obispo. Al fondo el Monasterio de San Jerónimo.


Puerta de los Sacos


En la esquina izquierda sur oeste de la muralla, la llamada Puerta de los Sacos, con su torre medio derruida, delante del río y de los molinos harineros, de la Alegría o del Hierro, que aún perduran, en la zona del actual monumento a San Rafael del Puente Nuevo, puente que se construyó aprovechando la cimentación del azud de la Alhadra de los molinos que describía un arco sobre el río. Esta Puerta se llamó así por estimar que era la que servía para la entrada de la molienda del grano a la ciudad. A la izquierda de la panorámica describe el castillo de Almodóvar.


Juego de Bolos


Si volvemos al barrio del primer plano, o del Espíritu Santo, detalla meticulosamente unos cordobeses jugando a los bolos, e incluso uno de ellos en la posición de lanzar. Más a la izquierda lo que se vino a llamar El Altillo. Se quedó corto por la derecha en la panorámica, todo no se puede tener, y hubiéramos podido situar la Ermita de S. Julián en lado del Campo de la Verdad y su murallón que se fabricó ex profeso para defender la barriada del Espíritu Santo de las avenidas del río, pero que a lo largo de las distintas riadas, el río ha ido modificando su cauce desplazándolo hacia el sur, situando los restos de la muralla de San Julián en la otra orilla, en la del Arenal, donde están ahora en la actualidad esos los restos derribados, porque los de la Ermita habían desaparecido en sucesivas riadas. También se tragó el cauce la llamada Huerta de Segovia que forma en la actualidad parte del lecho actual del río.


Poder gozar de esa Córdoba del siglo XVI con tanta meticulosidad de detalle, ciudad que en realidad ha cambiado muy poco en su fisonomía global y costumbres, es maravilloso. Si se introducen en la dirección Web del final y se detienen en cada uno de los detalles, podrán observar, por poner un ejemplo, en la zona de lo que se llamó el Altillo, en las inmediaciones de lo que hoy el Hotel Hesperia, hasta unos labradores trabajando en una tabla de su huerta.



Wyngaerde. CóRdoba En 1567






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jueves, 24 de septiembre de 2009

LOS JARDINES DE LOS PATOS


Recuerdo que las tardes de verano me llevaba mi madre, que rara vez no iba acompañada de mi padre, a jugar a los Jardines Bajos o de la Agricultura, y que nosotros les llamábamos de los Patos, también a los del Duque de Rivas. En estos últimos estaban los niños de la burguesía cordobesa, por lo menos unos cuantos, algunos incluso con sus estiradas mamás, los más con sus “tatas”, “criadas” o “chachas” -novias provisionales, de permiso de paseo de militares sin graduación, que casi siempre las rondaban-. Después del juego, Albertito –ya lo decía Miguel Gila, los niños pobres y humildes se llamaban Antoñín, Manolín, Pedrito o Pepín por regla general, nunca Luis Ricardo, Fernando Carlos o Roberto Ángel que eran ricos-, me pidió mí número de teléfono porque se marchaba a su casa, inmediatamente fui a mi madre a decirle lo que me había pedido Albertito y de camino que me dijera que número de teléfono teníamos nosotros, mi madre como es lógico me dijo que nosotros no teníamos teléfono, que quien tenía teléfono era mi madrina, pero que le dijera al niño que el nuestro nos lo estaban instalando. Eso era normal, poner un teléfono en aquél entonces, era como encontrar un buen empleo, o conseguir una concesión de un estanco, aunque esto último estaba destinado a viudas de guerra, indiscutiblemente de gloriosos soldados del bando fascista. Eso mismo le dije al niño de familia burguesa, claro el apellido a la familia se lo pongo ahora, antes era para mí un niño rico o pudiente, bueno se sobre entiende que le dije lo del teléfono, no lo del estanco. Empezaban para mí a ser ostensibles y sobre todo incomprensibles las diferencias entre las personas. Viniendo de un barrio humilde como el mío eso era normal. Luego mi madre repitió muchas veces la anécdota de la petición de nuestro número de teléfono, a sus amistades como una cosa especial.


La rampa del Monumento a Julio Romero de Torres

Seguimos con nuestros juegos. Uno de ellos consistía en deslizarnos por las rampas que tiene el monumento a Julio Romero de Torres. Miles de suelas de zapatos "gorila" y otros de charol, habían dejado su huella creando un surco en el mármol blanco del monumento. Este material no hacía distinción en la clase de los zapatos, pero si es verdad que los de charol se deslizaban mejor que los “gorila”. Los zapatos “gorila” con su acompañamiento de verde pelota -que tenía un astronómico bote por la altura que se conseguía con ella-, tenían una suela prácticamente irrompible. Las suelas se quedaban nuevas y había que tirar los zapatos ya inservibles. Antes todo se reparaba, esta sociedad actual de usar y tirar no entraba en los esquemas de ese tiempo. Teníamos los zapatos de diario y los de domingo, raro es el que tenia un par más extra. Se adquirían con notable esfuerzo de los padres, normalmente los “gorila” en Calzados Segarra. En verano también usábamos unas sandalias de goma que, al quitártelas por la tarde, cuando tenías que pasar por la lavadora (el baño o lebrillo al efecto), se te quedaban las ventanitas de color… de aquello que dijimos, marcadas en los pies.

Volviendo a las rampas del monumento, éstas tenían como hemos dicho antes, las huellas de muchos niños cordobeses. En ellas han quedado para la eternidad, esos surcos lúdicos, que habían conseguido hacer mella en el mármol del monumento. Huellas de niños y niñas (las de las niñas eran las menos por ser sus juegos menos brutos), que a falta de los lugares de juegos infantiles actuales, en aquellos tiempos usaban esas rampas como tobogán. Otra distracción era ver los patos en su estanque, y echarles comida, que se podía comprar en un uno de los puestecillos existentes, o en el vendedor ambulante de turno. Las palomas también se acercaban confiadamente al reclamo de la comida.


Escenario de Titeres
En esos jardines, no recuerdo si las tardes de algunos días, pero sí seguro las mañanas de los domingos, había sesiones de teatro de marionetas. El teatro tenía un coqueto escenario y un patio de butacas de sillas plegables. Detrás y debajo, los manipuladores de los títeres de mano. El héroe de sus episodios era Chacolí, una marioneta que siempre era perseguida por una bruja, que regularmente se asomaba por uno de los lados del escenario, o detrás de un decorado amenazando a la niña. Los niños a coro le avisaban a Chacolí que la bruja estaba al acecho.

-¡Chacolí! ¡Chacolí! ¡Chacolí! -todos a coro.

–¡¡Que está allí detrás!! ¡¡Qué está escondida la bruja!! –le gritaban.

-¿Dónde? -Chacolí preguntaba, como haciéndose el tonto.

Eso hacía que se acrecentaran los avisos de los niños desesperadamente. Luego, cuando la Bruja había hacho de las suyas y estaba a sus anchas en el escenario, salía Chacolí con su dos tablillas y le daba fuerte a la bruja y sonaban los golpes, cuestión que enardecía al público infantil y menos infantil, hasta que esta huía o quedaba sobre el borde del escenario inconsciente, todo ello aderezado por las palmas y los gritos de alegría de los niños que veían como el mal era vencido.

Siempre lo acababa con una frase, que decía más o menos

-¡¡Toma, toma y toma, y ahora a la basura!!

Siempre era lo mismo, el disimulo de Chacolí, la maldad de la bruja y la inocencia de la niña a la que quería coger. No había más argumento. Pero aquello a los ojos infantiles era suficiente, y sobre todo su participación y ayuda a resolver la situación.

Recuerdo también que a raíz de eso, en ese tiempo había unos teatros ambulantes de marionetas callejeros, que circulaban por los barrios. El teatro consistía en unos palos que dejaba caer inclinados sobre una pared, con una lona que los cubría y que a su vez tenía una abertura semejando un escenario, donde el artista desde detrás movía los personajes, a la vez que imitaba cada una de las voces. Aquí el héroe en cuestión se llamaba Barriga Verde. Un malo o mala, una inocente criatura y un héroe. El argumento era similar al de los Jardines de los Patos con Chacolí. Una vez terminada la sesión salía el artista de detrás de la lona, pasaba el platillo, recogía la voluntad del respetable y, enrollando la lona sobre los dos palos, guardando a los personajes en una bolsa, se marchaba con las marionetas y su teatro a otra parte.

Los Jardines de los Patos, de la Agricultura o Bajos, han sido siempre una fuente inagotable de acontecimientos en nuestra ciudad. El “asesinato” del avestruz, cantada en las murgas de Carnaval; la famosa serpiente, de la que un bromista amigo dejó en cierta ocasión una camisa de otra, que autentificó la que posiblemente fuese la “serpiente Ness”; el asesinato de un vigilante en un tema de defensa de una ciudadana; y lo último el asesinato del quiosquero de la entrada. Anteriormente en los principios del siglo veinte, concretamente en el dieciocho, la inauguración y destrucción posterior, en el diecinueve, del monumento de Mateo Inurria dedicado al Ministro Barroso, también aconteció la inauguración del citado monumento a Julio Romero de Torres.

Quien no ha jugado en los Jardines de los Patos, disfrutado con sus animales titulares o, algunos de más edad, gozado de las marionetas.


Monumento a Julio Romero de Torres

La pesca del sirulo.


Todos sujetando al sirulo

Todos sujetando al Sirulo

Mi admirado amigo y compañero Juan Sosa, es un notable aficionado a la pesca, y más notable lo es por el esfuerzo de voluntad que está haciendo por superar un problema físico que le aquejó hace unos meses, y del que se encuentra afortunadamente bastante recuperado. Esa misma voluntad y paciencia es la que le echan también a su afición los pescadores. Es verdad que tienen mala fama, al igual que los cazadores, como embusteros, “las mentiras de pescadores y cazadores, las mayores” pero por esa razón la fotografía es el mejor elemento de prueba de su verdad.

El siluro (Silurus glanis) es un de pez de la familia de los Siluridae, orden de los Siluriformes. Este pez fue introducido en este embalse de Mequinenza en 1974, procedente de ríos europeos donde tiene su hábitat natural. Existen ejemplares en el Ebro y en muchos de sus afluentes, principalmente el Segre. También ha sido introducido en otras cuencas. Es un pez de gran actividad nocturna por ello está prohibida su pesca desde las doce de la noche hasta la seis de la mañana, Su alimentación lo es a base de otros peces y el tamaño de estos depende del propio tamaño de sirulo. Es el pez de mayor tamaño en cuencas fluviales europeas.

Mequinenza es una ciudad de Zaragoza en el bajo Cinca, ubicada entre los ríos Segre y el Ebro. El embalse del mismo nombre tiene una capacidad de 1530 millones de metros cúbicos, siendo por lo tanto uno de los más grandes de España.


Todos sujetando al sirulo

Juan Sosa con la carpa

Las capturas de las fotografías, que a diferencia de la caza, son devueltas inmediatamente al agua, son record o casi record. El sirulo mayor que se ve sujeto por cuatro personas y Juan le tiene la mano metida en la boca -cuestión que tiene que dar alguna cosilla tenerla ahí-, pesa 80 kilogramos y mide 2,05 metros. En otra fotografía sostiene una carpa de 23,800 kilogramos con una longitud de 1,17 metros. En ese mismo día de pesca cobraron otra carpa de 19 kilogramos y 98 cm de longitud además de otros sirulos de menor tamaño.

La pesca de estos individuos es muy espectacular es fácilmente atraído por la carne alterada, el hígado de cerdo y los intestinos de las aves que son los más utilizados como cebo. Es llamado el basurero del pantano, el limpia fondos del mismo.

El anzuelo debe ser grande y fuerte por el tamaño de la boca del animal. En el Danubio los pescan golpeando en el agua con una tabla y asemeja el sonido al de un pequeño pez, o un tipo de ave que cae sobre el agua. También se emplea un generador de ondas de baja frecuencia unos 150 Khz. que tiene la virtud de atraerlo, aunque ignoro si eso será legal en la pesca deportiva.

El hilo utilizado, como además es lógico, debe ser muy resistente, un hilo de 0,4 a 0,6 para los grandes ejemplares y un carrete de alta resistencia, así como la caña de acción de 100-300kg. La temporada es en junio.

Enhorabuena a los deportistas por las capturas y gracias por la información.

Todos sujetando al sirulo

El mismo sirulo con los parientes de Juan

viernes, 18 de septiembre de 2009

ANA CARRILLO MENDOZA, "LA TOMATA"



Ana Carrillo Mendoza "La Tomata" fue unas de las mejores bailaoras que ha dado esta tierra, con diferencia. Su carrera fue fulgurante, cuando llegar era difícil, bueno eso lo ha sido siempre. Estuvo seis meses con su espectáculo en el Corral de la Morería, que le llamaban el templo del flamenco en este país, pero le tiraba su Córdoba. Nació en 1942 un diecisiete de abril. Murió un veintiséis de diciembre de 2007, con sesenta y cinco años. Posiblemente podría haber sido una de las grandes. Trabajó desde muy niña en el Zoco, en los Califas, en Casa de Pepe, en el Pisto, en los escenarios cordobeses. Era la época del flamenco para los señoritos. Ese tiempo en cualquier Los Califas, de cualquier lugar, con cualquier señorito de mierda, con un grupo de esclavos flamencos, era más o menos así:

-Don Manuel, le gustan a usted los caracoles. -le dijo el cantaor al señorito borracho de D. Manuel, a lo que éste contestó:

-A mí no me tiran mucho, pero ustedes podéis pedir las tazas que queráis. Pero seguid cantando.

Las criaturas tenían que aguantar fascistas borrachos, hasta que se hartaban. Luego por la mañana, cuando tú te ibas para el colegio veías a los artistas retirarse a descansar con una miseria en el bolsillo, y menos dignidad que el día anterior.

El Zoco fue otro invento del momento. Todo para el turismo de Atesa. La promoción planificada de la imagen de este país. A nivel internacional Lola y Carmen a América. D. Cesáreo el planificador del Estado que pretendía lavarle la cara. Todavía no hemos podido quitarnos de encima el tópico de que nos vean vestidos de toreros y a nuestras mujeres con peineta. Y recatadas de luto en Semana Santa. Bien que vendieron lo que quisieron y se quedaron también. Cemento del Valle de sus Caídos, de muchos pantanos, y grandes Matesas, Soficos y otras hierbas. El León de Fuengirola, Pepe Banus y toda esa corte de "getsosieti", con puños de camisas almidonados y peinados de pringue con brillo.

Como decía, el Zoco fue un invento de ese tiempo. Algún platero, un par de filigraneros, y poco más. La concesión la tenía un tal Rafael, creo que se llamaba, y si no era así lo va a ser, no es importante un nombre. Este individuo vivía en la casa del rincón de la Plazuela de las Bulas, la que adornaban para el Concurso de Rejas y Balcones, bueno estaba así todo el año, era igual que los de mi madre, sólo tenía en su fecha que apuntarlos al concurso. En esa casa también vivía un individuo, sindicalista vertical, pequeño, miserable, que abusó de Fina, la hija de Rafaela, ellos vivían en la casa que también forma parte del hotel actual, pero enfrente. Le fabricó un niño, posiblemente ella se dejó llevar por el oropel de un puesto de jefecillo, y ya se sabe la miseria del momento, la dejó tirada. Luego, como a todos los cerdos les llega su San Martín, a este le tocó una señora que convirtió al cerdo en ciervo, por aquello del flamenquismo de un conductor de autobús que la aliviaba. Fina sacó adelante a su hijo con toda la dignidad del mundo.

Con motivo de mi precoz trabajo en la joyería, tendría trece años, tuve que llevarle al "gerente" artístico del Zoco una partida de piezas de joyería por encargo del jefe del taller. Subí a la primera planta y este Sr. no estaba. Me esperé en el rellano delante de su puerta, echado en una baranda metálica. La mano izquierda en el bolsillo del pantalón dónde estaba el oro, y la derecha la extendí y me agarré a la baranda. No llevaba allí nada más que unos minutos cuando subió La Tomata, ya era muy conocida, y más para los de la Judería. Llamó a la puerta y esperó, le dije:

-Señora no está, yo le estoy esperando y llevo aquí un rato. -ella dijo

-Gracias le esperaré. -y no tuvo otro sitio en el que echarse que encima de mi mano, es decir se sentó materialmente encima de ella. Aunque hubiera querido quitarla no hubiera podido. Esperé. Seguro se me iba un color y se me venía otro. Así transcurrió un tiempo que me pareció muy largo. Ella fumaba un cigarrillo. Yo la miraba de reojo y pensaba seguro que no se ha dado cuenta. No era una mujer guapa, nunca lo fue, pero tenía una gran personalidad y sobre todo unos dieciocho años.

Llegó Rafael.

-Tomata ¿Llevas mucho rato? ¿Éste que es tu hermano? -le dijo a la vez que señalaba hacia mí.

-No no conozco a este nene de nada, estaba aquí. -le contestó a la vez que liberaba mi mano de su trasero.

-Yo vengo de parte de Carlos. -interrumpí, a la vez que abría y cerraba la mano pues se me había quedado dormida.

-Bueno ahora te atiendo nene. Pasa Tomata. -y entraron. Yo entendí que era una relación de trabajo, algún contrato en virtud de lo que a este hombre se dedicaba.

Al rato se abrió la puerta se despidieron, ella me dijo adiós, y Rafael me dijo que pasara. Le entregue el trabajo, me dio unas instrucciones y me marché. Este señor algún tiempo después tuvo un infarto, estaba solo, se sintió mal cogió su coche fue con él hasta el Hospital y comentaron que al llegar murió. Eso se rumoreo.

La Tomata, tuvo un idilio muy sonado con un "niño bien" de la ciudad, Pepín Moreno, hijo del propietario de una de las funerarias más importantes de Córdoba. Creo que sin oficio ni beneficio, bueno beneficio la fortuna familiar. Ese idilio fue muy sonado, la oposición familiar a la relación y posiblemente amor entre ellos. Fruto de esa relación fue una niña. Le pusieron Tamara. Y... una noche de juerga Pepín Moreno murió en un accidente de automóvil, en Ollerías (antes Obispo Pérez Muñoz), chocando con una farola el seiscientos blanco en el que iban.


Hemeroteca ABC

En una ciudad provinciana aquello fue la comidilla de la gente, y más cuando la hipócrita moral de la iglesia franquista cordobesa, dijo que no podía enterrarse en "lugar sagrado" porque estaban en pecado mortal. Cuántos "monseñores" estaban en el mismo pecado mortal a sabiendas de la gente de calle, amancebados con sus "primas". El lugar "no sagrado" era lo que la gente llamaba el patio de los no creyentes, les llamaban a todos protestantes, no se porque. Eso para una recatada familia de "bien", además del qué dirán, significaba un descrédito. No era el primer disgusto que se llevó el padre con su "casquivano" hijo, pero éste si sería el último. Arreglaron como pudieron el problema, andando "cielos y tierra", aunque casi siempre la cosas del cielo, las sagradas, se arreglan con dinero terrenal, que es el que sirve aquí.

El verdadero golpe se lo llevó Ana Carrillo Mendoza "La Tomata". Aquello fue el inicio de la cuesta abajo para la artista. La Tomata había tenido el éxito en su mano. Las actuaciones en el Corral de la Morería, la película con Ana Mariscal, "Los Duendes de Andalucía", rodada en Bodegas Campos, su prometedor futuro, todo lo dejo pasar. Ana Carrillo bailaba cuando le parecía, era así de bohemia, dicen que rechazó un contrato para América porque no quiso levantarse temprano para coger el tren para Madrid. Todo es posible en los tocados por el arte. En la película trabajó porque le pareció bien. Durante la espera del rodaje permanecía callada y seria. Esperando su entrada para el baile. Al finalizar uno por soleares, le dijo Ana Mariscal:

-Tomata, los duendes están ya dentro de la película por ti.

La gitana bailaora cordobesa había inmortalizado su arte en el celuloide, en Eastmancolor. La Paquera de Jerez, Sancho Gracia, el torero Victoriano Valencia, María Rosa, Porrina de Badajoz, fueron sus compañeros de reparto.

Años después, muchos, la vi en el bar donde ponían los números del sorteo de los "ciegos" en la Cruz de Rastro, esquina Cardenal González con La Feria, estaba muy estropeada, con el vientre inflamado como producto de un hígado igual. La encontré muy deteriorada y mal. Me acuerdo de su voz, ronca. Nuca supe si Julián, el tonto, el habitual del cine Goya, ese hombre alto, inofensivo, pero que nos daba miedo, y nos pedía pipas y altramuces, palmeando las manos simiescamente, y haciendo con los labios un sonido que repetía la letra "pe", era su hermano. Vivía donde ella, en la Plazuela de los Gitanos, ahora se llama De la Alhóndiga. Pero... qué más da.

En los últimos tiempos

Dos mil siete, diciembre, su hija Tamara y los amigos de siempre, los depositarios de muchas anécdotas suyas y vivencias, dejaron sus cenizas esparcidas por los lugares donde ejerció su arte y el resto, al final en el río. En un momento, el viento y el agua se llevaron el duende de Ana Carrillo Mendoza, La Tomata.

Su hija Tamara echando sus cenizas en el río Guadalquivir

Cartel de la película

Un fotograma de la película, en Bodegas campos bailando por soleares

Porrina de Badajoz en un fotograma de la película

Ana Carrillo en su juventud

Una pose de Ana Carrillo

Imagen significativa de la artista

El gran amor de su vida Pepin Moreno

Ana Carrillo en un descanso de una fiesta flamenca.

Nota:Las fotografías de la cabecera, fotogramas de la película y las cinco últimas en blanco y negro han sido facilitadas amablemente por Werrybee.