"Pese a que la bicicleta es el vehículo más ágil, limpio y racional para ir a trabajar, pasear, comprar, estudiar o realizar cualquier otro desplazamiento por la ciudad, los ciclistas urbanos se sienten "desnudos" ante el tráfico. Por este motivo, mostraron su frágil "carrocería", para exigir respeto al resto de los conductores".
Odisea en dos ruedas por la ciudad de Córdoba.
Mi itinerario diario en bicicleta es parecido al viaje que realizo Ulises y describió Homero.
Yo no parto de Ítaca, sino del Polígono de Levante, e inicio el viaje, no en barco sino en una bicicleta con su dispositivos luminosos delante y atrás, y los reflectantes correspondientes. Ah, y dotado del reglamentario casco.
Como decía, lo inicio en el cruce de peatones del bulevar lateral de bajada de la Avd. de Carlos III, allí tengo que sortear a algunos conductores desalmados, afortunadamente no son todos, que no respetan el paso de peatones. Una vez cruzado este paso nos disponemos a esperar que se ponga de verde el semáforo de la Avd. de Carlos III para cruzar al bulevar de subida. Otro conflicto, no respetan los vehículos que suben (quiero dejar sentado que no son todos, pero si la mayoría).
Cruce con la salida de vehículos de la calle Arcos de la Frontera. Peligrosísimo, la otra mañana a las siete y media de la mañana un vehículo me derribó de la bicicleta con la prisa por salir. En ese cruce está perfectamente señalizado el carril y los citados automóviles le obliga a parar un ceda el paso. Continúa el carril-bici, cruce con la Vereda de la Alcaidía, algo menos peligroso por ser menor el volumen de vehículos de salida.
Siguiente cruce bajada de Arcos de la Frontera, tienen también un ceda el paso y el carril-bici señalizado, pero te la juegas si alguno ve la incorporación a Carlos III con el semáforo en verde. En ese lugar, delante de un "botinero" banco, el carril-bici está utilizado en su totalidad para aparcamiento de automóviles y algún que otro camión, lo que te obliga a circular por el bulevar. Te incorporas al carril-bici nuevamente, siempre temiendo que algún usuario motorizado no se incorpore al carril sin mirar o te abra una puerta que materialmente te cerraría el paso por el carril.
Siguiente cruce: bajada de la Avd. 28 de Febrero, precaución extrema para con los vehículos procedentes de la antigua cárcel que bajan por ella. En este cruce no está muy ocupado el carril-bici porque existe una parada de autobús que impide ese aparcamiento.
En el cruce que precede otra incorporación, pero esta tiene menos tráfico. A partir de aquí y todo el sector del carril-bici que discurre delante del último bloque de viviendas está ocupado con vehículos que duermen allí. Desde hace unos días por un furgón de una empresa de construcción, que le gana la mano al automóvil que era el propietario del sitio, y que te obliga a bajarte de la bicicleta y salirte al carril de circulación para poder salvar el alto y afilado escalón y que no puedes evitar desear se lo clave algún automóvil en sus neumáticos, pero no caerá esa breva.
Cruce de paso peatonal y de carril-bici en la Avd. Agrupación Córdoba. Esperamos que se ponga verde pero pedimos que los que desde Carlos III se incorporan buscando la fea, antiestética y eterna -por culpa de las prisas por los fastos del noventa y dos-, "joroba de Asland" sobre el ferrocarril, y que salen con el semáforo en ámbar, no nos atropellen. Rara es la mañana que, con la prisa, alguno no nos respeta y nos da el susto consiguiente. Mascullas el cabrón correspondiente, o te acuerdas de su madre, y a esperar el próximo. Una vez pasado con suerte el tramo central nos la jugamos en el tramo estrecho que sube hacia la pasarela de Chinales, siempre dirección Vial norte, que tiene ámbar también y muy poca educación vial de bastantes. Una brisa agradable sale de ese pequeño pulmón ciudadano que es el parque que está a tu derecha hasta que pasas la pasarela de Chinales.
Ahora ya estás en el carril-bici que circula buscando el cruce de Almogávares, ahí deberás salvar algún que otro mañanero deportista, que utiliza el carril-bici por ser más cómodo para él, alguna vecina que espera las necesidades del mejor amigo del hombre, en el retrete del césped lateral, y los peatones a los que no le gusta el acerado.
Cruce de Valdeolleros, cuzas en verde y te quedas en una pequeña isleta triangular, con la rueda trasera a expensas de los vehículos que, o bien desde la Fuensantilla buscan el Vial Norte, o de los que vienen del túnel de Carlos III hacia la misma dirección, y la delantera a la de los que se incorporan a Almogávares, porque ese semáforo está en rojo. Cuando pasas miras la estatua del monstruo culturista -que seguro se habrá atiborrado de hormonas-, y el niño, si puedes, y buscas el siguiente cruce. En este sólo la preocupación de los vehículos procedentes de Almogávares. Esa zona fue mucho tiempo almacén de muchos vehículos militares de la guerra civil, al amparo de enorme eucaliptus que ya, ni unos ni otros están. Muchas personas ya están a esa hora intentando bajar la colesterolemia, en ambas direcciones. Una vez cruzas tienes dos opciones: o seguir por el paseo del Vial, o bajar por el carril inferior. Sigo por el inferior ya que es cuesta abajo y una zona cómoda y tranquila. Esa zona sólo es activa cuando salen los peques del Carmen, evidentemente por culpa de los progenitores o abuelos que los cruzan por cualquier sitio -no todos, siempre es inevitable caer en la generalidad-.
Cruce del Pretorio: larga espera semafórica y gran volumen de tráfico, lo primero por las fases que tiene el grupo semafórico por el elevado número de movimientos, y su gran intensidad circulatoria desde la Plaza del Moreno, Plaza de Colón, Avd. América y los procedentes de la Avd. del Brillante. Cuando los ves aparecer por la Plaza del Moreno parecen decir al unísono:
-¡A la cargaaa! -Y los ves amenazantes, como ve el portero de fútbol al delantero que le va a lanzar un penalti, y enormes.
Carril de la Avd. América hasta prolongación Avd. Gran Capitán, salvo algún peatón despistado, algún ciclista procedente de Inglaterra, pues circula dentro del carril-bici por la izquierda, en su sentido de la marcha. Es un carril seguro entre los parterres del jardín. Es afortunadamente exclusivo sólo peligroso por su propios usuarios.
Cruce de prolongación Avd. Gran Capitán: no es muy complicado, pero tienes que ver si se cuela algún vehículo a motor desde la Avd. América con el semáforo cerrado. El siguiente carril-bici es idéntico al anterior y es bastante seguro por ir entre parterres.
Ahora vamos a cruzar en dirección a la Avd. Cervantes, frente a la antigua báscula. Aquí debemos cuidar los que vienen de la Avd. América y los que tienen autorizada la salida de la Avd. Cervantes dirección contraria. Cruzamos delante del antiguo dormitorio de unos mendigos que vivían en el edificio de la citada báscula, ahora no están, y te incorporas a la Avd. Cervantes. Este tramo del carril es quizás uno de los más tranquilos, algún peatón que sale del jardín lo usa, pero nada más.
Cruce con la Ronda de los Tejares y Paseo de la Victoria, junto al monumento de Julio Romero de Torres. Es curioso cómo, las rampas de mármol de ese monumento, están desgastadas con unos grandes surcos como consecuencia de los deslizamientos de los niños. Primer tramo; tienes que zafarte de los peatones que lo cruzan en rojo cuando está verde para ti. Si lo consigues debes esperar junto a la isleta que cambie el otro semáforo de los que suben del Paseo de la Victoria y giran para la Avd. de la República Argentina. Si tienes suerte y algún desalmado no te obliga a dar un gran rodeo para coger el carril que circula junto al monumento al Duque de Rivas, por haber cerrado con su coche la entrada del carril-bici, te incorporas al mismo. Ahora debes salvar el monumento funerario, y cuidar que en el tramo antes del cruce del mercadillo de la Puerta Gallegos, no te claves una de las muchas ramas existentes -que no podan- que están a la altura de tu cara, y directamente desde allí mismo tengas que pedir el ingreso en la ONCE.
Carril del Paseo de la Victoria: amplio y cómodo, poca circulación de peatones por él, pasas por el aparcamiento municipal de bicicletas que usa poca gente, te deleitas al pasar por el Kiosco de la Música recordando los antaño domingos musicales y la caseta del antiguo Círculo que afortunadamente ya no lo es.
Paso de peatones y bicicletas de la Puerta Hierro. Nunca puedes evitar no mirar al Sex Shops, pero cuidado te puedes dar con el kiosco de los cupones. Fin del trayecto, ahora las calles.
El retorno prácticamente igual. Ahora son casi las tres de la tarde. Las mimas precauciones, los mismos cruces. Cuidado con el de la Avda. América, no lo respetan en demasía. Prolongación Gran Capitán, cuidado con los de la Avd. América. Pretorio. Subida pronunciada para el cruce de Almogávares. Misma glorieta, si glorieta, triangular y una suave bajada hasta la pasarela de Chínales. Cruce de Agrupación Córdoba, cuidado con los que vienen de la joroba de Asland. Cruzas Carlos III, e inicias la bajada por el lado derecho. Siempre te encuentras, entre el gimnasio y el bar existente allí, un enorme autobús aparcado en al carril-bici. Su conductor no puedo precisar dónde está, posiblemente en el bar tomando el aperitivo o haciendo hora para algo, en el gimnasio seguro que no. Esa presencia te obliga a salir de la supuesta protección del carril-bici e incorporarte al bulevar con el consabido peligro. En ese tramo y en los cruces siguientes lo mismo, todos ocupados con vehículos. Curioso, la cercanía de algún bar aumenta la ocupación. Pero para no perder la tónica todas las intersecciones están ocupadas por vehículos estacionados. La mayor en la de la Avd. del Cairo, allí en la media luna que forma la intersección siempre están estacionados vehículos, es un aparcamiento habitual. Nuevamente llego a mí Ítaca particular sin que la Penélope que me aguanta muchos años, esté tejiendo ningún manto en concreto, sólo preocupada por el incierto retorno.
Como verán hay que jugarse la vida diariamente para poder utilizar el carril-bici. Es la tónica de todos los carriles-bici de la ciudad. Unos con mercadillo como el de la Avda. Agrupación Córdoba; otros con bares como en la Avd. de Barcelona; otros abandonados a los vehículos automóviles como el de la Avd. de Libia; otros muertos de risa sin uso. Etc. etc. Es verdad que se tienen más papeletas para visitar el averno y ver a los cancerberos -que son como porteros de discoteca pero con dos cabezas-, circulando fuera del carril-bici, pero... ¿Sería tan difícil ejercer la coercitividad correspondiente que otorga la ley a la autoridad? ¿Es tan complicado que las patrullas de la Policía Local salgan del escaparate turístico del centro histórico y se den una vuelta ejerciendo por los diferentes carriles-bici? Seguro que no es difícil. ¿Pero por qué no lo hacen? La relajación es un mal endémico en la administración. Sabemos por experiencia, que las patrullas que van en bicicleta actúan ¿pero y las demás?
No hacen faltan sofisticadas y caras campañas municipales para propugnar la utilización de la bicicleta, sólo es necesario colaborar en la protección de los ciclistas que usan los carriles-bici, y justifican la elevada inversión efectuada en ellos. La bicicleta es un vehículo respetuoso con el medio, no es contaminante ni gaseoso, ni acústico, ni de ninguna manera, y su uso, en teoría favorece a los ciudadanos, en su salud, evitando el gasto sanitario. ¿Por qué no se sale de la relajación en la que estamos y se aplican las normas?
¡Ah! Una gran mayoría de bicicletas, hay que decirlo, no están equipadas con los perceptivos elementos luminosos, los ciclistas no usan prendas reflectantes ni casco, muchos circulan caóticamente, etc., por ello aplíquenles la norma también con la máxima rigurosidad. Y si algún deseado día los carriles están expeditos y libres de insolidarios vehículos a motor, y los ciclistas circulan por vías principales teniendo carril-bici, caiga también sobre ellos -sobre el que incumpla-, el peso de la ley.
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