Córdoba es la sede de al-Andalus, su polo y su región más importante, su metrópoli y morada, residencia de los califas y capital real tanto con los cristianos como con los musulmanes, ciudad de la ciencia y asilo de la sunna y de la comunidad islámica. (...)
Se alza a orillas del Guadalquivir y se encuentra en el centro del país, entre el Levante y el Poniente.
Es una ciudad grande, fundada en tiempos remotos por los antiguos, de buen agua y agradable clima; la rodean por todos lados huertos, olivares, aldeas, castillos, aguas y fuentes. En su jurisdicción se halla un gran campo de labor, sin comparación en todo al-Andalus por su fertilidad.
Posee una mina de plata y muchas más de otros minerales. Una de sus maravillas es el rejalgar (rahý al-gar), que crece en la comarca de la aldea de Bastana; según dice Ibn al-Yazzar en su Kitab —Aya‘ib al-dunya, es muy beneficioso para los cerdos si se pulveriza y se esparce sobre ellos.
Al hablar de Córdoba dice al-Razi: Es la metrópoli y el ombligo de al-Andalus, la sede real en la antigüedad y en la actualidad, en la Yahiliyya y con el Islam. Su río, que es el mayor de al-Andalus, nace en las montañas de Segura y es cruzado por un puente enorme de prodigiosa factura que fue reconstruido por al-Samh, cumpliendo órdenes del Príncipe de los creyentes ‘Umar b. ‘Abd al-’Aziz; por su fábrica y su perfección constituye una de las maravillas del mundo.
También destaca Córdoba por su mezquita aljama, la mayor del mundo musulmán.
Dice al-Dawlabi en su obra: Córdoba es la meta y el lugar donde se planta la bandera, metrópoli y sede de hombres virtuosos y piadosos, corazón de los distritos y fuente de donde manan las ciencias, cúpula del Islam y residencia del imán.
Dice lbn Hayyan: Córdoba es la sede real de los omeyas y antes lo fue de Rodrigo el cristiano (rumí); es ciudad agrícola y ganadera, productora de innumerables especies frutales; el interior de la ciudad es agradable, su entorno, maravilloso y vasto, su aspecto, hermoso y radiante y su forma, extraordinaria y admirable; su agua es dulce y su clima, templado; por todos lados la cercan arboledas frondosas y jardines abigarrados; es morada de Tabiun y de tradicionistas y sus habitantes son ortodoxos y fieles a la comunidad islámica; es sede del califato, eje del reino y orgullo de la Tierra. En ella se establecieron dos de los Sahaba, o tres, según dicen otros.
En tiempos de los omeyas las edificaciones de la ciudad se extendían por una superficie de ocho parasangas de largo por dos de ancho, cantidades que, expresadas en millas, corresponden a veinticuatro de largo por seis de ancho, todas ellas pobladas por casas, alcázares, huertos, mezquitas, alcaicerías, albergues, zocos y baños que se alzaban a lo largo de la orilla del río llamado Guadalquivir, el único que lleva nombre árabe en todo al-Andalus.
Córdoba creció continuamente desde que fue conquistada por el Islam en el año 92 de la hégira (711) hasta el 400 (1009-1010). A partir de ese momento comenzó a decaer y despoblarse paulatinamente hasta que se adueñó de ella el enemigo cristiano el 23 de sawwal del año 633 (29 junio 1236).
Las dimensiones de la ciudad de Córdoba, sin incluir los arrabales, es decir, lo rodeado por las murallas, eran de 1.700 codos de norte a sur y de 1.400 de este a oeste.
Tiene siete puertas
La del Puente (Bab al-Qantara), situada al sur, en cuyo exterior hay infinidad de jardines, norias, molinos y huertos sin solución de continuidad.
La Puerta de Hierro (Bab al-Hadid), al oeste.
La Puerta del Judío (Bab al-Yahudi), al norte.
La Puerta de ‘Amir (Bab-Amir), al oeste, llamada así porque cerca de ella se había establecido ‘Amir b. ‘Umar b. Wahb b. Abi Zara b. ‘Umar b. Hisam b. ‘Abd Manaf.
La Puerta de los Perfumeros (Bab al-Attarin), también al oeste.
La Puerta de Abd al Yabbar (Bab Abd al-Yabbar), llamada así por ‘Abd alYabbar b. Jattab, mawlá de Mu’awiya b. Marwan, que se había establecido cerca de ella.
La Puerta del Nogal (Bab al- Yawza).
El perímetro amurallado de Córdoba a lo largo de sus arrabales es de 33.000 codos, siendo el del alcazar real de 1100 codos.
El Alcázar cuenta con seis puertas:
La Puerta de la Azuda (Bab al-Sudda).
La Puerta de los Jardines (Bab al- Yinan).
La Puerta de la Justicia (Bab al-Adl).
La Puerta de la Fábrica (Bab al-Sina-a).
La Puerta Real (Bab al-MuIk o ai-Malik).
La Puerta del Sabat (Bab al-Sabat), por la que salía el imán omeya hacia la mezquita aljama.
Los arrabales que la rodean son veintiuno, cada uno de los cuales sobrepasa en longitud y anchura la milla. Todos ellos cuentan con mezquitas, zocos y baños suficientes para proveer las necesidades de sus habitantes sin que tengan que salir de ellos.
Estos arrabales son: Secunda, Almunia, al-Rayhani, los Pergamineros (al-Ra qqagin), Mezquita de la Cueva (Masyid al-Kalif), Palacio de Mugit (Balat Mugit), al-Aburi, Mezquita de Sifa’ (Masyid Sifa), Mezquita de Masrur (Masyid Masrur), al-Rawda, la Cárcel Vieja (al-Siýn al-qadim), Puerta del Judío (Bab al-Yahudi), Ruzafa, Sabular, Furn Bali, la Torre (al-Burý), Almunia de ‘Abd Allah (munyat AbdAllah), al-Mugira, al-Zahra, la Medina y la Ribera (al-Ydwa). La alcazaba real se alza en medio de todos ellos.
Después del año 400 de la hégira (1009-10), Córdoba comenzó a decaer y quedó en su mayor parte asolada. Así, en tiempos de los amorávides Lamtuna y de los almohades Masmuda el número de casas de los súbditos era de 100.013, mientras que las de los gobernantes, servidores y militares eran 6.300. Los baños quedaron reducidos a 711 y las mezquitas a 3.877.
Trad. Luis Molina, Madrid,
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