Mohamed ben Zeiyan, Cuenca.
"Conservó el Monasterio de Santo Domingo de Silos, y ahora se guarda en el Museo Provincial de Burgos, una Arqueta de marfil, de tapa tumbar, que mide 345 milímetros de largo, 200 de ancho y 190 de alto.
La alhaja está muy remendada, porque perdió uno de los tableros laterales de la caja y el superior y otro de los vertientes de la tapa, y los tablerillos de marfil le fueron sustituidos por chapas de cobre dorado y esmaltado, añadiéndole por las aristas una armadura, también de cobre dorado y con esmalte, para ajustar y sostener los paños de marfil. De estas chapas de cobre con que se remendó la Arqueta primitiva, la del costado de la caja tiene la efigie de Santo Domingo de Silos, revestido y con báculo, y dos ángeles, en esmalte rojo, verde, azul y blanco; la superior horizontal de la cubierta, lleva, dentro de un círculo formado por conos de dos colores respectivamente derechos e invertidos, una figura a caballo, medallón al que rodean dos dragones quiméricos, en esmalte blanco, verde y rojo, y en los ángulos extremos hay cuatro plaquitas metálicas algo más elevadas en las que se ven huellas, quizás de cabujones que ha perdido: y el tablero vertiente de la tapa, que le falta, se le sustituyó con una deficientísima chapa de cobre dorado con adornos hechos a buril, carcomida en parte. La guarnición de las aristas parece hecha en dos ocasiones y de dos manos, pues unas escuadras llevan el esmalte en labores geométricas, otras en tallos serpenteantes con pájaros, flores y hojas y otras quedaron sin esmaltar, sobredoradas. Todavía perdió una de las escuadras de los tableros de la caja. La ornamentación de los tableros de marfil es verdaderamente preciosa: de lo mejor que puede verse de la influencia oriental en el arte cordobés. El tablero anterior se divide, por dos junquillos lisos y horizontales, en tres zonas, las dos superiores cortadas por el espacio respetado para la cerradura, que falta; y en los rectángulos que los junquillos forman van escenas de caza, leones, grifos, luchas de hombres con fieras, unicornios y toros y leones peleando y mordiéndose. El tablero posterior no difiere del anterior sino en la obligada división en tres de las dos zonas superiores, impuesta por las abrazaderas de las bisagras; las escenas y animales son los mismos. El costado derecho que es el que se conserva, además de dividido por los mismos dos junquillos horizontales en tres zonas, tiene partidas, también en tres la superior y la inferior por otros dos verticales y todavía divididos aún los extremos por nuevo junquillo horizontal, en dos rectángulos: lleva en tales cuatro esquinas doble representación en cada una del símbolo del bien y del mal: a los lados y arriba tres ciervos de frondosos cuernos y en el centro dos preciosos pavos reales, afrontados y con los cuellos enlazados, y en la zona central inferior un ataurique finísimo forma con sus tallos cinco roleos que encierran animalillos. Todos los recuadros tienen, en los espacios que las figuras dejan libres, tallos largos, ondulados, tallados a pico, estriados, y hojas y piñas labradas en bisel. Los tableros van guarnecidos de un finísimo cordón en ese continua. Faltan los dos paños, anterior y posterior, de la zona epigráfica, que es la pestaña de la tapa; y en lo que queda de ella se lee, escrito con caracteres cúficos adornados y tallados en ángulo recto, sin estrías ni punteado, lo siguiente: «…permanente para su dueño, prolongue Alá sus días. Entre lo que se hizo en la ciudad de Cuenca,…, siete y diez y cuatrocientos. Obra de Mohamed ben Zeiyan. Glorifíquelo Alá”.
Ferrandis cree que esta alhaja estaría dedicada a Almamún, Príncipe de Cuenca. Creo que acierta, pero es a condición de que esté mal leída la fecha de 417. Los otros dos marfiles de Cuenca que se conservan ―la Arqueta de Palencia que está en el Museo Arqueológico Nacional y la de la Catedral de San Justo, de Narbona― están dedicados al hijo de Almamún, su Hachib, Abu Mohamed Ismali, y la primera está fechada en 1049/1050, cuando Almamún reinaba en Toledo y su hijo Ismail era Gobernador de Cuenca. Es de creer que de esta misma fecha, año 441 de Mahoma, y no del 417 es la Arqueta de Santo Domingo de Silos.
Amador de los Ríos se equivocó leyendo Córdoba, estableciendo la equivalencia del 417 al 1025 y afirmando que Almamún reinaba en Córdoba el año 1025. Abu’l Hassan Yahya Almamún, no reinó en Toledo sino desde 1038; y no fue sobre Córdoba hasta 1070, en la que tomó, manteniéndose allí hasta que, en 1075, murió envenenado por su ministro Ben Ocaxa."
Del libro "Marfiles Cordobeses" de Baldomero Montoya Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debido a la proliferación de comentarios anónimos ofensivos, se moderará la entrada para evitar la publicación de estos. El resto, una vez se compruebe que no es un anónimo se publicará automáticamente. El debate enriquece, el insulto no, y mucho menos anónimo. Por lo que pido disculpas a quienes puedan sentirse molestos con esta medida.
Por otro lado si entra como anónimo el sistema no me lo comunica (y debo buscarlo periódicamente en una página interna), tampoco al comentarista le dice nada, ni lo mantiene al día de las novedades que haya en la entrada en la que ha hecho comentario, ni de lo que comenten otros usuarios. Gracias